Las pantallas son las primeras responsables en mermar la imaginación de nuestros hijos. No obstante, podemos utilizar esta herramienta en nuestro beneficio para estimular esa creatividad e imaginación a través de cuentos y podcast.
Aunque hace años la imaginación se consideraba una cualidad ‘adicional’ y sin mucha utilidad ‘práctica’, la ciencia de ahora ha probado que es fundamental, tanto para la percepción de recuerdos y pensamientos, como para la resolución de problemas.
Sin olvidar su utilidad para transformar imágenes o palabras en ‘conocimiento’, y ser la base de la empatía, de la ingeniería, de la creatividad sin duda. En suma, es lo que distingue a los humanos de las máquinas. Estas, que ya calculan, escriben y analizan miles de veces más rápido que la mente humana, no pueden imaginar. ¿Y nosotros? ¿Somos conscientes de ello? ¿Potenciamos su desarrollo desde niños?, ¿cómo podemos hacerlo? Los cuentos son la clave.
Desde el principio de los tiempos (nos remontamos incluso a la época de las cavernas), la transmisión de historias, más o menos realistas, ha formado parte de la sociedad humana. Primero con gestos, después de forma oral, con canciones, por escrito* En el seno de la familia o en el de la escuela, todos, desde hace generaciones, hemos crecido rodeados de cuentos cuya principal misión ha sido no solo entretenernos, sino también ayudarnos a comprender el mundo que nos rodea. Y, aunque no siempre hemos sido conscientes de ello, también a potenciar nuestra imaginación, un recurso exclusivamente humano y fundamental para nuestra vida.
Poco espacio a la imaginación
Digamos que, en los tiempos que corren, nuestros niños están más expuestos a pantallas que a historias al amor de la lumbre. Es cierto que los tiempos han cambiado y que la tecnología es una constante en nuestras vidas (y debe seguir siéndolo por el bien de la evolución y de las oportunidades de nuestros hijos), pero los expertos coinciden y demuestran con estudios que esta, desde muy temprana edad, provoca más bien un alineamiento de los usuarios que reduce las capacidades creativas, merma la interacción física y personal y deja poco espacio a la imaginación.
De hecho, de 0 a 3 años los expertos no recomiendan su uso por todas estas razones
Incluso encuentran indicios de que un exceso de pantallas puede interferir en el desarrollo intelectual y el aprendizaje de los pequeños, especialmente en el desarrollo del lenguaje. También afecta a su capacidad de concentración y esfuerzo, ya que cuando todo es sencillo y existen miles de opciones, el cerebro, sencillamente ‘no se centra’ y, sin embargo, ¿a cuántos bebés de uno o dos años vemos con un móvil delante mientras sus papás comen en un restaurante, por ejemplo?
Con el tiempo, estas adicciones pueden agravarse y llevarnos a una generación de adolescentes, (ya los estamos viendo), que incluso tienen problemas de visión y musculares por la falta de ejercicio físico, sin contar los problemas para concentrarse en los estudios porque, sencillamente, están habituados a cambiar de pantalla cada pocos segundos.
La solución, por supuesto, es limitar el uso indiscriminado de las pantallas y animarles a salir a la calle, construir…, ¡e imaginar! El juego libre y simbólico, así como los cuentos y las canciones, como decíamos, estimulan la imaginación y es, hoy en día, la única manera de conseguirlo.
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Cuentos en su cabeza y en sus oídos
Los padres empiezan a ser conscientes de ello y estamos viendo un resurgir de las bibliotecas, escuelas de pintura o danza y demás actividades que sacan a relucir los estímulos que ayudan a los niños a expresarse por sí mismos con aquello que surge de su cabeza y de su cuerpo y no con lo que les dicta una red social.
Los cuentos, viejos y nuevos, son una de las mejores herramientas que existen para potenciar la imaginación y ayudarles a enfrentarse a los distintos retos de la vida y, con el permiso de nuestros pequeños nativos digitales, también aquí estamos viendo una vuelta a los inicios.
La imagen está muy bien, el cine, el vídeo a la carta… pero los clásicos no mueren y del mismo modo que los cuentos infantiles y las sagas de novelas para jóvenes o mayores siguen de actualidad, estamos viendo un auge de un modelo que podemos considerar ‘mixto’ entre ambos: las series y cuentos de audio. Gracias a estos los niños, y no tan niños, pueden realizar un viaje de inmersión que les hace posible ser parte activa del cuento, potenciando así su imaginación y su creatividad.
Cada vez son más las plataformas tecnológicas que permiten que ese cuento o historia que servía tanto para transmitir valores, como para difundir hechos o, sencillamente entretener, esté a disposición de cualquier persona en cualquier momento y en cualquier lugar.
El hecho de que el cuento sea solo escuchado, ni siquiera leído por el propio interesado, le confiere una dimensión mucho más cautivadora. Es cierto que muchos opinan que un relato en audio es también una ‘lectura’, y es que se activan las mismas regiones del cerebro de uno y otro modo, no así con el formato audiovisual.
Sin embargo, la experiencia es muy diferente, ya que incorpora un plus de emoción e interpretación -todos hemos puesto voz de pena o de alegría cuando contábamos un cuento a un niño, ¿verdad? – y eso llega de un modo más intenso al receptor.
Además, al utilizar solo uno de los sentidos, uno que no está tal vez tan habituado a este tipo de estímulos, estamos fomentando la atención del sujeto quien, si está verdaderamente interesado, se concentrará de forma mucho más activa en la escucha para no perderse nada, lo que le resultará muy útil para escuchar y desarrollar esta capacidad de atención en otros ámbitos, por ejemplo, el colegio.
En cuanto al tema que nos ocupa, el interés o necesidad de estimular la imaginación, en este caso no hay imágenes asociadas como sí sucede con los álbumes ilustrados y otro tipo de historias infantiles, así que el pequeño debe ponerlas todas en su cabeza, un gran esfuerzo de creatividad que entrena esta capacidad como si fuera un músculo.
El mundo del podcast
Las historias en formato audio llevan mucho tiempo entre nosotros. Desde que se popularizaron las cintas de cassette y este formato pudo llegar de forma barata y sencilla a todos los hogares, se utilizó además de para la música, para cursos de idiomas o de formación empresarial, para teatro narrado, novelas o teatro hablado y, por supuesto, para cuentos infantiles. Hoy esas cintas han desaparecido y los CDs casi están a punto de hacerlo. El mundo de los contenidos se ha digitalizado de tal manera que cualquiera puede llevar en su bolsillo gigas de información del tipo que más le guste: escrita, visual o auditiva. ¡O disfrutarlos en streaming!
Y en esta vorágine del vídeo y las redes sociales, el mundo del podcast está teniendo una inesperada época dorada. Cualquiera puede encontrar el contenido que más le guste ya sea un programa deportivo, un informativo o la última ficción de moda y disfrutarlo en sus auriculares mientras hace deporte, va de un sitio a otro o sencillamente se relaja en su sofá. Para los niños, cuentos clásicos y modernos, cortos o por capítulos, con personajes que les emocionen y con los que puedan identificarse…No perdamos la oportunidad de estimularles, pero vigilemos, eso sí, que nuestros hijos puedan acceder solo a contenidos de calidad, seguros y adaptados a su edad, su nivel de comprensión y su entorno, ¡y dejémosles imaginar!
Virginie Maire. CEO de la plataforma de contenidos de audio Sybel
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