El mal está ahí. Lo van a ver. Es imposible que los protejamos eternamente. Y nos van a preguntar por las guerras, por el dolor, por la enfermedad. ¿Cómo explicar a los niños que el mal existe en el mundo? Basta con encender la televisión o la radio y ver o escuchar las noticias para que nos demos cuenta de que existe el mal en el mundo. Los hijos no son ajenos a ese mal y es difícil mantenerles al margen, sacarles de una realidad palpable en muchos sitios y momentos, y en tantas personas.
Guerras, terrorismo, robos, secuestros, terremotos, enfermedades… Por mucho que queramos o intentemos ocultarlo o evitarlo, los niños ven o viven la violencia en el mundo. En una conversación, por la calle, en las noticias, en las películas, hasta en los dibujos… Y de repente, el día menos pensado, nos preguntan: «Mamá, papá, ¿por qué hay guerras? ¿Por qué hay terrorismo? ¿Por qué hay enfermedades? ¿Por qué existe el mal en el mundo?» Y tenemos que saber qué contestar.
Primero, tener claro qué es lo que pensamos nosotros, cómo lo vemos y lo sentimos para, después, poder darles una respuesta. Tenemos que buscar y encontrar el equilibrio entre la realidad y aquello que pueden entender, cuidando de no atemorizarles pero tampoco sobreprotegerles. Tienen que conocer y entender, sin vivir con miedo de ir por la calle o sin estar encerrados en una burbuja.
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Proteger de la cruda realidad o contar de manera objetiva
Muchos padres se preguntan si deben proteger a sus hijos de la cruda realidad o si deben contarles lo que pasa en el mundo evitando dejarles traumatizados. El primer paso a dar sería separar y distinguir el mal ontológico (el que sucede sin culpa de nadie: terremotos, catástrofes naturales, enfermedades…) del mal moral (el que es causado por la acción del hombre: guerras, asesinatos, desigualdades…) Y el segundo paso sería poder hablarles del bien, cuya intuición tenemos todos, niños y adultos, desde muy pequeños.
Si los hijos, ante sus preguntas sobre el mal en el mundo, se encuentran con evasivas por parte de sus padres, van a sentir inseguridad y preocupación. Y pueden dar rienda suelta a su imaginación, llegando a recrear situaciones que no son capaces ni de entender ni de gestionar.
Por este motivo, no debemos dejar sin resolver sus dudas y ayudar a los hijos a comprender que en la vida y en el mundo a veces pasan cosas terribles es tarea de los padres.
Pautas para hablar de que el mal existe con nuestros hijos
A continuación, señalo algunas pautas para poder afrontar y hablar de este tema con nuestros hijos:
– Deja que se expresen. Los hijos necesitan comunicarse, preguntar y saber sobre el mal en el mundo, y expresar sus sentimientos sobre situaciones concretas. Los padres tenemos que escucharles, preguntarles, explicarles y acompañarles. Las respuestas pueden ser naturales y con palabras sencillas, adecuadas a su edad y a su madurez.
– Dales seguridad. Los hijos, ante tanto dolor y tanto desastre, necesitan sentir seguridad, encontrarla en nosotros. Tenemos que dejar y buscar que nos pregunten, que compartan con nosotros lo que les preocupa y les causa miedo, ayudándoles a tranquilizarse.
– Diles la verdad, sin dramatizar. A la hora de explicar a nuestros hijos situaciones como la guerra o el terrorismo, tenemos que decirles la verdad, pero evitando ser tremendistas. Siéndolo solo conseguiríamos aumentar su preocupación y su angustia. Los hijos buscan respuestas reales y sinceras, pero no dramáticas o trágicas.
– Evita que vean imágenes duras. A la hora de hablar del mal, no es recomendable que los hijos vean determinadas imágenes para las que no están preparados y que no les van a hacer ningún bien.
– Eres su ejemplo. No podemos olvidar que la manera en la que nos afecte a nosotros la situación y la forma de enfrentarnos a ella, así les afectará también a ellos, y así responderán. El aprendizaje a estas edades se da, sobre todo, por observación e imitación.
– El bien también existe. Uno de los aspectos importantes es transmitirles que el mal existe y que hay personas que hacen cosas malas, pero que hay muchas más personas buenas que hacen cosas bien.
Cómo explicar que el mal existe, según la edad de nuestros hijos
– Los niños más pequeños lo que necesitan es sentirse bien, protegidos y seguros.
– Entre los 3 y los 5 años, los niños reaccionan en función de cómo lo hagamos nosotros, sus padres. En esta etapa confunden la realidad con la fantasía y pueden sentir miedo con más facilidad.
– A partir de los 6 años los niños quieren y necesitan saber, y hacen preguntas relacionadas directamente con lo que ha pasado.
– Los preadolescentes necesitan hablar sobre estos temas, ya son conscientes de la realidad. Piensan y hablan en términos de justicia.
– Los adolescentes suelen plantear preguntas más concretas y a veces complicadas de responder.
Señales de alarma de estrés en los niños
Los padres debemos estar pendientes de lo que dicen y hacen nuestros hijos, preguntando, escuchando e identificando sus sentimientos. Tenemos que conocer y ser capaces de percibir el posible estrés. Los niños suelen somatizarlo a través de molestias y dolores.
Si observamos que la conducta de nuestro hijo cambia y nos preocupa, podemos consultar con un profesional que nos aclare si puede haber algo patológico. Este puede ayudarnos a tranquilizar a nuestro hijo y puede proporcionarle a él las herramientas necesarias para hacer frente a la situación.
La familia es un buen lugar para hablar de forma positiva y constructiva, también sobre el mal en el mundo. Los padres tenemos que acercarnos a nuestros hijos de manera tranquilizadora y con palabras que transmitan paz.
Explicar y compartir este tipo de situaciones nos ayuda a educar en valores, en virtudes, hablando de la justicia, la solidaridad, el amor y el perdón. Nos permite también dar una visión trascendental a situaciones que son difíciles de entender y de aceptar, por lo menos en un primer momento.
Un buen planteamiento cuando hablamos del «mal en el mundo», es hablar de la lucha que todo ser humano tiene en su interior entre el bien y el mal. Seguro que es fácil hacer reflexionar a los hijos sobre su propia experiencia: que vean que en muchas ocasiones pueden elegir entre actuar bien o mal (ser generosos, decir la verdad, no dejarse llevar por un enfado, ser obedientes…), y quizá sea una forma sencilla de explicarles que en ocasiones las personas eligen hacer el mal, y por eso podemos percibir ese mal en el mundo.
Y, de forma positiva, podemos explicarles que si queremos que haya menos mal en el mundo, debemos luchar cada día por hacer el bien, individualmente, y como familia. Así podremos cambiar el discurso y hacerles ver que ellos pueden hacer que el mundo sea mejor, y triunfe el bien sobre el mal.
Paloma De Cendra. Psicóloga y terapeuta
Más información en el libro Libertad y tolerancia en una sociedad plural. El arte de convivir. Autor Alfonso Aguiló.
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