Estudiar cada día con los hijos es una tarea que realizan muchas madres sin saber si, en el fondo, están beneficiando a los niños. Estudiar con mamá, ¿es bueno o malo? Algunos expertos aseguran que estudiar con mamá durante toda su etapa escolar puede retrasar la maduración afectiva de los niños.
Antes de caer en el error de estudiar con ellos diariamente, conviene que te respondas a la siguiente pregunta:¿buscas que apruebe o que se forme como persona? La buena educación es la que se preocupa de la formación integral de los hijos y no sólo de sacar los cursos “cueste lo que cueste”. Son los hijos y sólo ellos los que se examinan, nosotros podemos ayudarles, sin hacerles las tareas, ni sentarnos con ellos.
¿Por qué las madres estudiamos con los niños?
1. Acaba de empezar la Primaria y todavía no sabe organizarse.
2. Si estudia solo suspende y, por lo menos, al estudiar conmigo aprueba.
3. Aunque aprueba estudiando solo, si me diento con él/ella cada día «sacamos» mejores notas.
4. Es muy despistado y como no esté yo encima no hay manera.
5. Creo que es una obligación de los padres estudiar todos los días con los hijos.
6. Me han dicho en el colegio que necesita ayuda y no puedo pagar un profesor particular.
7. Empecé en primero de Primaria y ya le he creado ese «mal hábito«.
8. Dice que si no me siento con él no sabe estudiar.
9. Dice que conmigo todo es más fácil y lo comprende mejor.
10. Es un niño caótico… ¡no quiero ni pensar qué sería de él si no estuviese encima todo el día!
11. Tiene muchas extraescolares y si no me siento con él/ella no termina a tiempo para llegar puntual a éstas.
12. Parece que en clase no comprende bien lo que explica el profesor y tengo que partir de cero en casa para que no quede atrasado respecto al resto.
Ayúdale, no lo hagas por él
No es un tema fácil de tratar: «si estudio con mi hijo no sólo aprueba, sino que saca buenas notas… ¿cómo no voy a hacerlo?». Pero la cuestión es si en la etapa de Educación Primaria el objetivo es sacar los cursos o la formación integral del niño. Esto no quiere decir que no les ayudemos, sino que les enseñemos a confeccionarse un horario para fomentar el hábito de estar bien organizados, ajustar la hora de ponerse a estudiar, el tiempo que dedicarán a cada asignatura, aumentar las horas de estudio a medida que avanzan en los cursos de Primaria, ponerse topes para cada actividad, etc.
Una vez que se hayan planificado tendremos que estar ahí para exigirles el cumplimiento de lo propuesto, para resolver dudas, para preguntarles un tema, pero nunca para estudiar por ellos o con ellos y sí para enseñarles cómo hacerlo. Es bueno que recordemos que deben lograr ser autónomos cara a la adolescencia y estudiar cada día con los hijos, durante toda su etapa escolar, puede retrasar la maduración afectiva de éstos, creándoles dificultades para cortar el cordón umbilical, además de una dependencia de los padres para sacar adelante sus obligaciones.
Cómo enseñar a los niños a aprovechar el tiempo
Además, no debemos desaprovechar el periodo sensitivo en el que se encuentran: el orden del tiempo, es decir, de la organización y «aprovechamiento del tiempo con orden», que se desarrolla a partir de los 7 años. Con anterioridad, entre el primer y tercer año de vida, se vive con intensidad un orden material, de las cosas; y, tras la etapa de primaria, en una edad más adulta procuraremos inculcarle el llamado orden del pensamiento, relacionado con la lógica y con las escalas de valores de cada persona. Pero ahora, de los 7 a los 12 años, y sobre todo de los 10 a los 12 es fundamental intentar ganar la batalla del aprovechamiento del tiempo y la organización del mismo.
Por otro lado, será importante que comprendamos la función que entraña llevar deberes para casa. Los deberes son, efectivamente, una proyección del programa escolar, pero su objetivo no es otro que la educación integral del niño: ayudarle a aceptar libremente sus responsabilidades y a concebir la cultura como un objeto del que puede apropiarse para su propio provecho. Los padres debemos ser, por tanto, elementos activos en esa tarea, ayudando a los hijos a cumplir con sus deberes. Esto quiere decir, que ni debemos despreocuparnos por completo, limitándonos a preguntar de vez en cuando: «¿Hoy no traes deberes?», bajo la supuesta teoría de que este tema corresponde exclusivamente a la relación entre el colegio y el niño; ni tampoco ayudarles hasta el punto de hacerles directamente las tareas.
Ana Aznar
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