Qué padres no han escuchado de sus hijos esta rotunda frase: «Mamá, me aburro». Quizá en el mundo de hoy, en el que los niños tienen de todo, viven en un mundo de pantallas y su agenda está plagada de actividades extraescolares, les oigamos menos quejarse del aburrimiento. Realmente acaban agotados y estresados.
Sin embargo, en la época de los que hoy somos padres y tenemos niños pequeños, quién no ha pasado una larga y tórrida tarde de verano, en los días en los que no había ni plan de piscina ni de nada, y se escuchaba aquella vocecilla: «Mamá, me aburro». Y después de ese letargo de aburrimiento, venía la creatividad, armada de macarrones transformados en cuentas de collares, de servilletas de papel como vestidos de muñecas, de cajas de cartón convertidas en carros de combate y de otras mil invenciones y aventuras.
Hoy día la agenda de nuestros hijos podría ser la agenda de un adulto. Jornada escolar y por la tarde un sinfín de actividades extraescolares. Si a esto sumamos los eventos de su ajetreada vida social, como cumpleaños, fiestas de pijama, quedadas en parques de bolas y otros lugares de entretenimientos temáticos, en los que todo está organizado y no hay lugar para la improvisación, nuestros hijos no sabrán lo que es estar jugando en casa, o en el parque, a un «juego libre», que no venga marcado por el exterior ni por los adultos.. Un juego en el que ellos decidan, en el que tengan iniciativa y motor propio.
La experiencia del aburrimiento para los niños
Como padres, debemos de ofrecer a nuestros hijos la experiencia del aburrimiento, que les llevará a explorar nuevos mundos, a descubrir, quizá, su faceta artística, a redescubrir el placer de leer, de contemplar una puesta de sol, un cuadro, una obra de arte, de hacer un bizcocho, de jugar con sus hermanos con algo tan simple como una caja de cartón.
Y esa oportunidad es aún más clara en vacaciones, cuando los niños no tienen su día marcado por un horario rígido. Hoy día, con las largas jornadas de trabajo, a los padres, lamentablemente, les queda poco tiempo para estar con los hijos, por lo que el verano es un tiempo idóneo para ayudarles a despertar el botón de la creatividad.
No se trata de vaciar los días de verano con ninguna actividad. Se trata de dejar espacios libres para el aburrimiento positivo, es decir, para que los niños sean capaces de crear, de pensar, de tener iniciativa. Y a veces, esto ocurrirá después de un tiempo en el que el aburrimiento les sobrevenga. No hay que tener miedo a esto. Ni darles el móvil para que estén entretenidos en todo momento. Es cierto que a veces es más cómodo distraerlos con una pantalla, pero es justo en esta situación cuando los padres debemos ser fuertes y estar preparados.
Espacios vacíos para fomentar el aburrimiento creativo
Como ejercicio, y como padres, podemos plantearnos este verano ofrecer a nuestros hijos estos espacios «vacíos», para que sean ellos mismos quienes los llenen de contenido, y hagan ese pequeño esfuerzo. Y ese esfuerzo es también de nosotros como padres, que tendremos que «aguantar el chaparrón» del pequeño de dos años que se enrabieta a la primera de cambio, o ver la cara larga de tu hija cuando le dices que no es el momento de ver aquel video en YouTube.
Esto no quiere decir que nos convirtamos en una familia extraña, fuera del mundo y de los medios y redes digitales. Se trata de dar a cada cosa su momento, y de buscar el momento para cada cosa. Habrá ratos para pasar con los amigos, para ver películas, vídeos en Youtube, para que cada uno desarrolle su hobbie, para colaborar en las tareas del hogar, para salir a pasear, para hacer un hacer un viaje…
Como familia, tendremos que ver la posibilidad de organizar un calendario en vacaciones y anotar también esos «espacios en blanco», para ofrecer a nuestros hijos la experiencia del aburrimiento. Al igual que nosotros la vivimos a su misma edad.
Diana Pérez Camarasa. Periodista educativa del Grupo Attendis. institución educativa que cuenta con 21 centros escolares.
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