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10 consejos para evitar las rabietas de tus hijos

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Si tu hijo tiene entre 1 y 4 años, es probable que vivas con miedo a sus explosiones y rogando para que su siguiente rabieta, berrinche o pataleta no sea en la consulta del médico o delante de los demás padres cuando le recojas en el colegio. Si quieres educarle y ahorrarte estas escenas, aquí tienes 10 consejos para prevenir las rabietas de tus hijos.

10 consejos útiles para evitar las rabietas infantiles

1.   Mantén la calma

Los niños a estas edades aprenden más por el ejemplo de sus padres que con cualquier charla o explicación que puedan recibir. Si acostumbras a tu hijo a expresar con gritos o malos modos el estrés que sufres cuando conduces, trabajas o ves un partido de fútbol, lo más probable es que te imite. Si quieres criar a un hijo tranquilo intenta mantener siempre la calma y no perder el control con las frustraciones del día a día (por lo menos cuando él esté presente).

2.   Elige tus batallas

Dada su propensión a todo aquello que puede matarles (enchufes, cuchillos, sartenes hirviendo…) y vuestras discrepancias sobre lo que creéis que se debe hacer en cada momento, tu hijo acaba teniendo la sensación de que te pasas el día diciéndole que no. Por eso llega un momento en el que la palabra pierde su efecto y tienes que pasar al siguiente nivel (gritos, castigos…) y antes de que te des cuenta estos también han dejado de funcionar y te has quedado sin armas. Para que tu hijo esté más dispuesto a obedecer y acepte que «no es no», deja pasar las pequeñas cosas que no tienen mayor importancia y limita el número de reglas que le impones.

3.   No intentes que reprima sus emociones

Consejos para evitar las rabietas de los niños

Los niños adoran a sus padres, pero también pueden tenerles miedo. Si le das una torta y gritas «he dicho que no», tu hijo hará todo lo que pueda por reprimir lo que está sintiendo por miedo a una torta mayor o más gritos. No es que debas dejar que tu hijo juegue con algo peligroso o se salga con la suya, sino que debes estar preparado para su respuesta cuando vea que no puede salirse con la suya. Aunque parezca que somos alérgicos al llanto de los niños pequeños, no pasa nada por dejarles desahogarse.

No debes ni callarle con gritos y castigos ni sobornarle para que deje de llorar o acabe con su rabieta. A estas edades las emociones están a flor de piel y todo lo que sienten es 3 veces mayor de lo que podemos sentir los adultos. Si quieres que aprenda a manejar sus emociones primero tienes que dejar que las sienta.

4.   Ofrécele tu ayuda

Muchos de los disgustos que tienen los niños pequeños se deben a cosas que no son capaces de hacer. Muy pocos son los que pueden intentar hacer algo una y otra vez manteniendo la calma; la mayoría se frustra al tercer intento y pierde los papeles. Y a estas edades todo les parece difícil. Echarle una mano a tiempo puede ahorrarte muchos disgustos. Con solo dos palabras («¿te ayudo?») resuelves la situación y le ayudas a permanecer tranquilo.

5.   Ten a mano un tentempié

Los adultos no son los únicos a los que el hambre les puede poner de mal humor. A los niños pequeños también les afecta y de hecho lo hace en mayor medida. Nunca te olvides de llevar algo encima si salís al parque o a dar un paseo para que no pase mucho tiempo sin llevarse nada a la boca. Es importante que elijas bien los snacks: mejor que tengan muchas proteínas y algo de grasas (que sean poliinsaturadas o «grasas buenas» como las de las nueces y almendras o las del aceite de oliva).

6.   Que no se salte la siesta

Muchos padres creen que cuanto menos duerma el niño durante el día, mejor dormirá por la noche. Pero las reglas de los adultos rara vez son aplicables a los más pequeños. A estas edades los niños necesitan entre 12 y 14 horas de sueño al día. Si está de mal humor y no es por hambre, lo más seguro es que no haya dormido lo suficiente. Acostúmbrale a dormir siempre una buena siesta después de comer.

7.   Daros un paseo

Cambiar de ambiente puede hacer maravillas con una mente frustrada y no hay nada que relaje más que una buena dosis de aire fresco. Así que cuando veas que empieza a torcerse, sácale a dar un paseo. Pero ¿y si hace frío? Le pones un abrigo. Hay que evitar que estén mucho tiempo encerrados así que (a menos que haya un huracán fuera) no hay excusas para no salir a darse un pequeño paseo. Veinte o treinta minutos pueden poner el contador de su paciencia a cero.

8.   Distráele con humor

Bien usado, este consejo puede ser increíblemente efectivo. Señala cualquier cosa que pueda llamar su atención y hazle preguntas fáciles que le puede hacer ilusión contestar. Finge que no tienes ni idea de la respuesta y sorpréndete con cada cosa que te «enseñe». Y si gastas un par de bromas mejor. Está demostrado que la risa reduce el nivel de las hormonas que regulan el estrés y aumenta los niveles de sustancias como la serotonina que tienen efectos calmantes.

9.   Avísale con tiempo

La capacidad emocional de los niños a estas edades es muy inferior a la nuestra y es raro que reaccionen bien si se les priva de su diversión de forma repentina. Avísale con tiempo cuando se esté acercando la hora de irse a casa, de apagar la televisión o de bañarse para que sepa lo que le espera. Si le vas recordando que el tiempo se está acabando, mejor. Además, alterna frases como «5 minutos más» con «qué pena que no podamos quedarnos» o «sé que es un rollo irse al baño». Aunque parezca absurdo, les ayuda mucho que vean que les entiendes.

10.   Cede el control

La cantidad de decepciones que se lleva un niño al día es capaz de enfadar a cualquiera. Muchas de las cosas que quieren tocar o hacer están prohibidas y esto les frustra mucho. Para crear la ilusión de que tiene el control déjale elegir a él cosas que no tengan importancia. Antes de iros del parque prueba con: «¡Venga, una última cosa! ¿Qué prefieres, tirarte por el tobogán o columpiarte?». Así sentirá que tiene algo de control y que él también toma alguna decisión.

Aunque los sobornos o los gritos a veces parezcan la solución más fácil y efectiva, a la larga agradecerás haber aplicado estos consejos, especialmente en los duros años de la adolescencia. Esforzarte más cuando tiene 2 o 3 años puede ahorrarte mucho trabajo cuando tenga 15 o 16; se convertirán en personas honestas e independientes (pero sin dejar de pedir tu consejo) y no en rebeldes difíciles de tratar.

Marga Wesolowski

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