Cuando más pronto empiecen nuestros hijos a ayudar en casa, mucho mejor. Las primeras tareas o encargos para tus hijos deben ser sencillas, como por ejemplo: recoger los juguetes de su habitación después de jugar, ponerlos en las estanterías o guardarlos en el armario, ordenar su mochila para ir a la escuela al día siguiente, dejar colocada su ropa y los zapatos, colgar el abrigo en su sitio, etc.
¿A qué edad un niño puede empezar a colaborar en casa?
El ejemplo de poner la mesa es una de las primeras actividades que pueden realizar y que contribuyen a la adquisición de buenos hábitos, ayudando a crear rutinas de colaborar en casa y así aumentar sus responsabilidades. Se puede plantear como un juego. El primer día los padres le enseñan cómo colocar las cosas añadiendo una sorpresa que el niño no vea (unas flores, velas, un dibujo, etc.), teniéndola que descubrir. Al siguiente día, deberá él poner la mesa y añadir una sorpresa para que sus padres la descubran.
Actualmente, hay un «boom» de programas televisivos sobre cocina infantil y también de ofertas de talleres y cursos para ellos. Este «boom» puede aprovecharse para dejarles entrar en la cocina para colaborar a preparar las comidas y platos para toda la familia. Es un primer paso para que además de conocer los alimentos, les sirva para conocer y tener una dieta más variada y equilibrada cuando sean adultos.
Cualquier aprendizaje necesita un tiempo que dependerá de la personalidad de cada niño. Los fines de semana y las vacaciones pueden aprovecharse para disponer de más tiempo para enseñarles.
Es muy importante que adquieran hábitos cotidianos. Al principio los padres no deben dejarlos solos, sino que con paciencia tienen que acompañarles y ayudarles a hacer las cosas encomendadas.
Sin entrar en detalle en el resultado de lo que han hecho, hemos de valorar positivamente sus acciones mediante frases como: ¡qué bien que lo has hecho!, ¿ya has acabado?, o a través del contacto físico: dándoles un abrazo, un beso…
Los padres somos un modelo y ejemplo para ellos. A cualquier edad les mostraremos los beneficios de ser autónomos en su buen comportamiento y que todo funcionará mejor en casa si ayudan y participan toda la familia.
¿Qué hacer cuando los hijos no quieren colaborar?
Cuando los niños son pequeños deben entender que forman parte del «equipo» familiar y que todos tienen que participar. Un argumento sería: entre todos hemos recogido la mesa y así nos sobra tiempo para salir a pasear, a jugar, etc. Este argumento normalmente será suficiente, al menos a corto plazo.
¿Qué pasa cuando los hijos son adolescentes y no quieren colaborar?
Puede haber sucedido que cuando eran pequeños no les asignáramos tareas para hacer y si ahora se las mandamos «se rebelen», argumentándonos porqué ahora tiene que hacerlas y antes no.
En un supuesto y avisándole con tiempo de que le toca poner la mesa y sacar al perro y nos conteste casi siempre con un: «ya voy». Aunque algún día se le ha castigado sin cenar, el enfado y la confrontación serán mayores si le indicamos que debe hacerlo rápido, porque su tiempo y el nuestro no tienen el mismo valor. A veces a los adolescentes les cuesta entender lo que le piden los adultos que haga y pueden interpretarlo de que aún son tratados como niños.
Será importante que los padres tengan una actitud de escuchar sus razones y si sus excusas son razonables para no hacer las tareas «ahora».
Como otro ejemplo está el caso de tener que entregar para mañana un trabajo que no tiene preparado o estudiar un examen, entonces deberemos negociar con él que deberá hacer la tarea encomendada posteriormente.
Hay que tener en cuenta que para solucionar un conflicto entre padres e hijos, cada una de las partes deberán estar dispuestos a ceder sus beneficios personales, a fin de encontrar una solución común que beneficie a todos.
Mercedes Corbellas. Psicóloga y diplomada en Trabajo Social
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