Ya no se puede hablar solo de televisión. Con la aparición de los canales llamados infantiles, la oferta multicanal a la carta, los videos de películas, series, animación… la oferta es infinita y las posibilidades de verlas en el universo multipantalla multiplica su atracción por las nuevas tecnologías.
Existen muchísimas series de animación dirigidas al público infantil y preadolescente, que, además de estar bien hechas (técnicamente hablando), aportan valores positivos en sus contenidos como la amistad, la familia, la sinceridad, compartir, cooperar, aceptar a los demás como son, etc. También, en estos parámetros de calidad cabe tener en cuenta el ambiente en el que se desenvuelve la historia.
Su mundo audiovisual: series que ven nuestros hijos
Mar Pons, responsable del área de análisis televisivo en la Asociación de Consumidores de Medios Audiovisuales de Cataluña, desgrana cuáles son las mejores -y peores- series que pueblan el mundo audivisual de los niños y por qué.
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Los vengadores: los héroes más poderosos del mundo. Centra su interés en las tramas de acción. Cuenta con la tradicional estética del cómic trasladada a la pequeña pantalla. En una clara representación del bien y del mal, los desencuentros sólo pueden resolverse con la dureza de la guerra. Sin presentar una violencia gratuita, sino justificada, la lucha se recrea en grandes escenarios urbanos, con abrumadores destrozos y catastróficas explosiones. Aun así, nada es sangriento ni doloroso.
Gerónimo Stilton Serie en 2D con unos personajes muy bien caracterizados que hacen un buen uso del sentido del humor. El protagonista, un ratón periodista, acompaña a los niños que van aprendiendo de su mano. Viendo esta ficción, los niños no solo disfrutarán y aprenderán que la lectura es una buena afición para ocupar su tiempo libre, sino que, además, podrán conocer conceptos de cultura general como hechos históricos y valores como el respeto hacia los demás.
El espectacular Spiderman. Esta serie, que cuenta con dos temporadas y 26 episodios, recupera la tradicional animación en dos dimensiones con aventuras llenas de acción y humor. La lucha entre el bien y el mal, encarnados en el héroe Spiderman y sus adversarios, es la base argumental de esta animación que gustará a los más pequeños a partir de 7 años.
Scooby-Doo. Misterios S.A. En esta versión los casos que la intrépida pandilla protagonista debe resolver adquieren un tono más oscuro. Además, hace hincapié en los sentimientos -amorosos? que surgen entre los componentes del grupo. Con la habitual mezcla de humor y suspense, tiene toques muy infantiles (sobre todo el guion). Sin embargo, los dibujos oscuros y la estética de los monstruos lo convierten en un producto dirigido para los niños a partir de 8 años.
No más cuentos de hadas. Planteado el particular argumento, la historia se compone con ironía y toques de agudeza. También los personajes disponen de cierto ingenio y, en general, de buen corazón. Sin destacar en la animación, que es más feísta de lo deseable, estas aventuras se narran con gracia y proponen un particular universo donde lo singular resalta sobre lo habitual y ser uno mismo tiene sus recompensas.
Los clásicos de siempre
Clásicos como Las aventuras de Tom y Jerry, Phineas y Ferb, Duck Dodgers, La tropa Goofy, Las aventuras de Tintín, Las tortugas Ninja (1990), Los autos locos, The new Looney Tunes o La pantera rosa, por citar algunas, son en opinión de Mar Pons, productos interesantes para que vean los menores. Así, afirma que al igual que en el cine el género clásico ayuda a descubrir los fundamentos de cine en general, estas animaciones son las auténticas precursoras del género.
Las series que no son adecuadas
Respecto a las series malas -o menos adecuadas para la infancia- esta experta destaca las producciones manga por su escasa calidad técnica, sus argumentos centrados en la competición o en los hechizos, entre otras cosas. En su análisis, Pons destaca que en este tipo de series del mundo audiovisual de los niños la magia, lo sobrenatural, es un componente vital y casi todo se soluciona a través de sortilegios, amuletos, hechizos, etc.
Asimismo, asegura que se promociona la competición a cualquier precio y, en muchas ocasiones, se aleja de los valores fundamentales de la familia, la sinceridad, la autoridad de los adultos, etc. Pone como ejemplo Shin Chan, Doraemon, Dragon Ball y Dragon Ball Z, One Piece, las cuales se adornan con una filosofía que sus fans (denominados Otakus) defenderán a cualquier precio y, en realidad, quien escarba en esta tendencia animada descubre un universo difícil de catalogar.
Por otro lado, Pons pone de manifiesto que existe otro tipo de producciones, americanas o europeas, que no se hicieron para el público infantil (como ocurre con Los Simpson o, en el caso del manga, con Shin Chan) pero que en nuestras cadenas de televisión se asociaron con el horario infantil. En especial destaca el catálogo que ofrece Boing, un listado de series (japonesas y de otros países) feístas y nada provechosas para los menores: Hora de aventuras, Gumball, Yo-Kai Watch, Historias corrientes, Tito Yayo, Clarence o Steven Universe.
Alicia Gadea
Asesoramiento: Mar Pons, responsable del área de análisis televisivo en la Asociación de Consumidores de Medios Audiovisuales de Cataluña
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