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Claves para acercar la cultura y el arte a los niños

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Conocer, comprender, valorar y apreciar las distintas manifestaciones del arte es una inapreciable fuente de disfrute y de enriquecimiento personal. Para ello, los padres podéis habituar a vuestros hijos desde pequeños a estar en contacto y disfrutar de las grandes obras, potenciando así las aptitudes necesarias para el desarrollo del buen gusto artístico.

Dentro de los variados aspectos de la educación de los hijos, es vital que entiendan que la vida humana en plenitud no se reduce a la satisfacción de las necesidades y apetencias biológicas. Los padres debéis inculcarles la necesidad de vincularse a realidades valiosas, a valores elevados (amor, unidad, bondad, justicia, belleza…) para desarrollarse al cien por cien como personas. Por tanto, la apertura a los valores y concretamente a la belleza, no es un lujo superfluo en el proceso educativo, sino que es fundamental para la formación personal del niño, desde casa y a través de sus estudios.

¿Cómo influyen las materias escolares en el acercamiento a la cultura y al arte?

Todas las asignaturas que cursan los niños les proporcionan herramientas de acceso a la cultura y al arte, desarrollando sus habilidades perceptivas y su sensibilidad hacia las manifestaciones culturales.

–   Lengua Castellana y Literatura: se accede al patrimonio literario, se fomenta la lectura, interpretación y valoración de las obras literarias y su relación con otras producciones artísticas como la música, la pintura o el cine.

–   Lengua Extranjera: aprender idiomas les permite un acercamiento al patrimonio cultural de otros países.

–   Matemáticas: al fomentar la creatividad y el pensamiento divergente permiten, por ejemplo, apreciar la belleza de las estructuras musicales.

–   Conocimiento del Medio: aportan al conocimiento y valoración de los hechos culturales y artísticos, la comprensión del contexto social en que se produjeron, y hacen posible el análisis crítico de una selección relevante de esos hechos.

–   Educación Física: se exploran los recursos expresivos del cuerpo y el movimiento, y se reconocen y valoran manifestaciones culturales como los deportes, los juegos tradicionales o la danza.

–   Educación Artística y Música: contribuyen de forma directa a esta adquisición. Conocer los diferentes códigos y técnicas artísticas, aprender a mirar, ver, oír, observar, analizar, reflexionar y apreciar los valores estéticos y culturales de las producciones artísticas.

–   Actividades extraescolares: viajes, excursiones, visitas a museos o asistir a un concierto* facilitan ocasiones para el desarrollo de esta competencia.

El ambiente que se respira en casa

Asimismo, no es menor la contribución de la educación familiar al desarrollo y adquisición de la competencia cultural y artística. Posiblemente, vuestro hogar está más lleno de referencias culturales que el colegio de vuestro hijo. Es en casa donde los niños pueden aprender a hacer un uso activo del ocio y del tiempo libre, en el que los contenidos culturales tengan un papel destacado.

Vuestro ejemplo es la principal metodología para este aprendizaje. Si ven a papá y a mamá leyendo, escuchando música, interesados por el cine más allá del puro entretenimiento, valorando y disfrutando de distintas manifestaciones culturales, o que se aventuran en la creación y expresión literaria o artística…, estaréis en mejores condiciones para trasmitir esos hábitos y aficiones a los hijos, que los padres que optan por un tiempo de ocio basado en distracciones pasivas.

Arte y cultura: proponer, nunca imponer

Además del ejemplo, los padres podéis favorecer el desarrollo de esta competencia en los niños planteando actividades compartidas: leer o escuchar música juntos, seleccionar programas de televisión o películas para ver y comentar en familia, visitar monumentos, museos, exposiciones; hacer con ellos excursiones y viajes, documentándolos juntos previamente y elaborando después una reseña del viaje, el álbum de fotos, etc.

Pero la clave para desarrollar aficiones comunes está en el disfrute que produce a ambas partes: si vosotros no os recreáis en la actividad propuesta, si sólo participáis en ella por iniciar al hijo, y si el hijo se siente forzado o participa sólo por complaceros, se habrá dado la ocasión, pero es muy improbable que llegue a convertirse en costumbre. En este campo no funcionan las imposiciones, las programaciones unilaterales o el voluntarismo educativo, pues provocaríais rechazos perdurables cuando pretendíais crear apegos.

María Lucea
Asesora: Mª Ángeles Almacellas

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