Seleccionar los regalos para los niños es una tarea que requiere ciertas dosis de coordinación para no repetir entre los miembros de la familia, para encontrar el equilibrio entre capricho y necesidad… por eso, nos hemos hecho esta pregunta: ¿cuál es el mejor regalo para un niño? Los expertos de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE), asociación que agrupa a más de 70.000 profesionales de la educación, lo tienen claro: proporcionarles una educación de calidad y pasar tiempo jugando con ellos.
Más allá de los juguetes y videoconsolas, AMEI-WAECE reclama la importancia que el juego entre padres e hijos tiene para el niño y su desarrollo psicológico. Desde AMEI-WAECE recalcan que los padres tienen el rol de agente socializador para sus hijos y son representantes de la cultura en la que vive el niño, además de la influencia en la determinación psicológica y social de su hijo.
¿Por qué el juego es tan importante para los niños?
El juego es la actividad esencial de un niño sano durante la infancia. Numerosos estudios han demostrado que los niños utilizan el juego como un ensayo de la vida en sociedad. El pequeño practica la forma de relacionarse con los objetos, con los animales, con las personas y con él mismo, sin sufrir las consecuencias de posibles errores.
Los padres, cuando van a comprar un juguete, piensan en la ilusión que el niño va a vivir con el obsequio. Pero deben pensar que el juego educa y forma al niño además de servirle en su proceso de desarrollo. Por lo tanto, a la hora de escoger un juguete, es necesario reflexionar sobre qué tipo de juegos se pueden realizar con él y a qué edad va dirigido, teniendo en cuenta las características evolutivas de vuestro hijo. También recordad que, en contra de lo que podría suponerse, el exceso de juguetes no favorece el juego.
Jugar con papá y mamá en Navidad
Cuando los padres juegan con el niño, establecen una interrelación amorosa a través de la cual ofrecen experiencias y estímulos que desafían las diferentes capacidades del pequeño. Es muy importante que disfruten de la interacción y nunca se planteen el juego como un hábito o una obligación.
Tampoco beneficia que los padres alberguen expectativas excesivas planteando juegos que requieren aprendizajes que no se corresponden con el grado de desarrollo y maduración del pequeño.Tengamos siempre presente que los juguetes son sólo un medio para el juego.
El mejor y más imprescindible juguete para el niño son los padres y sus juegos.
Al jugar con tu hijo estimularás su iniciativa y abrirás la puerta de su imaginación creadora. Es el medio idóneo de conocer a tu hijo y que él te conozca, es el mayor regalo que puedes hacerle y a la vez la forma óptima de educar.
En palabras de Juan Sánchez Muliterno, presidente de AMEI-WAECE: «Vivimos en una época en que la mayoría de los padres no tienen demasiado tiempo para sus hijos. Teniendo en cuenta que los niños de hoy pasan más tiempo fuera de casa que antes y que son demasiadas las horas que están frente a la televisión, es frecuente que la comunicación entre niños y adultos falle. El juego puede servir para ampliar el campo de acción de las relaciones entre padres e hijos. El juego une al niño con los adultos y jugar equivale a conocerse mejor, a dialogar y a crear lazos más sólidos».
El valor formativo del juego compartido
En la vida de cualquier niño, el juego representa una necesidad biológica y fisiológica, el juego es para el niño un vehículo de expresión de emociones y sentimientos. Contribuye a su conciencia social y le ayuda en la adaptación al ambiente.
Gracias al juego, los niños se comunican con el mundo que les rodea. A través de este observan, actúan, descubren, conocen, percibe el espacio, a los demás niños, la naturaleza, etc. En definitiva, estructuran de forma lúdica el pensamiento y sus procesos, además de entretenerse y deleitarse.
Con el juego el niño aprende a captar las ideas y a relacionarse con otros niños y adultos.Las manifestaciones del valor formativo del juego se proyectan sobre el ámbito psicomotor al coordinar la actividad cerebral, los segmentos del cuerpo y los movimientos; cognitivo porque el niño desarrolla su forma de comprender e interpretar la realidad y de comprenderse e interpretarse a sí mismo; social al suponer una forma ideal de interrelación con adultos e iguales; emocional por ser un medio de valorarse a sí mismo de manera positiva y ajustada a las propias capacidades y, de forma global, porque desarrolla la personalidad. A través del juego, el niño va incorporando nuevos aprendizajes en su vida cotidiana.
Dentro del plano psicológico, se destaca la creatividad como una característica fundamental. En el juego el niño se siente libre para actuar como quiere, cuando quiere y con quien quiere, elige el tema de juego, el personaje que va a representar, busca los medios necesarios para realizar las actividades y exterioriza su mundo interior. El niño cuando juega se concentra, reflexiona, imagina, fantasea, es feliz, y esta felicidad contribuye a fomentar su dimensión creativa.
Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Juan Sánchez Muliterno, presidente de AMEI-WAECE
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