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Mi hijo es víctima de acoso escolar, ¿qué hago?

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Es importante explicar que no toda acción agresiva puede calificarse como acoso. Los niños se pelean de forma natural, pero no por ello existe acoso. Permanecer atentos para percibir la diferencia, y evitar así el doble peligro de caer en la alarma innecesaria o en la inacción ante el peligro.

El acosador debe hacerse capaz de reconocer su culpa y mostrar arrepentimiento, y el acosado debe de alcanzar la capacidad de otorgar el perdón. Una vez que hemos detectado una situación de acoso escolar, y tras haberlo cotejado con los responsables del colegio, es importante que hablemos con el niño acosado para animarle a contar lo sucedido.

Es esencial darle confianza y seguridad para que entienda que no es responsabilidad suya. Además, los acosadores han de comprender la maldad de sus acciones y las consecuencias que de ellas se derivan para ser capaces de modificar su conducta.

Para ello es fundamental crear un entorno en el cual se haga posible tanto pedir perdón como ofrecerlo. El acosador debe hacerse capaz de reconocer su culpa y mostrar arrepentimiento, y el acosado debe de alcanzar la capacidad de otorgar el perdón. Se hace necesario ayudar a ambas partes a incrementar su empatía, ayudándoles a que se pongan en el lugar del otro.

Para ello es importante ayudar a los niños a reconocer que no es lo mismo perdonar una acción que aprobarla, y también que todos nos podemos equivocar y merecemos otra oportunidad. Así estructurada, la reacción frente al acoso puede convertirse en el pilar sobre el que construir una relación sana y verdaderamente humana.

Enseñar a los niños a detectar el acoso

El acoso escolar es algo que nos afecta negativamente a todos y que tiene el potencial para debilitar la sociedad. De todo lo dicho se desprende que la estrategia más eficaz frente al acoso escolar es conseguir generar las condiciones adecuadas para evitarlo. En lenguaje coloquial, es mucho mejor prevenir que curar.

Para ello, la información, la formación y el trabajo en equipo son esenciales.

Los hijos y alumnos tienen que conocer y poner en práctica lo que es el respeto mutuo (empezando por el respeto a uno mismo), la solidaridad y la caridad. Los padres tenemos la responsabilidad primera de educar, de palabra y obra, en el amor, el servicio, la generosidad, el respeto, la verdad, el diálogo, el compromiso con uno mismo y con los demás.

Los centros escolares han de insistir, dentro del programa educativo, en la necesidad de respetar las normas de convivencia, dentro y fuera del aula, así como en el fomento de las virtudes relacionales (la empatía, el respeto, el trabajo en equipo, etc.) Además, es importante que los padres, profesores y gerentes de colegios trabajemos juntos para fomentar un ambiente en el que el acoso escolar sea, simplemente, inimaginable.

Tanto en el hogar como en el colegio es importante que estemos muy atentos al impacto que Internet y las redes sociales tienen en el origen del problema. En estos temas, como en tantos otros verdaderamente importantes, el recurso al imperio de la ley ha de limitarse a la evitación de los peores escenarios.

Paloma de Cendra. Psicóloga y terapeuta

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