“No, mamá. No me mandes a leer. Déjame ver la tele, porfa”. Es muy probable que muchos padres hayan oído frases similares. ¿Cedieron? Estas líneas van dirigidas a los que lo hicieron. También a los que no leen por falta de tiempo. Pero sobre todo, a aquellos que desde la escuela, la familia y otras instituciones luchan porque niños y adultos no dejemos de leer. La labor que realizan es encomiable. Gracias.
Y es que hoy sabemos que la lectura tiene efectos muy beneficiosos en el ser humano. Afecta al ánimo, al desarrollo cognitivo… e incluso al cerebro. Saber lo que perdemos cuando renunciamos a ella es hoy un objeto de análisis más que obligado. Es una pena que tengamos que abordar este tema, porque hubo un día en el ser humano dio un paso más allá de lo imaginable. Logró transformar el lenguaje oral en símbolos. Y durante generaciones la palabra escrita nos permitió aprender y disfrutar del tiempo libre. Entonces había poca competencia.
Pero hoy todo ha cambiado. La lectura cuenta con muchas amenazas. Las nuevas tecnologías han revolucionado el ocio y sobre todo el acceso al conocimiento. Y qué no decir del tiempo; Ni siquiera los niños disponen de él: extraescolares, deberes, baño, cena… A pesar de todo, los datos sobre los hábitos lectores de los españoles, no son del todo malos. O ¿tal vez sí? Según el último informe de la Federación de Gremios y Editores de España poco más de la mitad de la población española suele leer en su tiempo libre.
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