Los niños y las niñas son el futuro de nuestro planeta y en la educación que reciben recae la existencia de un mañana en el que se logren los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por las Naciones Unidas en pro de un desarrollo responsable y consciente del medio ambiente. Por eso, los adultos de hoy los debemos dotar de herramientas necesarias para ayudarlos a desarrollar hábitos sostenibles y que puedan, de este modo, establecer una base de conocimientos y valores para toda su vida.
La primera infancia juega un papel clave en la formación de los más pequeños. Es durante esta etapa cuando se construyen las bases de la personalidad, los valores y los hábitos. En consecuencia, aprovechar este periodo para sensibilizarlos sobre la importancia del medio ambiente es imprescindible.
En este contexto, las escuelas infantiles devienen un entorno facilitador de ocasiones de aprendizaje, posibilidades de juego, de ambiente y de relaciones. Suponen una gran oportunidad para introducir la educación medioambiental y transmitir valores que generen aprecio por la naturaleza y todos sus recursos, algunos de ellos escasos, y empezar así a tomar conciencia de la necesidad de cuidar el planeta y ser agentes activos en su preservación.
Así pues, en la escuela se tienen que promover actividades que involucren a los niños en el descubrimiento del medio ambiente, así como cuidar el huerto y las plantas, hacer paseos en el entorno próximo, visitar el campo, reutilizar los sobrantes de agua de las comidas y, en definitiva, todo aquello que haga posible poder interactuar con la naturaleza.
Propuestas, todas ellas, basadas en que los niños descubran que la naturaleza está presente todo el año y en diferentes situaciones: desde actividades cotidianas y de relación con las familias, a otras de experimentación, lenguaje y descubrimiento del entorno.
Cómo acercar la naturaleza a los niños
Es importante fomentar la curiosidad, la creatividad y la imaginación de los niños y aprovechar estas características para educarlos en el respeto a la protección del planeta, implementando iniciativas como las siguientes:
– Naturalizar el jardín desde la escuela con plantas, árboles y huertos que contribuyan a acercar la naturaleza a los niños.
– Promover que el niño respete y quiera la naturaleza con buenas prácticas medioambientales, a través de acciones como apagar las luces cuando no sean necesarias para aprovechar la iluminación naturalm recoger el agua de la lluvia para regar y utilizar materiales de juego más naturales, entre otros.
– Despertar todos los sentidos por medio de los elementos vinculados a la naturaleza, observar sus calidades y descubrir las diferentes sensaciones y experiencias que aportan a través de los sentidos: vista, oído, olfato, tacto y gusto.
– Proponer a los más pequeños, actividades de manipulación con elementos de la naturaleza para que observe, explore, investigue y analice.
– Instalar puntos de compostaje o vermicompostaje en las escuelas.
– Implicar a las familias en los valores de la naturaleza. Las familias tienen un papel muy importante, por lo tanto, desde la escuela se las tiene que implicar.
– Dar a conocer al niño su entorno natural y social. Todas estas acciones permitirán que puedan descubrir las maravillas del medioambiente a la vez que aprenden a valorarlas y cuidarlas.
Con todo, la educación medioambiental tiene que ser una tarea continuada y colaborativa entre el equipo educativo, los niños y las familias, para tener un impacto efectivo en la protección de nuestro planeta. La educación en la infancia es una oportunidad para construir una sociedad más sostenible y respetuosa con el mundo que nos rodea.
Rosa Garcia Roura, especializada en Comunicación e Innovación Pedagógica e integrante del equipo de Comunicación de Cavall de Cartró.
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