¿A qué niño no le justa disfrutar jugando? Si no fuera por las responsabilidades que tienen, seguramente los más pequeños de la casa se pasarían todo el día divirtiéndose de este modo, y los mayores con ellos. Lo mejor de estas situaciones es que juego y enseñanza no están reñidos, al igual que en toda actividad, siempre se puede aprender algo de todas las situaciones.
De hecho, mediante el juego, los niños pueden aprender distintos valores. Desde la empatía, hasta la solidaridad, pasando por el ahorro. Elegir la actividad que mejor se adapte a cada enseñanza y hacer que los pequeños se diviertan con ellas es un gran instrumento para conseguir este fin. Aquí te proponemos una serie de juegos con los que enseñar valores a los más pequeños.
Juegos con los que enseñar valores
– El lazarillo. Este juego es simple, uno de los niños tendrá que vendarse los ojos y el otro guiarlo a través de un camino. La misión es que quien no ve aprenda el valor de la confianza y su compañero lo que supone cuidar de alguien impedido y ayudarlo en la medida de lo posible.
– El supermercado. Por un lado, quien haga de cajero aprenderá la responsabilidad que supone llevar este negocio, mientras que el niño que haga de cliente aprenderá el valor del dinero y del ahorro. Con el dinero que tiene este último deberá cumplir con una lista de la compra, y el otro vigilar que cobra lo correcto por los productos.
– La búsqueda del tesoro. Agrupa a unos cuantos niños y explícales que hay un tesoro escondido y concédele varias pistas. La misión es que entre todos se pongan de acuerdo para trabajar codo con codo para llegar hasta la meta. Una forma estupenda de inculcar el trabajo en equipo entre los más pequeños.
– Carrera de pies atados. Atar con una pequeña cinta el pie de los más pequeños y hacerlos caminar en una camina hasta la meta enseñará a los niños el valor del trabajo en equipo y de la coordinación con sus compañeros para conseguir sus objetivos.
– Inventar un cuento. Los padres escogen tres palabras que supongan los ejes de un cuento que deben contar los niños, por ejemplo «castillo, dragón y corona». A partir de aquí les toca a los más pequeños dar rienda suelta a su imaginación para inventarse una historia en a que demuestren su creatividad.
Beneficios del juego
Jugar en familia no solo enseña valores, también reporta grandes beneficios a los más pequeños. Así se recuerda desde el Observatorio del Juego Infantil, entidad que recomienda que las familias dediquen al menos 10 minutos diarios de estas actividades para conseguir todos estos resultados positivos:
– Fomenta la autoestima. Con el juego compartido padres e hijos interactúan de un modo único, algo que les aporta seguridad.
– Estas actividades hacen vivir situaciones positivas de apego y seguridad, lo que facilita el intercambio de experiencias y le aporta tranquilidad
– Estimulan las habilidades sociales y emocionales. La familia es el primer entorno donde el niño desarrolla una imagen de sí mismo y del mundo en el que vive. Estas interacciones que se dan en el juego familiar mejoran las relaciones sociales y ayudan a explorar estas habilidades.
– Favorece el control emocional. Con estos juegos los niños aprenden a influir en otros y también a regular y controlar sus emociones. También empiezan a reconocer las señales afectivas y a interpretar las emociones ajenas.
– Fomenta la creatividad y el éxito escolar. El ambiente que se crea con el juego hace posible que el niño se relacione de una forma creativa con el mundo. Su imaginación se favorece y su capacidad de razonar.
– Jugar en familia ayuda a mejorar la competencia social.
– Favorece la atención del niño. La interacción con sus progenitores en el juego aumenta la capacidad de concentración del pequeño.
– Potencia la actividad infantil. Compartir tiempo de juego con los hijos convierte las experiencias pasivas en activas y placenteras y elimina los sentimientos negativos asociadas a las primeras.
– Promueve la felicidad infantil. De hecho, está demostrado que los padres que se implican bastante en el juego de sus hijos tienen muchas más probabilidades de criar niños felices.
Damián Montero
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