Ninguna convivencia es perfecta, ni siquiera entre los más pequeños. En el día a día en la escuela pueden darse diversas situaciones que pueden generar conflictos, y en ocasiones, es necesario defenderse de algunas actitudes agresivas. Sin embargo, ya lo dice el refrán: la violencia engendra violencia y por ello hay que enseñar a los niños a responder de manera pacífica, pero sin actitudes enervadas o que deriven en peleas.
Tal y como indica la psicóloga Mónica Serrano no hay que relacionar defenderse con actitudes violentas. La misión de los padres no debe ser la de decir a sus hijos que respondan con agresividad, ni a decirles que siempre pongan la otra mejilla. Resolver estos conflictos cuando surjan permitirán que los más pequeños de la casa puedan enfrentarse a situaciones de conflicto, adquiriendo estas herramientas tan necesarias en el día a día.
Enseñar a protegerse
Por tanto, podría definirse la defensa como la búsqueda de amparo y protección. ¿Cómo debe comportarse un hijo para conseguir estas metas que necesitan? Hay que recordar que los niños necesitan el apoyo del adulto para muchas actividades y aprendizaje, incluso para comprender lo que necesitan para protegerse de situaciones de conflicto, o a conseguir resolver sus propios conflictos, o conseguir la ayuda necesaria.
Acompañar al niño cuando uno de sus iguales le agrede es muy importante para que el hijo empiece a desarrollar habilidades y aptitudes para desenvolverse de manera más independiente en el futuro. Cuando el pequeño vea estas actitudes pacíficas les permitirá conocer las herramientas que son necesarias para poder defenderse de manera adecuada. En un primer momento, buscará amparo a través del llanto.
Es en estos momentos cuando los padres deben enseñarles a sus hijos cómo defenderse. Muchos adultos indican que la mejor manera de responder a estas agresiones es con más violencia. Sin embargo, el ojo por ojo no es una solución ya que solo agravará el conflicto y, en todo caso, aportará una respuesta basada en el miedo y no el entendimiento, clave a la hora de solventar problemas de convivencia.
¿Y si mi hijo es quien pega?
En ocasiones estas actitudes violentas son propias de nuestros propios hijos. ¿Qué hay que hacer entonces? Desde la Fundación Nemours se dan estas claves:
– Tomarse estas actitudes en serio. Hay que asegurarse de que los hijos comprendan que los padres no tolerarán actitudes violentas en el hogar ni en ningún otro lugar. Es necesario establecer reglas y respetarlas.
– Enseñar a los niños a ser respetuosos y amables con los demás. Los hijos deben aprende que está mal pegar a otro y mostrar actitudes violentas.
– Estar al tanto de la vida social de su hijo. Hay que conocer toda la información sobre los factores que pueden estar influyendo en la conducta de su hijo en el entorno escolar, este comportamiento puede ser la respuesta a una actitud similar de otros compañeros.
– Fomentar el buen comportamiento. El refuerzo positivo puede ser más eficaz que la disciplina negativa. Hay que prestar atención cuando los hijos se comportan bien y felicitarlos por ello.
– Ser un buen ejemplo. Los padres deben reflexionar sobre cómo hablan con sus hijos y cómo manejan los conflictos y problemas. Si estos se comporta de manera agresiva frente a ellos, es muy probable que sigan su ejemplo.
Damián Montero
Te puede interesar:
– Consecuencias de la falta de límites en los niños, ¿por qué hace lo que quiere?
– Berrinches y rabietas infantiles, ¿cómo gestionarlas?