La relación entre alumno y profesor es muy importante. Un buen docente no solo transmite conocimientos, sino que lo hace de manera efectiva. Esto pasa porque los estudiantes tengan un seguimiento por parte del equipo del centro educativo, y que se sepa en qué etapa se encuentra: si ha interiorizado la materia, o, si por el contrario, presenta algún problema.
En definitiva, una evaluación más allá del aprendizaje de los conocimientos, sino el proceso. Desde la Universidad de Oxford aseguran que el confinamiento derivado del coronavirus ha mostrado cómo este feedback es necesario en la vida estudiantil. ¿Se han adaptado todos al modelo a distancia del último trimestre? Descubrir las carencias puede significar la diferencia entre que un alumno se quede atrás, o no.
Propuesta en tres fases
Desde la Universidad de Oxford se propone una evaluación del proceso de aprendizaje que garantice un feedback del que se obtenga información importante para el proceso del alumnado. En este modelo se deben involucrar tanto docentes como alumnos. Para ello, deben asegurarse tres fases:
– Diagnóstico. ¿En qué fase del aprendizaje se encuentra el alumno? ¿Ha comprendido los conocimientos propuestos?
– Finalidad del aprendizaje. Los docentes deben ser capaces de demostrar a los alumnos qué se está aprendiendo y la utilidad de los mismos.
– Medición del éxito. Al evaluar el aprendizaje se podrá saber si el modelo propuesto ha funcionado, o no.
Gordon Stobart, investigador de la Universidad de Oxford, recuerda que el feedback no debe centrarse solo en la relación profesor-alumno. Los mismos estudiantes deben colaborar entre ellos y evaluarse, a través de la reflexión del contenido que han abordado. De esta forma, también se brindará un apoyo en el que cada uno podrá dar lo mejor de su personalidad, y es que no todos aprenden al mismo tiempo.
Elementos a tener en cuenta
Este feedback debe asegurar siete elementos para poder garantizar los objetivos propuestos por el equipo de Oxford:
– Claridad en el feedback. Los docentes deben asegurarse de que el alumno comprende este modelo educativo y de la misión que debe cumplir. Para ello, nada mejor que un sistema que «recompense» sus pequeñas victorias.
– Aprovechar los mejores momentos. Cada estudiante es un mundo, ¿cuándo es el mejor momento para intervenir? Conocer al alumnado es la clave.
– Dejar autonomía al alumno. El profesor debe dejar que sea el alumno quien también opere por él mismo, centrándose en algunos mensajes clave que el estudiante debe identificar.
– Centrarse en el objetivo. Los alumnos deben tener claro sus objetivos, y los profesores destacar aquellas acciones positivas por parte de los alumnos, que los hayan acercado al mismo.
– Instrucciones claras para identificar el avance o el estancamiento del aprendizaje.
– El feedback debe dar al alumno estrategias y no las soluciones a sus problemas. Como ya se ha dicho antes, el estudiante debe tener cierta autonomía para identificar errores y corregirlos rápidamente.
– Un reto para el estudiante, que debe ser quien plante cara a esta prueba y ponga en marcha mecanismos para superarlo.
Damián Montero
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