MADRID, 24 Septiembre
Cuando una pareja cualquiera se plantea tener un hijo, las preocupaciones y los miedos son inevitables. Pero cuando además, está el hándicap de que esos futuros padres son sordos, es probable que esas dudas se acentúen aún más.
¿Qué ocurriría si tienen un hijo oyente?¿Podría tener una educación como la de cualquier otro niño creciendo en un contexto familiar donde se comunican por lengua de signos?.
Esas mismas dudas, le asaltaron a Ysabel Álvarez. Ella tiene sordera hereditaria y su marido se quedó sordo a los tres años sin saber muy bien el motivo. Toda su familia es sorda y desde siempre ha utilizado la lengua de signos para comunicarse y expresarse. Cuando se quedó embarazada estaba segura de que Adrián, su hijo, sería sordo, pero en realidad la probabilidad de que lo fuese era de un 50%. «Mi hijo ahora tiene 20 meses y es oyente. A pesar de que sabemos que no tiene ningún problema de audición, le tenemos que realizar pruebas hasta los tres años, debido fundamentalmente al caso de mi marido», cuenta Ysabel por correo electrónico.
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