¿Te interesaría saber motivar intelectualmente a tus hijos para que sean curiosos, les interese aprender, interioricen los conocimientos y su aprendizaje les sirva como lecciones de vida? Para lograrlo es preciso empezar desde lo más básico, la alimentación, esencial para nutrir el cerebro y continuar por el ejercicio, la experiencia que nos ofrece el ensayo-error y la gestión de las emociones.
El papel de la familia, en general, y de los padres en particular es acompañar a sus hijos en el camino de la vida dándole las orientaciones adecuadas en cada momento, al mismo tiempo que se respeta su autonomía y su derecho a decidir en función de su nivel de madurez. Los niños necesitan equivocarse para aprender de sus errores y ganar en autonomía.
4 claves para fomentar intelectualmente a un niño
Para cuidar el buen desarrollo neurológico de los niños, stas son las 4 claves básicas para fomentar intelectualmente a un niño, que los padres tienen al alcance de su mano.
1. Cuidar la dieta de los más pequeños. Es fundamental que sea variada y especialmente rica en pescado, frutas y verduras. La dieta mediterránea es una magnífica vía para potenciar el desarrollo cognitivo infantil.
Cuando hablamos de salud a través de la alimentación, no solo nos referimos al peso, el colesterol y los problemas cardiovasculares. Una correcta alimentación es un factor clave para un desarrollo neurológico integral. Como ejemplo, las leches infantiles se suplementan en omega 3 porque ha demostrado potenciar el desarrollo neurológico y visual.
2. El ejercicio físico es imprescindible para una mente sana. La conocida frase de «cuerpo sano, mente sana» no es un mero refrán ¿Quieres saber por qué? La mayoría de los niños que atiendo en mi consulta presenta problemas de hiperactividad. Los padres me cuentan que son niños que están todo el día en movimiento y no se cansan. Necesitan mucha actividad. Los apuntan a clases extraescolares para que «desfoguen» y los días que tienen deporte, se encuentran mejor y están más relajados.
En la serie de dibujos animados Érase una vez la vida y el cuerpo humano, cuando explicaban la sangre y la respiración aparecían los glóbulos rojos como unos muñecos que llevaban el oxígeno a donde hacía falta. Pues bien, cuando hacemos ejercicio, nuestro corazón bombea más sangre, por eso nos late más rápido. El oxígeno extra que coge nuestro organismo al respirar, lo envía principalmente a dos sitios, los músculos y el cerebro.
Nuestro cerebro funciona de una forma similar al carburador de un coche. Necesita una mezcla de gasolina (azúcar) y oxígeno (aire) con unas proporciones muy concretas para rendir al máximo posible. Cuando hacemos deporte, aumentamos estas sustancias al cerebro y conseguimos que funcione mejor.
Por lo tanto, nuestro sistema nervioso regula mejor la mayoría de sus mecanismos como la concentración, la impulsividad, el nerviosismo… y esto hace que muchas ideas geniales se nos ocurran haciendo deporte o que después de hacerlo, nos encontremos mucho más relajados. Además, la presión intermitente que reciben los cartílagos de crecimiento de los niños al correr estimula el metabolismo y favorece así el crecimiento.
3. En la experiencia y el entrenamiento está la clave del aprendizaje. Haz que tu hijo aprenda enfrentándose a cosas nuevas cada día. ¿Piensas que alguien puede ganar un maratón sin entrenar? ¿Entonces por qué piensas que un niño puede aprender matemáticas sin hacer ejercicios y practicar en casa?
Seguro que hay muchos más ejemplos y por supuesto mejores. Este es el primero que se me ha ocurrido para que entiendas por qué es importante que aproveches las oportunidades que te vas encontrando en tu día a día para ayudar a tu hijo a aprender lo máximo posible y de la forma más sencilla posible. Este es un hábito sano a cualquier edad.
Te propongo un pequeño ejercicio que te ayudará a poner esta recomendación en práctica. Piensa en 7 cosas de tu día a día que puedes proponerle a tu hijo, adaptado a su edad, para que haga algo nuevo por sus propios medios. Selecciona una para cada día de la semana y ponte manos a la obra desde hoy mismo. Ve variando estas actividades con el tiempo para que le ayuda lo máximo posible y observa cómo va mejorando en sus resultados. Conviértete en el mejor entrenador de tu hijo.
4. Reconocer y gestionar las emociones. La inteligencia emocional necesita estrategias para desarrollarla desde el principio, con naturalidad y sin necesidad de ser ningún experto. La comunicación con los hijos tiene vital importancia para un correcto desarrollo físico y emocional. Hace años que se habla de la inteligencia emocional como una de las más importantes de las capacidades cognitivas a desarrollar en nuestra sociedad.
Lo primero que debes tener claro, es que, para un correcto desarrollo de la inteligencia emocional de tu hijo, debes ser capaz de compartir sentimientos, pensamientos y emociones con él. Es fundamental hacerle partícipe de tus reacciones en el día a día, así como de las maneras de actuar de los demás para que las entiendan.
Manuel Antonio Fernández. Neuropediatra responsable de la clínica INANP (Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica) y fundador de elneuropediatra.es. Galardonado como Mejor Pediatra de España 2018 en los Doctoralia Awards.
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