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Casi la mitad de los niños superdotados puede sufrir fracaso escolar

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MADRID

Actualmente se estima que en España hay alrededor de 350.000 niños superdotados, de los que hasta un 98 por ciento está sin diagnosticar, lo que impide que reciban la atención educativa que necesitan y, a su vez, hace que entre el 35 y 50 por ciento de estos menores llegue a sufrir fracaso escolar.

Así lo ha asegurado la doctora María Isabel Peguero, pediatra especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, de Almendralejo (Badajoz) que lamenta que este infradiagnóstico se deba a la falta de «centros especializados e integrados» para detectar y abordar esta capacidad.

«Actualmente donde se diagnostica es en el colegio, donde se hace bien, pero falta personal», ha apuntado esta experta. Además, ha añadido, los que se detectan en los centros educativos son «los que no dan ningún problema y resaltan por sus buenas notas».

El problema, asegura Peguero, es que «muchos de ellos pasan desapercibidos» y hasta que no fracasan «no se les presta la atención que requieren».

«El diagnóstico fiable se suele realizar de los 4 a los 7 años, porque antes pueden tratarse sólo de precocidades», ha admitido esta experta. «Casi todos los niños superdotados han sido precoces pero, cuando llegan a edad escolar, es cuando se ve su perfil de curiosidad, individualismo, intensidad, que le aburren muchos temas o tienen necesidad de leer».

Sin embargo, si a estos niños no se les ajustan los métodos de enseñanza a sus altas capacidades, con el tiempo corren el riesgo de que baje su rendimiento académico por falta de motivación.

Asimismo, también suelen aparecer problemas de sociabilidad, «sobre todo, ante la falta de modelos sociales con los que el niño pueda identificarse», matiza la doctora Peguero.

Lo positivo, ha asegurado, es que «cuando a estos niños se les adapta la educación a sus características y necesidades, su evolución es rápida y espectacular. Son niños que aprenden de forma diferente, nada más».

Por ello, esta experta defiende que, ante «cualquier sospecha», se someta a estos menores a pruebas psicométricas, que establezcan si el niño tiene un coeficiente intelectual por encima de 130, según la franja de Wechsler, que deben complementarse con una evaluación individual del menor a fin de conocer «cómo interviene su parte emocional y su madurez».

De hecho, Peguero reconoce que la superdotación puede llegar sin diagnóstico incluso a edad adulta, aunque a estas edades «las inteligencias se van ya nivelando». «Posiblemente la gente se hace análisis de sangre pero nunca se han sometido a un test de inteligencia, porque tampoco lo han necesitado», ha reconocido.

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