De los 8 a los 12 años, existen una serie de virtudes nucleares en las que debemos incidir y sobre las que se apoyan otras como: el orden, la sobriedad, la sinceridad, el esfuerzo, el trabajo, el aprovechamiento del tiempo, la generosidad, la justicia, la obediencia, la solidaridad, el compañerismo, la responsabilidad, la alegría y el optimismo. Todas ellas las adquieren los hijos a través de las vivencias más corrientes de la vida en familia.
Virtudes y valores: claves para educar
La virtud es un hábito incorporado a la vida, mientras que el valor puede ser un simple punto de referencia mental. Las virtudes humanas reflejan la realidad de la excelencia humana; los valores son un dibujo de lo que entiende el sujeto que es la realidad. Si el dibujo está bien hecho, los valores reflejarán las virtudes; si el individuo no percibe correctamente la realidad de las cosas, no habrá correspondencia entre realidad y valor.
Las virtudes son hábitos operativos que se adquieren por la repetición de actos y que facilitan obrar en ese determinado sentido, por ejemplo, decir siempre la verdad, en el caso de la virtud de la sinceridad; o, pensar en los demás, en el de la generosidad.
Educar el ‘ser’, no el ‘hacer’
Al plantearnos qué tipo de adulto queremos que llegue a ser nuestro hijo, puede venirnos a la cabeza qué profesión escogerá, pero los hijos no son el resultado de las notas escolares, son un conjunto de esfuerzos por llegar a «ser» ordenados, generosos, responsables, leales, bondadosos, etc., pero sobre todo, seres felices.
Para ello, tendremos que ayudarles a desarrollar el autodominio, la fuerza de voluntad, la autoestima, el olvido de sí mismos o la alegría, entre otros. Así, les enseñaremos a «ser ordenados» en su porte personal y en la administración de su esfuerzo y de su tiempo; a «ser trabajadores» en su constante aspiración para terminar bien las cosas; a «ser generosos» al compartir tanto sus cosas como su vida con los que les rodean; o, a «ser responsables» actuando libremente, pero muy comprometidos con sus obligaciones. Es decir, la clave de una buena educación se encuentra en acompañar a los hijos en el logro de las virtudes.
Errores que cometemos los padres
Algunos padres, al hablar de sus hijos, se limitan a explicar lo bien o mal que van en el colegio, como si su educación se redujese a lograr un buen expediente académico. Esto es un craso error, pues nos limitamos a pensar en lo que harán (profesión), en lugar de reflexionar sobre lo que serán (la persona completa).
Se piensa poco sobre los valores de los hijos, sobre las posibilidades con las que podemos dotarles para que rindan al máximo sus potencias: unos tendrá que responder a la sociedad con su mayor capacidad intelectual, otros con sus dotes para las relaciones humanas o quizá, con un don especial para darse cuenta del sufrimiento ajeno.
Consejos para educar en virtudes a los niños
1. Un solo acto no supone virtud, para alcanzarla hay que repetirlo y hacerlo con sentido: sabiendo qué se hace, por qué se hace y queriendo actuar así en cualquier circunstancia y ambiente, estén otros presentes o no
2. Al mejorar una cualidad de la persona, ésta mejora en su conjunto, es lo que se conoce como «el principio de armonía de las virtudes».
Ana Aznar
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