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Juega limpio en el tenis: muestra buena educación

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El juego limpio es un modo de pensar, un comportamiento y una deportividad, que se engloba denro de término complejo que aglutina una serie de valores que son fundamentales en la práctica y competición deportiva. Además del respeto por las reglas del juego y los reglamentos de los torneos, el juego limpio va más allá reivindicando el respeto por el adversario, los árbitros y espíritu deportivo. En definitiva, el juego limpio promueve una actitud favorable en la lucha contra la trampa y el engaño.

Tanto los padres, como los entrenadores, árbitros, directivos y dirigentes deportivos deben velar por fomentar una conexión entre el deporte, la educación y la cultura. Todos ellos deben servir de ejemplo de comportamiento que sirva de modelo para los futuros deportistas, aportando en estos mismos actitudes de lealtad, respeto, solidaridad y juego limpio.

Conviene tener en cuenta que el deporte en sí mismo no educa el deportista, y que son los entrenadores, padres de familia y dirigentes deportivos los responsables y principales protagonistas de que el juego limpio suceda, por lo que su coordinación es fundamental en la formación personal, profesional, y deportiva del individuo.

Juego limpio en el tenis

El tenis puede ejemplificar bien los deportes de enfrentamiento más directo, con pocos jugadores. En el tenis, nos enfrentamos directamente con el contrario y son, por tanto, ocasiones especiales para mostrar nuestra buena educación. Al no haber más testigos que el contrario, solemos dejar más libre nuestra personalidad que en otros deportes de grupo. Por lo tanto, hará falta un mayor dominio de uno mismo.

Estos consejos nos pueden ayudar a fomentar el juego limpio en el tenis y en cualquier otro tipo de deporte individual.

1. Jugar, no humillar. Quizá seamos unos magníficos jugadores, pero un buen jugador, que se da cuenta de su superioridad, no humilla a su contrario. Cuando no se juega nada prefiere divertirse que demostrar su técnica infalible. De hecho, no es muy elegante mostrar superhabilidad ni quejarse porque una pelota ha botado dos centímetros antes de donde habíamos previsto diciendo: «No lo entiendo, siempre bota donde quiero»…

2. Amistad. Por eso hay que ver el deporte como un momento para estar con los amigos más que como una actividad más de autoafirmación.

3. Alabanzas. «Me ha salido de casualidad». Es una garantía de buena educación el no dar lugar a las alabanzas. Repetir de vez en cuando: «¡Qué suerte he tenido!», «Perdona, me ha salido de casualidad», ayuda a jugar un partido bonito y reñido.

4. Bromas, sucedidos. Al igual que en la mesa no está bien visto hablar de comida, casi podría decirse lo mismo del tenis. Sería un poco obsesivo charlar sobre un partido media hora antes («a ver que tal juego», «voy a ganarte»), durante el partido, y una hora después («¿viste aquél golpe?», «creo que no debí darla de revés»). Al juego hay que darle la importancia que se merece y hablar también de otras cosas, bromeando, etc.

5. ¿Jugadores profesionales?. Ojo al nivel de las raquetas, de las marcas, de las prendas… Depende de nuestros amigos: si él no está acostumbrado, podemos abrumarle y nosotros parecer pretenciosos. No somos profesionales, no hacen falta cuatro raquetas por partido.

6. Quitar hierro a los errores, alabar los aciertos. Es de sentido común. El contrario es nuestro amigo y hemos de animarle si se le da mal o reconocerle los buenos tantos.

7. Enfados. Somos humanos y, a veces, no podemos evitar enfadarnos: con nosotros mismos, con el contrario, con la raqueta. La única receta es esperar a que acabe el partido para desenfadarse, aunque hay que aprender a saber aceptar las malas jugadas y perder. Pero, si es el contrario quien se enfada y nosotros estamos calmados, quizá podamos dejar que entren algunos puntos e, incluso, dejar que gane… Total, no es la final de la Copa Davis.

8. Tras el partido. Después de jugar y después de felicitar al contrario por su victoria llega el momento de ir a celebrarlo juntos. Y si nos encontramos a algún amigo, podemos contarle la victoria del compañero. Pero si ganamos, es poco elegante iniciar nosotros la conversación diciendo: «Pues hoy he ganado».

Ignacio Iturbe

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