Educar a los niños no es una labor sencilla. Conseguir mejorar y corregir su comportamiento puede ser algo complicado. A menudo recurrimos a los castigos como recurso para penalizar malas conductas y lograr modificarlas por otras más adecuadas. Si queremos educarles es mejor hacerlo con calma porque es importante que el niño/a entienda que es lo que ha hecho mal y por qué.
El castigo crea temor y no enseña a diferenciar lo que está bien de lo que está mal. Debemos emplear el refuerzo positivo y transformar el castigo en consecuencias lógicas, como alternativas más pedagógicas que protegen el bienestar del niño/a y favorecen su aprendizaje.
Los castigos pueden dañar la autoestima de los niños
Los castigos son usados con frecuencia para penalizar el mal comportamiento infantil, como medida para corregirlo y modificarlo por otros comportamientos más positivos. Los castigos pueden parecer un recurso útil y eficaz para este propósito, pero ésta es una eficacia aparente, no real. De manera inmediata el castigo suele eliminar el mal comportamiento, pero puede tener consecuencias negativas.
Artículo relacionado:
– Olvídate de gritos y castigos: 15 consejos de disciplina positiva
Un castigo no educativo puede dañar el bienestar y la autoestima del pequeño. El castigo empleado para hacer sentir mal al niño/a suele generar violencia y tensión. La conducta se modifica porque se teme el castigo pero no se produce un verdadero aprendizaje. Al ocurrir esto serán muchas las conductas objeto de castigo ya que el niño no aprende a distinguir lo que está bien de lo que está mal, sólo a temer el castigo. Conocerá las conductas ya sancionadas pero no anticipará las posibles consecuencias de otras.
Consejos para educar sin castigar a los niños
– En lugar de castigos refuerza de forma positiva las conductas deseadas.
– Cuando tenga un mal comportamiento explícale que es lo que ha hecho mal y cuáles son las consecuencias de sus actos.
– Aplica una consecuencia lógica a su mala conducta. La consecuencia lógica debe ser consecuente y contingente a la conducta, es decir, tiene que ser una consecuencia lógica en relación con la misma. Ni demasiado exagerada, ni demasiado leve. Tiene que tener relación con la conducta y ser aplicada en un espacio temporal leve.
– Ayúdale a desarrollar la responsabilidad de sus actos. Para ello dialoga con él y trata de consensuar o pactar la consecuencia.
– Nunca amenaces, humilles o dañes al niño/a.
¿Cómo es el castigo educativo?
Los castigos pueden ser efectivos siempre y cuando se apliquen de manera educativa. Es fundamental que los niños y niñas aprendan que su comportamiento tiene consecuencias, positivas y/o negativas. No se trata de penalizar un comportamiento, sino de ayudarles a comprender las consecuencias de sus acciones. En lugar de castigos debemos pensar en «consecuencias de sus actos».
El castigo nunca debe ser humillante, violento, dañino o perjudicial para su bienestar y autoestima. Al aplicar un castigo es fundamental que los niños y niñas vean éste como una consecuencia lógica de sus actos y no una penalización de los mismos. Veamos algún ejemplo: un niño ha pintado la pared de su cuarto; para que entienda el sentido del castigo y sepa lo que ha hecho mal, podemos explicarle que ahora hay que limpiar la pared y que nos va a ayudar a limpiar lo que ha pintado. Limpiar la pared con nosotros es la consecuencia lógica de sus actos. Castigarle encerrado en su cuarto, no.
¿Es conveniente castigar a los niños?
Los castigos pueden tener importantes repercusiones negativas. Es por ello que castigar de manera violenta y sin sentido no es conveniente ya que estos castigos no educan. En lugar de castigos aplicaremos consecuencias lógicas a sus actos. Aplicar consecuencias lógicas sí es conveniente y sí es educativo ya que el niño/a comprende que es lo que ha hecho mal. Comprende que sus actos pueden ocasionar daños y aprende a ser responsable de los mismos. Un castigo que sea humillante o desproporcionado es perjudicial.
Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria, especialista en Pedagogía y Psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende.
Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura
Te puede interesar:
– 7 consejos para regañar a tus hijos de buenas maneras
– Paciencia, el ingrediente básico para educar mejor
– Educar con calma: el secreto del equilibrio emocional
– Consejos para mantener la calma cuando los niños se portan mal
– Mantener la calma en las discusiones con hijos, cómo conseguirlo