La apertura a los valores y concretamente a la belleza, no es un lujo superfluo en el proceso educativo, sino que es fundamental para la formación personal del niño. Para enseñar a los niños a apreciar el arte y la belleza es preciso, primero despertar en el niño la capacidad y la sensibilidad para reconocer lo bello; y luego, situarle frente a una obra bella para dejar que se impresione por ella.
Los antiguos griegos dividían las artes en superiores, que permitían gozar las obras por medio de los sentidos superiores, vista y oído, sin necesidad de entrar en contacto físico con la obra; e inferiores, con las que se entra en contacto por medio de los sentidos menores, gusto, olfato y tacto. Sin embargo, en el niño el tacto tiene una importancia singular para hacerse cargo de la realidad y, por tanto, hay que prestarle atención como ámbito de relación con la realidad hermosa.
Pautas para acercar el arte y la belleza a los niños
Con estas premisas, podéis planificar algunas experiencias de relación con la belleza, en dos etapas: la primera, despertar en el niño la capacidad y la sensibilidad de reconocimiento de lo bello; la siguiente, situarlo frente a una obra bella para dejarse impresionar por ella. Teniendo en cuenta que todos los ejercicios que hagáis deben tener un carácter lúdico, han de constituir una ocasión de regocijo para el pequeño.
1. La Música: os sentáis en un lugar tranquilo y silencioso y os disponéis a escribir la letra de una canción. El «protagonista» de la misma es el propio niño -sus características, gustos, aficiones*-. Procurad que sea sencilla para que luego resulte fácil ponerle música; puede ser del tipo coplas populares o cualquier tipo de estrofas, aunque resulten versos ripiosos («María en el colegio bien estudiaba/ penas a sus padres nunca les daba/ y de alegría su casa llenaba…). Intentáis que sea el mismo niño quien decida qué quiere expresar de sí mismo, pero le ayudáis a componer los versos. A continuación, hay que ponerle música, una melodía muy sencilla para poderla cantar. Si el niño tiene nociones de algún intrumento, le invitáis a que acompañe el canto.
La letra la puede pinchar en el tablero de su habitación, porque es «su» canción, y, tal vez, podéis grabar el canto para que también lo pueda guardar.
En un segundo momento, oís juntos la sinfonía para niños de Sergei Prokofiev, Pedro y el Lobo, comentáis los instrumenos que participan y cómo pueden expresar sentimientos y todo tipo de realidades.
Con ello ya tenéis al niño en disposición de asistir a un concierto, que elegiréis en función de que las obras interpretadas puedan ser de su agrado.
2. La Escultura: como en el ejercicio anterior, on sentáis en un lugar tranquilo, dedicando toda vuestra atención a jugar con el niño. Os disponéis a hacer una escultura y juntos decidís qué vais a representar. Podéis tener un modelo (un jarrón o cualquier objeto que se preste), hacer un dibujo previo, tal vez la fotografía de una persona* Cogéis un puñado de arcilla para moldear y vais haciendo la escultura. Si resulta más sencillo, podéis utilizar simple plastilina. Conviene esmerarse para que salga lo mejor posible y, sobre todo, para caer en la cuenta de la dificultad que supone esculpir una imagen. Cuando se ha terminado, la colocáis sobre una base para que la conserve en su habitación.
Después podéis llevarlo a un museo o exposición, a contemplar esculturas y admirar su belleza y la habilidad del artista.
3. La Pintura: veis fotografías del niño, preferentemente recientes. Tendréis que acabar eligiendo sólo una. Primero, analizáis el gesto de la cara, qué sentimientos expresa (estaba alegre, enfadado, preocupado…). Es un primer criterio para valorar las fotografías, si sólo muestran la imagen o si, además, tienen contenido expresivo. Seguís seleccionando, según los recuerdos que despiertan: fue un día divertido, feliz… Después se juzga el encuadre, el entorno, los colores… La fotografía mejor valorada se coloca en un lugar destacado de su habitación.
Otro día, vamos a un museo o exposición de pintura, procurando detenernos ante obras que puedan impresionarle y dialogamos con él sobre los cuadros tal como hicimos a propósito de las fotografías.
4. La Arquitectura: nos disponemos a imaginarnos «nuestra casa ideal»: primero dónde la levantaríamos, porque una construcción debe armonizar con el entorno y no deslucirlo; qué formas le daríamos -fachadas, puertas, ventanas-; materiales, colores. Luego pasamos al interior, cómo serían las estancias -dormitorios, salón, comedor*- qué tipo de muebles nos gustarían…
Luego lo podemos llevar de paseo por la ciudad para ver distintos tipo de edificaciones, unas hermosas y adecuadas al entorno y otras que pueden suponer una auténtica agresión. Si tenemos ocasión, visitamos un edificio señorial, por ejemplo un palacio, para contemplar los lujos de una epoca que hoy consideraríamos incómodos.
Consejos para despertar intereses culturales en los niños
– Entre los 6 y los 9 años, tu hijo aceptará encantado cualquier ocasión de actividad compartida con vosotros, el contenido es lo de menos: salidas, visitas, narraciones, lecturas, dibujos… Es una buena época para acostumbrarle a este modo de ocio, que más tarde os reclamará el mismo.
– Entre los 10 y 12 años, el niño se hace más curioso y puede empezar a despertar intereses hacia diferentes manifestaciones de la cultura y el arte. Le empezarán a importar las ideas y aficiones de los demás, y especialmente las vuestras para confrontarlas con las suyas. Os encontraréis en el mejor momento para esas actividades compartidas de contenido cultural.
– Hay muchos libros adaptados para los más pequeños con bonitas ilustraciones, que cuentan la vida de un artista o que explican de modo sencillo los secretos de la música. Aprovechad cualquier ocasión para regalarle cultura a través de estas «pequeñas» obras maestras.
– No te obsesiones con el tema de las actividades culturales. Debéis adaptarlas a vuestra familia y ritmo particular, al tiempo que lo combináis con otras salidas. Lo importante es que lo planeéis con ilusión, haciéndolo apetecible, con la participación de todos e incluso invitando a familias amigas.
– Aprovecha las posibilidades que ofrece Internet. Sentaos con los niños en el ordenador, investigad, entrad en las páginas de los museos, leed sobre lo que iréis a ver. De este modo, una vez frente a la obra de arte, el niño podrá aprovechar más lo que tiene ante sus ojos.
Existen variadísimas ocasiones, en el día a día, en las que podéis enseñar a apreciar la belleza a vuestros hijos. Aprovecha la materia que den en cada trimestre y organizar una actividad relacionada. Algo tan sencillo como visitar el Museo Arqueológico cuando den -en Conocimiento del Medio- la Prehistoria, o planificar una excursión para conocer una iglesia renacentista al estudiar los S. XV y XVI.
María Lucea
Asesora: Mª Ángeles Almacellas
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