Muchas veces vamos al parque y oímos: «¡No corras, que te vas a caer!» «¡Cuidado que te puedes tropezar!», y lo mejor es que muchas veces somos nosotros mismos quienes se lo repetimos frecuentemente a nuestros hijos sin darnos cuenta de que de las caídas también se aprende.
A los padres nos asusta cualquier tropezón o caída al suelo de los niños. No queremos que se hagan heridas ni rasguños. Y vemos peligros en actividades tan normales como trepar por una estructura del parque, correr, o saltar desde «muy» alto.
Otros padres temen que si su hijo/a se cae tome miedo a realizar la misma actividad de nuevo y no quiera volver a montar en bicicleta o tirarse por el tobogán, menospreciando el afan de superación de sus hijos.
Hay que ser prudentes, pero sin pasarse
Todos los padres queremos que nuestros hijos sean adultos seguros, con confianza en sus posibilidades, capaces de asumir riesgos y tomar decisiones. Y este proceso empieza en la infancia. ¿Cómo? Debemos dales seguridad, déjales hacer cosas difíciles y déjales caer también.
Porque los niños necesitan hacerse daño. Necesitan probar cosasnuevas. Necesitan desarrollar su musculatura y probar su sistema de equilibrio, etc. trepando, saltando, subiendo, corriendo, haciendo equilibrios… Más aún: necesitan ver que son capaces de afrontar retos y superarse a sí mismos. Es un aprendizaje para toda la vida.
Lo importante no es la caída, sino cómo te levantes
Es importante que los niños se caigan, se hagan daño, lloren y se levanten (con tu ayuda si es necesario). Porque en la vida se van a caer miles de veces y tienen que aprender a levantarse y seguir viviendo. Eso sí: hay que saber cuáles son los límites, es decir, no deben correr riesgos innecesarios ni aprender a vivir al límite. ¡No podemos poner a un niño de 2 años a trepar el Everest!
Si alguna vez dudas de las capacidades de tu hijo, estas tres pistas te pueden cuando no estés segura de si una actividad es apropiada para la edad de tu hijo o no:
1. Mira al resto de los niños que están haciendo lo mismo: si ves que todos son mayores de 8 años y tú tienes un bebé de 3 años entonces tal vez no sea buena idea que tu hijo/a lo haga. Pero si ves que hay otros niños de su edad, ¡adelante, que lo intente!
2. Piensa en qué es lo peor que puede ocurrir: a veces nos da miedo que nuestro hijo/a se caiga, pero ¿qué puede pasar si se cae? A lo mejor se hace una herida en la rodilla. ¡Pues no pasa nada! Puedes consolarle y simplemente decir: «¡Menuda herida te has hecho! Eso te hace más fuerte». Y es verdad, porque con una herida aprenden qué es el dolor, aprenden que las heridas se curan, y la próxima vez sabrán qué esperar de una caída. Además les enseña a ser más prudentes.
3. Que haga cosas que pueda hacer solo: si tú dejas que tu hijo/a haga cualquier cosa para la que no necesita ayuda, lo más normal es que no haya peligro. Si tu hijo puede subir y bajar a un árbol sin ayuda, lo normal es que no le ocurra nada. Si en cambio tienes que estar tú sujetándole y empujándole… entonces tal vez tenga que esperar hasta que sea más alto o más mayor para emprender este reto.
Un consejo para los padres y madres de niñas
Las niñas NO son más frágiles que los niños. Las niñas NO se caen más que los niños. Las niñas NO son menos ágiles, menos rápidas, menos capaces físicamente que los niños. ¡Somos los padres los que las hacemos así, porque nos da más miedo que se caiga una niña! Si tienes hijas anímalas a que emprendan retos, a que hagan cosas difíciles, a que se esfuercen, trepen, corran, salten… Las estarás dando seguridad en sí mismas, y serán fuertes y seguras tanto física como emocionalmente.
Amaya de Miguel. Mentora de padres y fundadora de Relájate y educa
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