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Pedro García Aguado: «Los padres que están dando peor resultado son los padres sobreprotectores y los permisivos»

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Pedro García Aguado, campeón olímpico y mundial de waterpolo, conocido como presentador de televisión de varios programas entre ellos Hermano Mayor y autor de varios de libros de educación junto al profesor Francisco Castaño Mena, acaba de dimitir como director general de Juventud de la Comunidad de Madrid.

Cuando saben dónde están los límites, los hijos se sienten seguros

P. La educación ha cambiado mucho en los últimos 25 años. ¿Qué debemos aprender los padres primero sobre normas, valores, buenos hábitos y límites para enseñar a nuestros hijos después?
R. Si como padre no tengo unos valores bien definidos en mí mismo, en mi rol familiar, seguramente no podré transmitir nada. Por eso, los padres primero debemos de tener claro los valores que queremos inculcar a nuestros hijos.

P. ¿Qué errores estamos cometiendo?
R. Los padres, actualmente, han querido que los hijos lo tuvieran todo. No les han enseñado a esforzarse para conseguir todo aquello que los padres les han dado y, al final, nos estamos encontrando cada vez chicos más discapacitados para vivir en sociedad, una sociedad además cada vez más competitiva y más exigente.

P. ¿Qué aporta una buena educación?
R. Capacidad de superar adversidades y de valerte por ti mismo, ser autodependiente o autónomo. Una buena educación evita también la violencia entre padres e hijos. Estar bien educado y haber aceptado las normas implica que los chicos se sientan más seguros. Cuando ellos saben dónde están los límites, se sienten más seguros. Hay padres que piensan: «le voy a dejar hacer lo que quiera que así será más feliz»; y no, todo lo contrario, así tu hijo va a ser mucho más inseguro.

P. ¿Cómo tenemos que reciclarnos los padres y los profesores para educar a los niños hoy en el entorno de las nuevas tecnologías?
R. Los padres hemos cogido miedo, les regalamos móviles de última generación sin poner ninguna normativa sobre su uso, eso puede traer problemas e incluso generar dependencia. Así que, acerquémosles las nuevas tecnologías, pero enseñémosles cómo usarlas. Es verdad que las normas de los padres están viralizadas pero pocos padres se atreven a dar un móvil a su hijo y decirle: «el móvil te lo he comprado yo por lo que yo tengo que tener acceso libre a tu móvil, siempre tendrás que cogerlo cuando tu padre o tu madre te llamen al teléfono, tengo que saber en qué páginas estás, quiénes son tus contactos, qué tipo de fotos o documentos estás publicando o compartiendo».

Todas esas cosas no las hacemos porque los hijos nos dicen que tienen derecho a su intimidad»

Y efectivamente, es un derecho, pero cuando siempre y cuando estén haciendo un buen uso del teléfono. Si yo tengo la más mínima sospecha de que mi hijo está haciendo un mal uso del teléfono, es decir, que está haciendo daño a alguien o que se está poniendo él mismo en peligro porque no tiene conciencia de riesgo y no conoce el daño que puede generar el «hasta dónde» llegan sus fotografías, entonces, a esa edad, prevalece la seguridad de mi hijo frente al derecho a la intimidad.

P. ¿Cómo frenar el potencial de la adicción tecnológica?
R. Les damos el móvil o Internet para que no nos molesten, no le damos importancia a que pasen dos horas metidos en el cuarto hasta que esas horas se convierten en ocho y vamos a pedir ayuda. Lo que los padres han hecho mal en esos casos es no preocuparse de cómo su hijo o su hija utilizaban el ordenador o no saber cómo hacerlo. En todos los programas y los sistemas operativos existe una pestaña que pone «control parental» donde tú puedes limitar las páginas en las que entran tus hijos, puedes tener una supervisión, puedes guardar las sesiones que ha tenido tu hijo o tu hija en Facebook. Es cuestión que querer hacerlo y anteponer la seguridad de tu hijo y la obligación que tienes como padres de protegerles.

P. ¿Qué tipo de padres son los mejores adaptados a las condiciones actuales y hacía donde se dirigen sus consecuencias educativas?
R. Diferenciamos cuatro grandes grupos de padres, aunque seguramente hay muchos más. Siendo de una manera o de otra, el resultado no va a ser el esperado. Los padres que están dando peor resultado son los padres sobreprotectores y los permisivos, estos padres hacen que los hijos se conviertan en auténticos tiranos. En realidad no se convierten en tiranos, en realidad somos tiranos desde pequeños. Ya desde pequeños tiranizamos a nuestras madres porque si no lloramos no comemos, y eso es algo que hacemos hasta que podemos valernos por nosotros mismos.

El padre que no rompe esa tiranía acaba con un hijo que le tiraniza durante toda la vida»

Por tanto, el tipo de padre sobreprotector que lo único que hace es salvar a su hijo de todas las adversidades, intentar que no sufra nada, dar la cara por él incluso cuando mete la pata hasta el final en vez de enseñarle que la vida es una carrera de obstáculos el resultado que son hijos tiranos que no saben manejarse en la adversidad.

P. ¿Cuál sería el tipo de padre ideal?
R. El padre ideal es aquel que ayuda a sus hijos a expresarse. Con el día a día es difícil estar siempre fresco para tener una conversación con tu hijo, es difícil acertar siempre, pero también se trata de eso, de ensayo-error.

P. Pero, ¿también hay diferentes tipos de hijos?
R. Sí, hijos a los que les dices una vez que no y lo entienden e hijos que hay que decírselo una, dos o treinta veces. Pero se lo tienes que decir 30 veces sin rendirte. Hay que tener en cuenta que aunque hayas educado a todos tus hijos igual, la realidad es que no son todos iguales: hay uno más dócil, hay otro que interpreta las normas mejor y hay otro que se las va a querer saltar porque es su naturaleza. Pero ese no es peor hijo, ni más mala persona, todo lo contrario, necesita más dedicación, que seas más perseverante y más paciente pero que no te rindas. Cuando te rindes empieza el problema.

P. ¿Qué valores perdidos son los que hacen más falta hoy en día? 
R. Se ha perdido la cultura del esfuerzo, hemos vivido en una época de bonanza y desarrollo en el que a golpe de clic tenemos un mundo a nuestro alcance. Si yo no sé entender que detrás de ese clic hay una serie de procesos, hay muchas personas trabajando y eso no es magia, nuestros hijos viven o les estamos haciendo vivir en un mundo irreal. Como hay tanto de todo… ¿Quieres un coche? Lo tienes. ¿Quieres internet? Lo tienes, y encima de alta velocidad, para que dando un clic aparezca todo en un segundo.

P. ¿Qué otros valores debemos recuperar?
R. También se ha perdido el respeto a los mayores. ¿Por qué ya no se respeta a los mayores? Antes se les respetaba porque eran una fuente de poder y la experiencia o la sabiduría que tenían nos interesaba a todos. ¿Y los profesores? Antes era una profesión valorada, ¿por qué ahora no lo es tanto? Los propios padres no nos hemos ido dando cuenta, pero los hemos ido desautorizando y quitando importancia, cuando son personas que han estudiado y que transmiten conocimientos a nuestros hijos. La sociedad se ha olvidado de inculcar todo esto. La sociedad dice «quiero todo y ya» y además lo tienes que tener el primero para ser mejor que los demás. Eso va en contra de los valores tradicionales: la paciencia, el saber esperar…. Todos estamos en la aborágine de «no me puedo quedar atrás», de no querer quedarse atrás.

P. ¿Qué riesgo tiene que tendamos a hacerlo todo fácil?
R. La frustración. Ahora, en vez de decir, «si has suspendido, cúrratelo»… todo tiene que ser fácil, todo tiene que ser divertido. Habrá momentos en los que tenga que ser divertido, pero habrá momentos en los que te tenga que costar un poquito y que te tengas que frustrar porque si no, cuando todo llega tan rápido y tan fácil, la capacidad de esfuerzo desaparece. Los chavales no tienen la culpa. Son hijos de la cultura del pelotazo. ¿Mi hijo qué quiere ser?: triunfar rápido en la televisión o quiere pegar el pelotazo como algunos banqueros. Los referentes también están fallando.

P. ¿Se puede enseñar a superar adversidades en una sociedad algodonosa? ¿Por qué necesitan ser resilientes nuestros hijos hoy en día?
R. La resiliencia, entendida como esa capacidad que tenemos todos los seres humanos y que en principio la tenían todos los metales, porque esta palabra viene de la capacidad que tenían los metales sometidos a mucha presión de volver a su estado normal o aguantar esa presión.

Evidentemente, estamos creando niños con muy poca capacidad de resiliencia»

Después hay que ver si en los momentos difíciles son capaces de aguantar o se hunden del todo. Si están en una burbuja, entre algodones, van a ser muy frágiles. Hay una generación, no todos, de chavales muy frágiles, con baja tolerancia a la frustración  lo que hace que enseguida se hundan, no estén motivados o no tengan ningún deseo de llegar a ninguna meta y que todo les venga dado.

P. Pero la vida no es fácil, de hecho sigue siendo difícil…
R. Sí, creo que se puede educar la resiliencia y que se puede ir consiguiendo a base de ir poniéndoles retos y dificultades a tus hijos. Yo recuerdo los libros de texto… recuerdo, por ejemplo, los libros de sociales que eran aburridos y sólo tenían una foto pequeña y todo lo demás era texto. Ahora son todo, fotos y tres líneas de texto. Facilitamos en exceso, sin embargo la vida no es fácil, y les estamos haciendo vivir en un mundo irreal en el que todo es fácil.

P. ¿Debemos marcar normas y límites? ¿Por qué nos da miedo castigar?
R. Depende de la personalidad de cada padre y cada madre. Hay padres muy seguros de sí mismos y padres muy inseguros que piensan «me estaré pasando, estaré siendo demasiado estricto, y si mi hijo me deja de querer porque le quito la consola…» Eso juega en favor de que los niños no cumplan las normas y los límites, se los salten y el día de mañana tengan serios problemas de adaptación a la sociedad.

P. ¿Cómo enfocar esta etapa con tantos retos y riesgos para seguir educando en la confianza sin tirar la toalla?
R. La adolescencia la tratamos como la consecuencia de lo que hacemos en la primera etapa de la vida. No hay ningún niño que de los doce a los dieciocho años cambie de forma radical. Cambiarán en cosas como querer llegar más tarde, que tengan la edad del pavo, que te mientan de vez en cuando… pero eso es normal, es humanamente natural, está demostrado y los expertos lo dicen. Sin embargo, si tú, en el primer momento de su crecimiento, en esa infancia, no lo has hecho bien, puede que tengas problemas de rebeldía desequilibrada, no de rebeldía natural que, además, es aconsejable.

P. ¿En qué consiste el arte de educar, cómo ser un artista educando?
R. Yo definiría arte como aquella capacidad creativa que tenemos todos los seres humanos para crear libros, obras de arte, obras musicales, películas. En cuanto a los hijos, el arte es ser lo suficientemente creativo para ir solventando los diferentes retos que ellos te van poniendo, y cómo ayudarles a solventar los diferentes retos que ellos se van a ir encontrando sin tú solucionárselo. Para mí el arte consiste en eso, en no darles el pescado sino darles la caña de pescar, que ellos aprendan a pescar, que ellos aprendan a solucionar sus propios problemas, pero con el asesoramiento y la ayuda de alguien que ya ha vivido esas situaciones. Para mí eso sería realmente el arte de educar.

P. ¿Qué tipo de intuición necesitamos para educar con sentido común?
P.
La obra de arte sería como aquel escultor que dice «la obra de arte ya está dentro y yo lo único que he hecho es ir puliendo hasta que salga». Hay que entender que nuestros hijos son como son y esa forma de ser les va a servir para todo la vida. Po eso, hay que aceptarles tal y como son, con esas capacidades y con esos defectos, hacerles que se manejen en la adversidad.

Marisol Nuevo Espín

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