Normalmente, los niños que no tratan bien a sus compañeros proceden de familias donde el estilo educativo se encuentra en uno de los extremos, o autoritario o permisivo. Según las conclusiones que se han obtenido de diferentes experiencias en estos últimos años, en el primer caso han aprendido que la forma de comunicarse con los demás es por medio de la imposición de las propias opiniones.
La clasificación más aceptada de los estilos educativos los divide en asertivo (fija los límites y consecuencias de una forma equilibrada), indulgente (disculpa todo comportamiento y basa su relación con los hijos desde lo emocional), autoritario (excesivo control y consecuencias rígidas) y permisivo (Poco control sin establecimiento de consecuencias).
Los niños que han crecido en el estilo permisivo de educación se han acostumbrado a hacer lo que han querido cuando han querido sin que se les impida realizar sus deseos. Por ello, es importante definir cuáles son nuestros intereses educativos como padres y actuar en consecuencia, ya que el modelo que les damos influye de forma determinante en cómo se comunicarán con sus compañeros.
¿Por qué cuesta tanto ver el defecto en nuestros hijos?
De manera atávica en nuestra cultura occidental, el concepto de «ser un buen padre o buena madre» se entiende como la actitud de defender a los hijos en todas las situaciones y todos los ámbitos. Sin embargo, un buen padre busca lo que es mejor para el crecimiento de su hijo y para su desarrollo como persona. En estos objetivos educativos se encuentra la corrección ante una actitud que no es buena para él.
En ocasiones, los padres se resisten a ver el problema que presenta su hijo porque no corresponde con la imagen que tienen del niño y lo sienten como una amenaza o una crítica hacia la familia. En otros casos, los propios padres «temen» la respuesta del menor ante la corrección y evitan enfrentarse a él.
Sin embargo, educar a los niños para que sean adultos felices y hábiles socialmente incluye la corrección y el autoanálisis para ver en qué punto podemos hacerlo mejor. Ante la propia inseguridad acerca de cómo actuar si creemos que nuestro hijo no trata de forma adecuada a sus compañeros, podemos acudir a un profesional que nos oriente de manera sencilla en una o dos sesiones acerca del establecimiento de normas y consecuencias en el hogar.
Educar desde el primer día para evitar tener hijos tóxicos
Para no tener «hijos tóxicos» que hagan la vida imposible a los demás la clave está en educarles en valores desde el primer día. Las enseñanzas que demos a nuestros hijos sobre cómo deben comportarse en el patio durante la etapa infantil, cómo atender a ese compañero con el que nadie quiere jugar, o al que va más retrasado en clase, está marcado porque usa gafas o es algo gordo, alto o bajo. Es muy importante explicar a los niños desde pequeños la igual dignidad de todos y hacerles comprender lo importante que es cuidar a los que más lo necesitan.
Comentarios de los padres aparentemente banales como «tú vales más que ese» o la excesiva presión para que triunfen en las actividades deportivas, pueden estar preparando el caldo de cultivo de un futuro acosador. Tenemos que inculcar en nuestros hijos la permanente búsqueda de la justicia para que detecten y comuniquen cualquier caso de acoso que vean a su alrededor.
11 claves para educar a nuestros hijos en la amistad
1. Aclarar a los hijos el concepto y las exigencias de la verdadera amistad.
2. Ayudar a los hijos a distinguir la amistad auténtica de las superficiales y de conveniencia.
3. Ayudar a distinguir la amistad de otro tipo de relaciones: compañerismo, simpatía, sociabilidad, amor.
4. Ampliar la idea de amistad: apertura a nuevas personas
5. Presentar la amistad como una relación que exige un comportamiento ético recíproco.
6. Orientar a los hijos ante posibles problemas derivados de la amistad (gregarismo excesivo, conductas agresivas)
7. Orientar a los hijos ante los riesgos de falta de amigos y malos amigos: que sepan vencer la timidez o la comodidad.
8. Animarles para que orienten y ayuden a sus amigos a ser mejores personas y mejores amigos.
9. Tener amistad (por parte de los padres con algunos amigos de los hijos.
10. Establecer amistad con los padres de los amigos de los hijos, a fin de cooperar en todo lo relacionado.
11. Dar ejemplo a los hijos de amistad verdadera: leal, respetuosa, sincera, generosa*
Mar García Sánchez. Instituto Valenciano de Pedagogía Creativa
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