El hijo mediano puede sentirse desconcertado, ya que no va a gozar del protagonismo y la importancia que se le da al primogénito, ni de los aparentes mimos que piensa que recibe el pequeño. En ocasiones, los medianos suelen ser los más olvidados de la familia. ¿Cómo educar al hijo sándwich para que se sienta igual de querido?
Los especialistas aseguran que el lugar que ocupa un hermano puede influir en el desarrollo de ciertos rasgos de su personalidad. Pero la posición no es el único factor que marca la singularidad de la persona, ya que influyen otras características: el carácter del niño, la forma de relacionarse en grupo, el ambiente cultural y fundamentalmente, la forma de crianza de los padres.
Son los padres los que suelen tratar a un hijo de manera diferente según sea el hijo mayor, mediano o pequeño. Por ejemplo, al primogénito siempre se le dice: «Teresa, ayúdame que eres la mayor, tienes que ser la más responsable». En cambio, esta misma indicación se omite muchas veces con el segundo hijo, que también debe tener responsabilidades.
La educación del hijo mediano: los mismos valores para todos los hermanos
Ya sea el mayor, el mediano o el pequeño, es esencial que nuestros hijos, sobre todo el del medio, aprendan que sus hermanos no son rivales, sino compañeros muy especiales, al que se les quiere más que a los amigos. También es importante que tengamos en cuenta que a cada uno hay que tratarle personalmente, según sus características y no por el lugar que ocupa. «Actuar de forma justa no significa trabajar de idéntica forma, pero sí con los mismos valores», afirma la psicóloga Mª Jesús Alava. Darle a cada uno lo que necesita, eso es lo justo.
Por otra parte, no siempre el mediano tiene que ser el más sacrificado, ni el mayor el más responsable. Cada uno debe actuar con responsabilidad y con sacrificio, no por el lugar que ocupa, sino porque les queremos transmitir los mismos valores.
Cuando el mediano es del mismo sexo que el mayor
Un hijo mediano puede pasar desapercibido y recibir menos atención de sus padres, fundamentalmente cuando nace del mismo sexo que el mayor. Al ser el segundo hijo o la segunda niña, los padres, sin darse cuenta, le tratan con menos protagonismo y el niño puede llegar a sentir que le quieren menos. Si a esta circunstancia se añade un carácter tímido del segundo, un niño «normalito», sin nada aparentemente especial, los padres pueden acostumbrarse a un mediano que no da problemas, «un niño corriente». Hay que tener presente que un niño es sándwich si no logra hacerse un espacio propio como individuo diferente a sus hermanos.
Así, nuestro hijo mediano puede acarrear una serie de riesgos si:
– Es del mismo sexo que el mayor y no cuenta con el factor sorpresa de ser diferente.
– Acude a las mismas actividades que el mayor (los dos a fútbol, las dos a ballet), y siempre el mayor le saca ventaja.
– Se siente menos protagonista entre un hermano mayor que tiene todos los derechos y es tratado como un adulto, y el hermano pequeño, que goza de más mimos de sus padres y parece disfrutar de todos los privilegios.
Síntomas del desconcierto del hijo mediano: ¿cómo atajarlos?
De esta forma, el hijo de en medio puede ir creciendo con la sensación de que no es importante, de que sus padres le dedican menos tiempo, de que le quieren menos, de que nunca estará a la altura del mayor, de que las cosas que él hace no causan sorpresa porque «ya antes las ha hecho el mayor», y de que tienen «menos gracia» que las que hace el pequeño o la pequeña.
El mediano puede sentirse desconcertado, ya que no va a gozar del protagonismo y la importancia que se le da al primogénito, ni de los aparentes mimos que piensa que recibe el pequeño. De esta manera, vuestro hijo mediano puede desencadenar una serie de síntomas de comportamiento y de carácter, que hay que detectar a tiempo, con el fin de elevar su autoestima y que se sienta tan importante como sus hermanos:
– Reservado e introvertido: si el mediano no encuentra el apoyo que necesita de sus padres, se acostumbrará a guardarse sus problemas, a no comunicarse en casa. Pensará que el tiempo de mamá y papá es para el mayor o el pequeño. Nosotros pensaremos que es un niño que no da problemas. Sin embargo, quizás «toda la procesión la lleva por dentro». Debemos estar vigilantes cuando observemos que no cuenta sus cosas, para ayudarle a sacar sus problemas.
– Busca la ayuda fuera de casa: junto al síntoma anterior, puede ocurrir que el mediano busque esa aceptación y esa ayuda fuera de su propia familia, si no encuentra el reconocimiento en sus padres. Eso le generará un estado de desconfianza hacia sus padres.
– Llama la atención: que lo hace de diversas formas, con trastadas, sacando malas notas, se convierte en el payaso permanente de la clase, etc. Busca llamar la atención,porque adolece de ella en casa.
– Problemas de adaptación:puede ocurrir que el mediano tenga problemas para relacionarse con sus hermanos al no encontrar ese espacio propio en casa, y su comportamiento derivará en envidias y celos. Esta actitud a su vez, la trasladará al colegio, donde también tendrá problemas para relacionarse con sus compañeros.
– Se siente incapaz de competir: si tiene un hermano mayor lleno de éxitos y alabanzas de sus padres, y el no recibe la misma atención, se sentirá incapaz de competir, de aprender, de luchar por lo que quiere ser, es decir, se postergará, sin apenas ilusión por mejorar y conseguir cosas. Frente a este síntoma, tenemos que apoyarle y ver con él, las habilidades y cualidades que tiene.
Patricia Palacios.
Asesora: Mª Jesús Álava. Psicóloga Clínica del Centro de Psicología Álava-Reyes.
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