Los padres no debemos obsesionarnos con el tema de educar en la igualdad: ya en los primeros años de vida, los juguetes pueden simbolizar los estereotipos sexistas de esta sociedad. La ‘cocinita’, el maletín de costura, la muñeca con sus complementos de ropa rosa azul, el cochecito de bebé… son algunos ejemplos de juguetes que presuponen el rol que estas futuras mujeres desempeñarán o que socialmente se espera que desempeñen.
Independientemente de la actividad profesional a la que dediquen sus vidas, la cocina o la limpieza son ejemplos de actividades que las mujeres tienen asignadas desde niñas. Los niños, por el contrario, se divierten con juegos asociados a la construcción o el transporte, por poner un ejemplo y, en ocasiones, muchos padres para educar en la igualdad ya se empeñan en cambiar mediante los juguetes estos roles o estereotipos.
Los juguetes y los roles asociados al género masculino o femenino
No es positivo corregir aquello que un niño hace porque le gusta o porque le causa mayor placer. Un juego no determina una conducta de futuro. Los intereses infantiles pueden ser transitorios. Los niños tienden a cambiar de gustos de forma frecuente. Intentar modificar un gusto puede ser contraproducente. El niño o la niña puede percibirlo hasta hacerle sentir incómodo.
El mejor modo de evitar los estereotipos sociales entre hombres y mujeres para educar en la igualdad es, en lugar de clasificar a los pequeños según su sexo, hacerlo según los intereses que muestre cada uno. No trataremos a un hijo de manera diferente según sea niño o niña, sino en función de lo que le guste o decida.
Paradójicamente, al mismo tiempo que del niño se espera que no juegue con la cocinita, se pretende que el hombre colabore en las labores del hogar. Y a la inversa, los coches y camiones que algunos no consideran adecuados para las niñas, se contraponen a una realidad creciente en la que se intenta que la mujer pueda acceder a todo tipo de profesiones.
Claves para educar en la igualdad
1. Los juguetes no tienen una etiqueta de género. Hay que darle al niño y a la niña lo que le guste, no lo que socialmente le corresponde.
2. Hay que hablar con los niños/as sobre la importancia de respetar al otro y de que la riqueza de las personas nunca vendrá determinada por su condición sexual.
3. El lenguaje o las imágenes discriminatorias fomentan comportamientos negativos. La familia debe ser crítica con ello.
Principales diferencias en el desarrollo de niños y niñas
Una de las diferencias más visibles son los gustos y los intereses. Los juegos por los que cada género se interesa, generalmente, suelen ser muy distintos. Otra diferencia importante es el modo en el que resuelven problemas. Los niños son más racionales que las niñas. A su vez, los niños tienen más capacidad para olvidar lo sucedido, mientras que las niñas incluyen más dosis de emoción, con lo que les cuesta más olvidarlo.
El éxito en este tema de la igualdad, como padres, está en fijarnos en la individualidad de cada uno de nuestros hijos con independencia de si son niños o niñas. Esto implica que debemos evitar coaccionarles hacia un tipo de gusto o intereses.
Por otro lado, la identidad sexual de los niños debe trabajarse a la vez que el conocimiento de uno mismo y el autoconcepto. Esto significa ayudarles a conocerse, a que sepan cuáles son sus puntos débiles y fuertes, a que conozcan sus capacidades, intereses y motivaciones, y a capacitarles para que puedan desarrollarlas y potenciarlas adecuadamente.
María Campo. Directora NClic-Kimba
Asesoramiento: Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno del Principado de Asturias
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