Entre los 6 y los 12 años de los niños, es decir, durante la Educación Primaria, tenemos que animar a nuestros hijos a aprender a ser responsables para que piensen cada acción, vean los pros y los contras, y haciendo uso de su libertad, elijan lo que más les conviene, no lo que más les apetece.
El miedo a la responsabilidad supone una visión desenfocada de la libertad, no apreciar que los compromisos atan pero a la vez protegen. Aprender a ser responsable supone asumir que los compromisos son buenos, nos hacen madurar y nos proporcionan la alegría de ser consecuentes con nuestras decisiones, a pesar del esfuerzo que éstas supongan.
¿Cómo desarrollar la responsabilidad en los niños?
1. Potenciando su capacidad de auto-dirigirse, dejándoles actuar con autonomía e iniciativa al encomendarles responsabilidades.
2. Dándoles respuestas con frecuencia para que sepan cómo lo están haciendo, reconociendo de modo manifiesto lo bien hecho, de tal manera que les genere satisfacción propia.
3. Ayudándoles a reflexionar y a pensar, haciéndoles conscientes de las consecuencias de sus actos. El objetivo de la educación de las virtudes es precisamente el de integrar la razón, la voluntad y el sentimiento, en cada actuación de la persona.
4. Hablándoles desde que son bien pequeños y facilitándoles el escucharles a solas, con una escucha activa. La comunicación familiar y el diálogo es pilar clave que facilita la cercanía a los hijos con un clima de confianza, en el que salga de ellos contarnos sus cosas.
5. Con tareas concretas que ejerciten la responsabilidad:
– Tener encargos que faciliten la unidad familiar y un clima positivo, relacionado con la buena marcha de la casa gracias al esfuerzo de cada uno por cumplirlo bien y a tiempo.
– Ocuparse de sus cosas, como prepararse su mochila, su ropa, su maleta de viaje…
– Ordenar su habitación, incluyendo el hacerse la cama.
– Tener y cumplir un horario de estudio, en un ambiente silencioso que facilite el trabajo bien hecho.
– Cuidar a un bebé o un hermano más pequeño.
El niño obediente no siempre es responsable
Es cierto que, con frecuencia cuando los niños aprenden a ser responsables, se confunde la responsabilidad con la obediencia, pues ejecutar órdenes no significa ser responsable. En ocasiones, cuando se obedece puede hacerse para agradar a la otra persona, evitar un castigo, conseguir un privilegio, etc. Aquí, tanto la motivación como la decisión son externas al niño. Sin embargo, la persona actúa responsablemente cuando decide qué hacer y se motiva ella misma para hacerlo, lo que implica una aceptación personal y libre, con una motivación interna para llevar a cabo dicha orden.
Cuando los niños no actúan por obligaciones impuestas, no llegan a experimentar el éxito o el fracaso como consecuencia de la decisión personal tomada que le lleva a comprometerse con responsabilidad. Y tanto equivocarse como acertar son necesarios para ser responsables.
Por ejemplo, cuando ante cualquier medio tecnológico -las TIC- sólo vemos los riesgos y peligros de éstos y prohibimos a los hijos sin razonarles el porqué, ni enseñarles a usarlos responsable y libremente, mostrándoles tanto las ventajas que tienen como sus riesgos y peligros, puede que los hijos obedezcan por obligación; pero conforme crezcan y lleguen a la adolescencia, no entenderán nuestra prohibición hacia las TIC, sentirán curiosidad y de un modo u otro (cuando estén solos en casa, cuando vayan a la de un amigo, un compañero de clase que se lleva en un móvil inteligente una serie bajada de Internet…) acabarán viendo y/o utilizándolas por curiosidad natural, sin conocer nuestros criterios y dejándose llevar por el de los amigos.
Fátima Calzado
Asesora: María Cervera Gil. Psicopedagoga y Orientadora Familiar
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