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Educar en Navidad: guía para optimizar los recursos

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Con los niños en casa y las cenas, compromisos, viajes, familia, regalos… La Navidad se convierte una época plagada de situaciones que ponen a prueba nuestra capacidad para manejar el estrés y la ansiedad.

Las dos semanas de vacaciones de Navidad que tienen los niños son días sin cole en los que, en muchas ocasiones, los padres tienen que acudir al trabajo. Por este motivo es importante ser previsores para cogerse unos días de vacaciones o bien contar con la ayuda de algún cuidador para los niños o un familiar.

Con el cuidado de los niños cubierto, desaparece una fuente de estrés y conflictos. Sin embargo, su presencia constante durante la Navidad puede afectar a nuestro bienestar psicológico, del que somos los principales responsables. Hablamos de los excesos, las altas expectativas que nos marcamos y lo que esperamos de nuestros hijos. Aunque nos parezca que son seres tremendamente exigentes y sofisticados, en realidad a los niños se les puede hacer felices con muy poco, también en Navidad.

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Los niños disfrutan de la Navidad: sin exigencias

Quizá no te paras a pensarlo, pero en todas partes, en todos los niveles sociales, en todas las épocas, ha habido niños que han disfrutado de la Navidad independientemente de la cantidad de regalos, del glamour de las comilonas o del tamaño del Belén y del árbol de Navidad que han adornado sus casas. Es una cuestión de educación. Los niños van a exigirnos lo que nosotros les permitamos que nos exijan. Van a considerar normal y admisible lo que nosotros les enseñemos que es normal y exigible. Y, por supuesto, contra su vicio de pedir estará nuestra virtud de no dar.

El tiempo que les dediquemos será siempre lo que más valoren. En vez de montar por nuestra cuenta un superárbol de Navidad para darles una sorpresa, montemos uno discreto con ellos.

Pongamos emoción a la Navidad, recurramos a nuestra imaginación y no dediquemos recursos económicos a comprar sus sonrisas.

Entregadles un calendario de adviento, recordadles que durante este mes tienen que ir pensando qué regalos pedirán a los Reyes Magos, llevadlos a ver las luces de la ciudad, pedidles que os ayuden a preparar una bonita mesa de Navidad o incluso hacedles partícipes del menú navideño, escuchad villancicos…

Eso, y no tanto recibir el regalo más espectacular de los grandes almacenes, es lo que va a crear en ellos bonitos recuerdos de estos días. Por otro lado, en Navidad hay muchas iniciativas de voluntariado en la que pueden participar los niños, desde comedores sociales hasta donación de juguetes. En la medida en que podamos, es nuestro papel como modelos positivos lo que marcará la diferencia en cuanto a las experiencias que los niños de nuestra familia van a tener de la Navidad.

Evita las broncas en Nochebuena

En cuanto a las reuniones familiares, es crucial mantener las formas y la educación delante de los niños. Ya se darán cuenta tarde o temprano de que las relaciones humanas son complicadas, pero no hace falta que sea precisamente durante la Nochebuena, presenciando broncas e insultos entre parientes.

Quizá para nosotros, como adultos, la Navidad sea una época desagradable pero no es justo desplazar hacia los niños ese malestar. No hay que fingir que somos el capitán del equipo de duendes de Papá Noel si odiamos la Navidad, porque los niños captan perfectamente lo falso; basta con que contengamos razonablemente nuestro disgusto por estas festividades, ellos pueden entenderlo a su manera.

Los niños quieren nuestra atención, participar y sentirse protagonistas de los eventos navideños.

Para ello necesitan adultos que los acompañen en ese proceso con la suficiente motivación e ilusión, que les ayuden a generar esos recuerdos verdaderamente entrañables que van más allá de eslóganes que incitan al consumismo.

No se trata de hacerlo todo, estar presente en todas las actividades y acudir a todo lo gratuito. Hay que valorar la conveniencia de lo que queremos hacer con ellos y ponderar bien beneficios y costes. Siempre y cuando el plan no suponga una sobrecarga, adelante. Una familia es un equipo y sus miembros pueden dividirse los ratos de ocio si eso es lo que necesitan.

Los regalos tienen un límite

La Navidad es una ocasión propicia para educar en aspectos muy importantes. Por ejemplo, en hábitos de consumo saludables y sostenibles. Dejemos claro a los niños que la carta a los Reyes Magos tiene un límite de regalos, que no le traerán lo que ya tiene, lo que no va a usar o lo que consideran un capricho y que lo siempre le traerán lo que ha pedido… si sus Majestades lo encuentran. Si no, la carta a los Reyes puede convertirse en una exigencia de los niños a los padres con enormes posibilidades de resultar tóxica para su desarrollo. Nuestra obligación como padres es contenerlos, educarles y desarrollar en ellos un sentido crítico.

Ningún niño te querrá más por regalarle más muñecos, aunque en un primer momento su entusiasmo parezca desbordante, lo interpretes como gratitud eterna y a él le sirva como un arma infalible para comprar las voluntades de los adultos. Con tu pauta de regalar estás educando a ese niño, piensa en el mensaje que estás transmitiendo con la cantidad y tipología de regalos que le estás haciendo. Procura que sean regalos adecuados a su edad y que se ajusten a sus gustos, no a los tuyos.

Marina Berrio
Asesoramiento: Equipo de psicólogos de Ifeel

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