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Cómo controlar las rabietas infantiles

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Cómo controlar las rabietas infantiles
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Cuando aparecen las rabietas infantiles por primera vez, es preciso actuar de la mejor manera posible para que esta actitud no se haga crónica. De hecho, las primeras rabietas pueden ser positivas porque empiezan a marcar la personalidad del niño. Pueden ser una señal de que están empezando a crecer. Pero, ¿cómo controlar las rabietas infantiles?

El peligro está en que nuestra respuesta sea complacer al niño, evitar el conflicto y, por lo tanto, darle lo que está demandando. El niño aprenderá así que ese es el modo que tiene de lograr las cosas, una forma sencilla y cómoda. Sin embargo, las consecuencias que tiene esa forma de relación entre padres e hijos son negativas, y suponen un fuerte desgaste para los padres.

Cómo evitar que las rabietas sean continuas

Para evitar que se produzca una rabieta de manera continua es importante el «no» como respuesta a lo que el niño está demandando. Aprenderá así que no todo lo que quiere lo puede lograr o que no todo lo que le apetece es lo más adecuado. En caso de que el no sea insuficiente y el niño continúe reaccionando con una rabieta o con una conducta desadaptada (llantos, pataleos, gritos…), el mejor modo de acabar con ello es la ignorancia. Si el niño ve que ante esa conducta no obtiene respuesta ni llama nuestra atención, llegará un momento en que se canse y desista.

Para actuar de manera adecuada y llevar a cabo bien esa ignorancia es importante que los padres sean constantes, que siempre reaccionen de la misma manera y que sean fuertes.
Hay ocasiones en que las rabietas son numerosas. Se producen a lo largo del día por diferentes motivos y no siempre estamos preparados para reaccionar adecuadamente. Hay que observar en qué situaciones se producen de manera más habitual y plantearse eliminar esas situaciones inicialmente. Es conveniente centrarnos en objetivos concretos. Conforme vayamos eliminándolas, podremos centrarnos en otras. Llegará así el momento en el que esta forma de educar y reaccionar por parte del adulto se generalice y el niño interiorice esta medida.

Aprende a ignorar sus rabietas infantiles

No siempre es posible o sencillo ignorar las rabietas, bien porque pueden hacerse daño, bien porque nos dejan en evidencia o porque el contexto no es el adecuado. En la medida de lo posible, hay que intentar utilizar la ignorancia como estrategia generalizada pero, en estos casos puntuales, puede ayudar sacar al niño de la situación que está provocando el enfado, para evitar las posibles consecuencias, pero sin demasiadas explicaciones.

Si no se puede ignorar, tampoco se llevará a cabo otro tipo de actuación como represalias o sermones. En este caso, no habría ningún tipo de respuesta por nuestra parte y, una vez que podamos hablar con él en un contexto más relajado, hay que hacerle saber que no ha actuado de manera adecuado o, en caso que haya logrado lo que quería, dejarle muy claro que no era porque él lo había pedido, sino por las circunstancias. Si esto resulta complicado y, debido al contexto vemos difícil evitar darle lo que realmente quiere, es importante, si se lo vamos a dar, hacerlo de tal manera que parezca que ha sido nuestra idea, no porque él lo pide, sino porque nosotros hemos decidido que es buena idea concedérselo. La clave está en que aprenda que las cosas no se logran de ese modo.

El refuerzo positivo

Finalmente, lo que reforzará un comportamiento adecuado es que, cada vez que actúe de manera positiva o pida las cosas como debe, nosotros tengamos la capacidad de darnos cuenta de que está actuando bien y reconocérselo para que aprenda que de esa manera sí consigue nuestra atención y nos hace estar contentos y orgullosos. Como el niño demanda constantemente atención, le gustará que se la prestemos y, probablemente, repetirá esas acciones para, en el futuro, contar con nuestra aprobación. No obstante, aunque las rabietas son propias de la primera etapa infantil, siempre habrá momentos en los que sean su único recurso para conseguir lo que quieren.

Rabietas por cariño

Aunque la mayoría de las rabietas surgen por caprichos, en ocasiones puntuales, pueden ser señal de que necesiten afecto o que el enfado que les está provocando la rabieta les desquicia tanto que ignorarles les excita todavía más.

En estos casos, es necesario calmarles pero sin decirles nada, ni explicarles por qué no podemos concederles lo que quieren o no deben comportarse así, porque ya lo saben. Tenemos que seguir sin hacerles caso pero, en ocasiones, necesitan un abrazo o una muestra de cariño. Una vez les hayamos tranquilizado ya podremos hablar con ellos de lo ocurrido. Siempre y cuando veamos que al ignorarles se ponen todavía peor, pondremos en práctica este método pero después de que pase un tiempo prudencial ya que si siempre se les ignora desde el principio se enfadan todavía más.

Esta pauta suele ir dirigida a niños especialmente tozudos o que pasan una temporada más delicada, están más mimosos por la llegada de un hermano o por cambios en la familia y la rabieta es una respuesta a esa inseguridad y a ese miedo y una petición de cariño.

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