Los padres podemos sacar partido a la fantasía e imaginación de los niños, ayudándoles a desarrollarla y poniendo un cauce para que no se desborde. La fantasía toma sus componentes de la realidad interna y externa, y la transforma creando una realidad distinta. Con su imaginación, el niño inventa nuevos personajes y juegos, además de originales historias.
La fantasía siempre ha estado muy presente en la literatura, el cine y en diversas obras de arte. Si nos paramos a pensar, son muchos los títulos que se nos vienen a la cabeza con la fantasía como trasfondo, desde las recientes aventuras de Harry Potter hasta las historias mitológicas de hace siglos. La imaginación es una facultad humana que empezamos a ejercer desde que somos muy pequeños, y es a la edad de los 3-6 años cuando ésta brinda a los niños posibilidades mucho más creativas e inesperadas, ya que no siguen la lógica de los adultos.
Los niños experimentan imaginando
El proceso de crecer y madurar no resulta nada fácil para un niño. Poco a poco ha de ir enfrentándose con el mundo, ha de relacionarse con los demás… Por todo ello, los niños necesitan un mundo interior que les brinde protección y que se convierta en su refugio.
Cuando el niño juega con la imaginación, se transforma en la persona todopoderosa que no es en la realidad. Inventa y transforma, por ejemplo, un palo de escoba en un caballo de carreras. La fantasía es para él un modo de aprender y con su imaginación crea situaciones y se coloca a sí mismo dentro de ellas, como un juego de simulación. Para la niña y el niño, es la manera de vivir una rica variedad de experiencias: puede convertirse en mamá, en una dependienta, en un maestro o en un guerrero.
Nuestro hijo no sólo transforma un objeto en otro, sino que es capaz de transformarse él mismo; puede cambiar de identidad de un momento a otro, pasando de la ficción a la realidad cuantas veces necesite hacerlo. Y buscará cómplices que participen con él en el juego fantástico.
Fantasía y realidad, un correcto equilibrio
– Es conveniente que los niños usen esa capacidad de fantasía, que jueguen mucho, que inventen, pinten, se disfracen, hablen, etc.
– Más importante que ponerle los pies en la tierra recurriendo a argumentos «lógicos», puede ser que participemos de sus juegos fantasiosos
– La fantasía es para él un modo de aprender, con ella crea situaciones y se coloca dentro de ellas
– Nuestro papel de padres consistirá en ayudarles a diferenciar la realidad de lo que sólo existe en su cabeza.
Conchita Requero
Asesores: Ricardo Regidor, periodista y editor, Teresa Artola, psicóloga
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