Los cuentos que nos han llegado gracias a abuelas, bisabuelas, mamás y papás… no son los únicos que podemos contar a nuestros hijos: el universal arte de cómo contar cuentos a los niños engloba también el no menos meritorio talento de inventarlos o reformarlos a nuestro-su gusto para fomentar la creatividad y desarrollarla a medida que vamos tirando del hilo.
¿Cómo contar cuentos a los niños de todas las edades?
«Érase una vez…» ¿Quién no recurre todavía a esta curiosa fórmula con la que empiezan todos los cuentos? La escuchamos infinidad de veces en nuestra más tierna niñez, y aún hoy encontramos un cierto placer en repetirla cuando nuestros hijos -siguiendo una de las más ancestrales costumbres humanas- nos requieren y exigen: «¡Anda! ¡Cuéntame un cuento!». Los cuentos estimulan nuestra capacidad de autosugestión.
Caperucita, Blancanieves, Hansel y Grettel… son cuentos que surgen entonces de nuestra memoria, junto a un sinfín de siempre eternos relatos que continúan vivos gracias a la más pura tradición oral. Pero, cómo contar cuentos a los niños con arte, con gracia, y por qué no, con magia.
Trucos para contar cuentos a los niños
Para contar bien un cuento, ¡hay que vivirlo! Contar un cuento no ha de ser necesariamente una tarea voluntariosa y forzada. Adentrándonos en el mundo de nuestros hijos será fácil dejar volar nuestra imaginación y, mientras más vivamos nosotros la aventura de crearlo, más disfrutarán ellos con el relato.
– Gesticulad mucho: abrid la boca como si fuera la del lobo, andad pesadamente como el oso, encogeos cuando representéis a una Caperucita asustada… ellos reirán y vosotros acabaréis creyéndolo.
– Si os «atascáis» en una escena, pedid ayuda a los chavales mayorcitos. Las ideas pueden ser de antología.
– Animad a los niños a representar el cuento conforme se lo contáis, a cantar cuando venga «al cuento», a esconderse tras la cortina cuando relatéis la aparición de la bruja, etc.
– Acostumbraos a inventar cuentos «a dúo», alternando. Esto hará el cuento aún más interesante para el niño, y le estimulará a intervenir también en el proceso.
– No dejéis los cuentos como una actividad secundaria. Son muy importantes para vuestros hijos, para su educación y desarrollo. Además de la hora de dormir, los viajes largos en coche y las tareas caseras más tediosas -plancha, limpiar macetas- pueden ser estupendas oportunidades.
Teresa Pereda
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