La cultura del patriarcado ha normalizado muchos comportamientos que se realizan en la vida cotidiana para perpetuar el dominio de lo masculino. Estas actitudes o comportamientos, que suelen pasar inadvertidos, son lo que ahora se denominan micromachismos y son tan sutiles que no suelen detectarse.
Para educar en una igualdad de género real a los niños es importante empezar a darnos cuenta de cuáles son estos micromachismos que, sin ser conscientes, transmitimos de generación en generación y se adoptan en la infancia.
En el tema de la igualdad de género, de las diferencias entre hombres y mujeres, todavía queda un largo camino por recorrer, aunque en las últimas décadas en los países desarrollados se ha avanzado mucho. La mayoría de los expertos en el tema coinciden en afirmar que el cambio pasa por una transformación social en hábitos y costumbres, pero también en conceptos básicos que equiparen a la mujer con el hombre en todos los ámbitos.
Los micromachismos se transmiten culturalmente y crean un nicho de razones, intereses y privilegios masculinos, que generalmente no se reconocen. Como explica la psicóloga Ana Herrero, coordinadora del departamento de Orientación del grupo Brains International Schools, «los niños aprenden por sí solos que existen diferencias físicas entre los niños y las niñas, pero también aprenden comportamientos, actitudes y expectativas ligadas a los roles de género y que pueden mantener las creencias respecto al papel que la cultura tradicional, patriarcal, asigna a las mujeres y a los hombres, manteniendo la distribución injusta de derechos y oportunidades para las mujeres».
Pero, ¿qué podemos hacer los padres para evitarlas y cambiar los modelos educativos que ofrecemos a las niñas y los niños? «Dedicar tiempo a poner en cuestión algunas creencias culturales respecto al género nos ayuda a inculcar el valor de la igualdad en los más pequeños», añade la psicóloga.
5 micromachismos habituales a evitar en la educación infantil
Estos son los 5 micromachismos, que suelen pasar desapercibidos, y debemos evitar en la educación de los niños:
1. Evitar asociaciones de color al género. Muchos hemos aprendido que los colores tienen un género, por ejemplo, el rosa para las niñas y el azul para los niiños. Sin embargo, si desde bebés evitamos marcar a nuestros hijos con esos colores en su ropa de vestir, en sus complementos, en la decoración de la habitación… estaremos estimulando la idea de que los colores no tienen género.
2. Colaborar en casa es cosa de todos. La realización de las tareas del hogar debe implicar a toda la familia y su realización debe depender de la edad de los niños, no de su género. Tener un encargo asignado en casa ayuda a educar a los hijos en el valor de la responsabilidad y además les ayuda a fomentar su autonomía y su autoestima. Involucrar por igual a los hijos y a las hijas y, sobre todo, educar con el ejemplo es esencial. Para ello, debemos empezar por nosotros mismos, es decir, papá y mamá deben repartirse las tareas del hogar a partes iguales. Si uno de los dos miembros de la pareja no trabaja fuera de casa, se entiende que se ocupe más de esta tarea, pero no en exclusiva.
3. Juguetes sin género. Evitar elegir muñecas y cocinas para las niñas, y coches, aviones y naves espaciales para los niños es un primer paso en la educación de los niños para evitar que el micromachismo de profesiones y oficios se distribuya por géneros. Los juguetes deben fomentar la creatividad y el desarrollo de las capacidades de los niños sin encasillarse por géneros. Se trata de romper con la idea de asociar a las niñas solo con juguetes que tienen que ver con la belleza o el cuidado y a los niños con la acción, las construcciones y los deportes. Tan interesante puede ser para una niña desarrollar sus habilidades motrices y sociales a través de juegos con la pelota, como para un niño desarrollar su sensibilidad y empatía a través del cuidado de una muñeca.
4. Barreras en el deporte. Dar la oportunidad a los niños y a las niñas por igual de desarrollar sus habilidades en el deporte significa que a las niñas también les gustan los deportes de balón. Cierto es que cada vez hay más niñas que juegan al fútbol, al rugby y al baloncesto, deportes tradicionalmente masculinos. Hay que facilitar espacios de juegos comunes, compartidos, y la formación de equipos y competiciones donde sean respetadas en su deseo de participar en los deportes que les gustan.
5. Profesiones y oficios para todos por igual. Del mismo modo que es dificil encontrar mujeres piloto, científicas o dedicadas a la mecánica del automóvil, también están en inferioridad numérica los matronos o los auxiliares de vuelo. Muchas profesiones están todavía estigmatizadas por el género. Para cambiar con estos micromachismos sería deseable animar a nuestros hijos a aspirar a ser lo que quieran, a que deseen conseguir sus sueños y puedan admirar a los mejores en la profesión que han elegido.
«Para educar en igualdad primero tenemos que aprender a conocer y detectar en nosotros mismos, los padres y madres, los micromachismos que pueden estar condicionando nuestra manera de comportarnos, para promover todos los cambios que favorezcan en los niños y niñas un desarrollo más respetuoso con ellos como personas, en igualdad de derechos y oportunidades«, concluye Ana Herrero, psicóloga y coordinadora del departamento de Orientación del grupo Brains International Schools.
Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Ana Herrero, psicóloga y coordinadora del departamento de Orientación del grupo Brains International Schools
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