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Los grupos burbuja y el estigma del positivo en el colegio

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Los «grupos burbuja» o «grupos de convivencia escolar» son grupos estables de alumnos/as, con un a ratio no necesariamente inferior a la normal, que pueden relacionarse entre ellos de forma estable, pudiendo socializar y jugar entre sí, sin necesidad de tener que guardar la distancia de seguridad establecida.

Pero no excluye otras medidas de prevención personal, como es el uso de mascarilla en aquellas edades en la que es obligatoria, una correcta limpieza y desinfección de manos o una adecuada higiene respiratoria.

El objetivo principal es que, ante un hipotético contagio, se limite al máximo el número de contactos, puesto que estos grupos burbuja no interaccionarían con otros, no compartirían espacios a la vez, tendrían un número muy reducido de profesorado intentando no compartirlo con otros grupos, etc., facilitando así el trabajo de rastreo en el caso de que se diese en ese grupo un positivo por Covid.

Por lo general, la creación de estos grupos en la vuelta al cole está indicado en cursos inferiores como en Educación Infantil, en primer ciclo de Primaria o en Educación Especial. Cada centro educativo los ha establecido en base a sus características: espacios disponibles, recursos humanos con los que cuenta, etc.

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Los grupos burbuja: cómo hacer que funcionen

Para que estos grupos burbuja funcionen, Andrés Castro Blanco, profesor del Máster en Liderazgo y Dirección de Centros Educativos de la Universidad Internacional de La Rioja UNIR, indica que «lo que han de hacer los colegios es reducir al máximo el número de profesorado que pasa por ese grupo, intentando, según recursos, que se centre en uno o dos profesionales y que, además, no entren en otros grupos, algo que se antoja difícil. Aparte, otras medidas serían, por ejemplo, establecer espacios de uso exclusivo para este grupo o bien que, entre uso y uso por diferentes grupos de un mismo espacio, como el patio, se limpien y desinfecten. Esto incluiría también los baños, comedor, etc».

Establecer un grupo de convivencia estable entre los alumnos para aprender, jugar, socializar… es una idea con muchos beneficios para los niños, pero en la práctica parece una utopía, ya que lo hacen los niños con este grupo no pueden hacerlo con otros niños ni es posible mantenerlo fuera del ambiente escolar. «La diferencia entre crear o no un grupo de convivencia o grupo burbuja, en referencia a los beneficios está en que, al poder interaccionar entre ellos, compartir juegos, materiales, poder tocarse, etc., podemos emplear metodologías que implican contacto, como el aprendizaje cooperativo, potenciamos la socialización, pues compartimos con los/as demás, nos acercamos…, trabajamos las emociones, ya que podemos abrazarnos, empujarnos, etc. Lo difícil está en que han de aprender y entender que, en la situación actual, lo que hacen en el grupo burbuja no pueden hacerlo con otros niños o niñas que no pertenecen a ese grupo», advierte Andrés Castro Blanco.

Lo difícil está en que han de aprender y entender que, en la situación actual, lo que hacen en el grupo burbuja no pueden hacerlo con otros niños o niñas que no pertenecen a ese grupo

Sin embargo, muchos padres se preguntan cómo se evita el contagio si estos niños vuelven a casa cada día con sus familias. En este sentido, «la forma en la que podría evitarse esos posibles contagios es manteniendo también fuera del centro esos grupos burbuja, algo que algunas familias han comenzado a practicar de forma espontánea, es decir, que ese alumnado que pertenece a grupos burbuja también fuera del centro educativo se relacione exclusivamente con sus compañeros/as con los/as que ha estado por la mañana. En cuanto a las familias, éstas han de ser responsables en sus interacciones sociales, en su trabajo, etc. y extremar las medidas ya conocidas por todos/as para evitar romper es «hermeticidad» que presentan estos grupos. E igualmente ha de hacerlo el profesorado que con ellos está», añade el experto.

Beneficios para los niños de pertenecer a un grupo burbuja

A nivel social

Pertenecer a uno de estos grupos burbuja es un privilegio para los niños. Les beneficia, sobre todo, a la socialización, al juego y, cómo no, al control de contagios. El reto está en el profesorado, en conseguir con el resto de alumnado que no pertenece a estos grupos poder disfrutar de estos mismos beneficios aplicando todas las medidas higiénico-sanitarias pertinentes.

Y ¿qué va a pasar con los niños que no pueden formar parte de esos grupos burbuja? «En estos casos, que van a ser la mayoría en la práctica, -asegura Andrés Castro Blanco- se implementarán todas las medidas higiénico-sanitarias recomendadas desde Sanidad, más muchas otras, recogidas todas ellas en los diferentes «Protocolos de Actuación Covid» que hemos elaborado en todos los centros educativos, adaptándolas a la realidad de cada uno de ellos, para crear espacios lo más seguro posible, siendo conscientes de que el riesgo cero no existe».

A nivel educativo

Andrés Castro Blanco asegura que «los grupos burbuja no marcarán un nivel más alto en educación que el resto a lo largo del curso. Si bien se han tenido que dejar atrás metodologías que conllevaban trabajo en grupo, cercanía, etc., el profesorado las han sustituido por otras no menos efectivas, han reinventado sus clases, están manteniendo en sus clases lo que han aprendido de forma acelerada durante el confinamiento vivido en relación al uso de nuevas tecnologías para hacer clases más participativas, etc».

A nivel psicológico

Aún es pronto para saber cómo afectará psicológicamente a los niños esta nueva situación de grupo cerrado. «Como sabemos, la persona es un ser social y necesita relacionarse con los/as demás para, entre otras cosas, aprender. En este sentido, el alumnado perteneciente a un grupo de convivencia escolar no está solo, se relaciona, y con ello está socializando con iguales y con personas adultas, por lo que, a priori, no debería presentar secuelas psicológicas alguna. Lo difícil estará en hacerle comprender que ahora, para ellos/as, van a existir dos tipos de relaciones, una más permisiva que la otra y tendrán que aprender a distinguirlas con ayuda del personal de los centros educativos y de las familias», asegura.

El estigma del positivo en el colegio

Evitar estigmatizar a los niños o a las familias que dan positivo en el colegio es uno de los objetivos de esta vuelta al cole en medio de la pandemia de coronavirus. ¿Debería ser una obligación respetar su privacidad y ocultar su identidad? Andrés Castro Blanco asegura que «a priori prima la privacidad y la protección de datos, pues es una obligación, pero claro, siempre están los grupos de WhatsApp que son, en ocasiones, un hervidero de «corre ve y diles». En este sentido, en los centros educativos se van a aplicar los protocolos dados por Sanidad para casos sospechosos o confirmados, salvaguardando siempre la identidad del menor. Dentro de esos protocolos está la obligación por parte de los centros de, en caso de confirmación de un positivo, avisar al resto de familias del grupo para hacerles un control y seguimiento por parte de Sanidad. Así, cuando los directivos de los centros educativos tengamos que avisar no debemos dar nombres y sólo decir que en tal o cual grupo hay un positivo por Covid y que el protocolo se ha activado, dando las indicaciones pertinentes a seguir por el resto de familias».

Por último, añade que «todo este asunto ha de tratarse con cierta naturalidad y transparencia. Es algo que antes o después puede afectarnos a todos/s. En ese caso, seguiremos las indicaciones dadas desde los servicios sanitarios y debemos estar seguros/as que juntos/as, familias y centros educativos, haremos que esta situación no estigmatice a nadie y deje las menos secuelas posibles».

Marisol Nuevo Espín

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