Imaginemos que tratamos de leer un texto o una simple frase y las letras comienzan a moverse y cambian de posición, nos resultaría muy difícil comprender cada palabra y mucho más aún el texto completo. Algo parecido a esto es lo que sucede en la mente de un niño o niña con dislexia cuando intenta leer o escribir.
¿Qué es la dislexia?
La dislexia es una dificultad de aprendizaje que afecta a los procesos de lectura y escritura, pero «en muchas ocasiones no es detectada y, como consecuencia, tampoco es tratada de manera adecuada, dando lugar a elevados índices de fracaso escolar», según afirma Celia Rodríguez, psicóloga y pedagoga.
Así, los niños y niñas disléxicos no tienen una capacidad inferior para el aprendizaje, sino una manera diferente de procesar la información que habitualmente dificulta su proceso educativo. Por eso, tienen unas necesidades didácticas específicas que deben ser consideradas y atendidas de forma particular en el aula.
Dislexia: grandes barreras en el aprendizaje
Tradicionalmente, los métodos de presentación y evaluación de contenidos se basan en el lenguaje escrito y en muy pocas ocasiones se da cabida a otras vías de aprendizaje. Por ello, los niños y niñas con dislexia encuentran a menudo grandes barreras derivadas de estos sistemas tradicionales. De este modo, la psicóloga Celia Rodríquez afirma que «si damos respuesta a las necesidades del alumnado con dislexia no tiene por qué aparecer el fracaso escolar, así que la causa de dicho fracaso es fruto de la ausencia de atención a sus necesidades específicas».
En este sentido, la labor de educadores y centros educativos ha de ser la de proporcionar los medios, recursos y métodos necesarios para que los niños y niñas con dislexia puedan desarrollar estrategias de aprendizaje adecuadas a sus características, que les permitan avanzar en su proceso educativo.
10 reglas básicas para atender la dislexia en el aula y evitar el fracaso escolar
1. Dedicar más tiempo y refuerzo a las actividades de lectura y escritura. Para ello se pueden usar diferentes materiales o actividades: matrices de letras, buscar letras específicas, análisis de los sonidos de los diferentes grupos de letras, cambiar letras y buscar nuevos sonidos, etc.
2. Explicar al niño o niña que padece dislexia en qué consiste su dificultad y evitar perjudicar su autoestima.
3. Cada vez que se enseñe una palabra, acompañar el sonido con la escritura de la palabra. Sobre todo con palabras más difíciles o técnicas, enseñar cada palabra cómo se escribe y cómo suena.
4. Animar al niño o niña para que dedique tiempo a la lectura y trate de comprender el mensaje del texto. Comenzar por frases, y poco a poco de manera gradual ir aumentando el nivel de frases a párrafos y a textos. Lo importante es que comprendan lo que leen.
5. Explorar vías alternativas para presentar los contenidos: una película, canciones, aprendizaje cooperativo, exploración y experimentación.
6. Respetar sus características y dejarles tiempo para que adquieran los aprendizajes, a veces pueden tardar un poquito más.
7. Utilizar el refuerzo positivo con cada uno de sus logros y animarles a seguir avanzando.
8. Enseñarles a aprender de sus errores. En lugar de reñirles por equivocarse siempre en lo mismo o por no darse cuenta, se debe ayudar a encontrar el error y a aprenderlo.
9. Evitar presiones innecesarias que solo contribuyen a generar tensión en el aprendizaje y obstaculizar su avance.
10. Evitar comparar, juzgar y criticar al niño o niña. Cada uno tiene su manera de aprender, ninguna forma es mejor o peor, solo son distintas.
Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria. Especialista en pedagogía y psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.
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