No existen fórmulas mágicas para lograr que nuestros hijos hagan todo lo que les digamos. Pero sí existen pequeños trucos para enseñar a obedecer a los niños, que nos ayudarán a ir educando su voluntad. En primer lugar, las órdenes han de ser concretas, escasas y relacionadas. Si nuestro objetivo es enseñar al niño a vivir el orden, le exigiremos que guarde sus juguetes en el baúl, que cuelgue su abrigo y que deje el plato en la pila.
Son pequeñas cosas, que sabe hacer, que se ve claramente si las ha hecho o no, y que se apoyan entre sí para poner las bases a un hábito. Cuando las asuma, podremos centrarnos en la higiene -lavar las manos, peinarse y cepillar los dientes-, luego en la puntualidad…
Además, una vez cumpla los 3 años, ya podremos ir razonándole el por qué de perseguir esos objetivos de forma relacionada, y entrará en la dinámica de esforzarse por alcanzar los diferentes hábitos: limpieza, orden, etc. Sin embargo, mientras le estemos exigiendo en un campo concreto, los demás no necesitan quedar olvidados.
No hay por qué usar la imposición como norma, existen más caminos para que haga lo que debe: buscar su colaboración, el juego etc.
De esta forma, evitaremos «quemar» nuestra autoridad con órdenes que no van a ser cumplidas y que no deben confundirse con desobediencia. Lo que mandemos debe ser poco y concreto, pero debe cumplirse. Si vemos que no va a ser capaz, será mejor no pedírselo.
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Buscar el mejor momento para enseñar a obedecer a los niños
Para que el niño aprenda de veras a obedecer, hemos de ejercer bien nuestra autoridad. Esto significa que, además de buscar el momento oportuno para las exigencias (nunca mientras que está viendo los dibujos animados, por ejemplo), tendremos también que asegurarnos de que cumple a la primera.
Obedecer a última hora, con mala cara y después de recordárselo más de veinte veces no es obedecer, sino doblegarse. Para lograr que nuestro hijo se habitúe a responder con diligencia, hemos de mostrar interés en lo que le pedimos y, si no responde, obligarle en ese momento a cumplir.
Exigencia con razonamiento
Por último, hemos de procurar que nuestra exigencia vaya exenta de amenazas o premios extraordinarios. Debemos lograr que el niño obedezca porque sepa que es bueno. Si recurrimos a prometer algo agradable, no debe ser demasiado excepcional y, en cualquier caso, haremos énfasis en lo feliz que nos hace verle obedecer y los beneficios que tendrá su esfuerzo para él mismo.
En un principio, el niño reconoce de forma intuitiva la autoridad de los padres, pero a partir de los cinco años, la exigencia directa debe combinarse con el razonamiento, de tal forma que cumpla porque vea que es bueno cumplir.
Trucos para enseñar a los niños a obedecer
– No permitas evite las órdenes inventándose excusas. Al final terminaría por adquirir el hábito de esquivar con este método sus propias responsabilidades en casa.
– Procura no mandar al niño varias cosas a la vez. Sobre todo en esta etapa es mejor que nuestras exigencias sean pocas y muy claras.
– No permitas que intente delegar en otro hermano, todo aquello que le hayamos mandado.Los niños suelen desarrollar pronto cierta picardía.
– No repitas muchas veces la orden, pues cada vez tardarán más en obedecer. En algunas ocasiones, la crisis de obediencia es, en realidad, crisis de autoridad de los padres.
– No pidas lo que sabes que no serán capaces de llevar a cabo. Lo único que estaríamos consiguiendo es «desgastar» inútilmente nuestra autoridad.
– Cada vez que obedezca no escatimes en alabanzas o halagos. Es mejor que le premiemos de este modo (reforzando su autoestima y el deseo de adquirir la virtud) que con beneficios o pequeños regalos.
– Se concreto en lo que pides, asegurándote de que sabe lo que tiene que hacer y por qué. Deben ser cosas que podamos comprobar fácilmente si las ha cumplido o no.
Conchita Requero
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