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La disciplina en la educación: 4 consejos efectivos

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Una componente de ser un buen padre o madre es inculcar disciplina a nuestros hijos. La disciplina es una parte necesaria de la infancia porque enseña a los niños conceptos importantes como la autoridad, el acatar las normas, el autocontrol y la responsabilidad. La disciplina no tiene por qué restar espontaneidad, felicidad o alegría a nuestros hijos. En su lugar, les proporciona la libertad necesaria para explorar y experimentar la vida dentro de los límites seguros que nosotros les hemos marcado.

Todos los niños, de manera intrínseca, nacen con una serie de deseos y de preferencias. Desde los primeros instantes de vida vemos como nuestros hijos ya empiezan a manifestar sus características innatas. En esto radica la belleza de la individualidad. Sin embargo, nuestros pequeños no saben lo que es bueno o malo para ellos. No cuentan con experiencias vitales, no pueden prever las consecuencias de sus acciones y no tienen modo alguno de controlar sus deseos y sus impulsos si nosotros no les enseñamos cómo han de hacerlo.

La disciplina es, simplemente, la manera de mostrarles a nuestros hijos cómo queremos que se comporten para que estén bien y no les pase nada, para que estén bien alimentados, físicamente fuertes y sanos y para que se conviertan en unas personas buenas y simpáticas. Les enseñamos estas lecciones de vida para ayudarles a integrarse sin problemas en todo tipo de grupos, en el colegio y en su entorno social.

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¿Cómo inculcar disciplina a los niños? 4 consejos efectivos

Unos breves principios orientativos es todo lo que necesitas para inculcar a tu hijo disciplina de manera segura y eficaz:

1. Pon límites y cíñete a ellos. Los niños solo son capaces de asimilar los límites y las fronteras si nosotros, como padres, los hacemos respetar sistemáticamente. Los niños aprenden mejor y más rápido si aplicamos siempre los mismos límites y las mismas expectativas de comportamiento.    No resulta eficiente crear reglas para cuando estamos fuera de casa si luego no se hacen respetar también en casa.

a. Ejemplo. Si queremos que nuestro hijo se siente a la mesa correctamente, coma con el tenedor y hable en voz baja y sin gritar cuando está a la mesa, tenemos que practicar y fomentar dichos comportamientos en casa y de manera sistemática, para que cuando vayamos a comer fuera sepan comportarse como se espera de ellos.

2. Los límites no se pueden negociar con el niño. Nuestro hijo no sabe qué es lo mejor para él. Sus deseos son deseos libres, que pueden ser fruto de muchas motivaciones distintas. No son ellos los que tienen que elegir sus propios límites. Nosotros, en tanto que padres, sabemos qué es lo mejor para ellos. El que nuestros hijos estén a la altura de nuestras expectativas es responsabilidad nuestra. Los niños pueden tratar de oponerse, pero nosotros tenemos que ayudarles a que sigan nuestras instrucciones hasta el final y de la manera que elijamos nosotros, no ellos. Es importante que nosotros, como padres que somos, mantengamos el poder y la autoridad.

a. Ejemplo. Si queremos que nuestros hijos apaguen la televisión y se vayan a la cama cuando les decimos que es hora de ir a dormir, lo que no podemos es decir que «Sí» cuando nos pidan quedarse «5 minutos más».

3. Enséñale lo que son los derechos y las obligaciones. Todo el mundo nace con derechos y también con obligaciones. Cuando vivimos en comunidad, como es el caso de una familia, cada miembro tiene una serie de derechos y de obligaciones que ha de cumplir para que todo funcione como la seda. Enseñar a los niños desde una edad temprana lo que son los derechos y las obligaciones les ayuda a comprender que seguir una serie de reglas (obligaciones) les permite acceder a sus derechos.

a. Ejemplo. Una niña de 4 años no quiere ponerse ella sola los zapatos; quiere que sea mamá quien se los ponga. Mamá le ha dicho que si quiere ir a jugar al parque tiene que ponerse ella sola los zapatos, como una niña mayor. Mamá le da a su hija un plazo de 5 minutos para ponerse los zapatos. Si se pone los zapatos antes de que acabe el plazo de 5 minutos irán al parque. Si no, Mamá le explicará que ya no les da tiempo a ir al parque a jugar porque han malgastado todo el tiempo esperando a que ella se terminara de poner los zapatos. Es importante que Mamá no alargue el plazo acordado para ponerse los zapatos, o perderá con ese gesto su autoridad (véase el punto 2).

4. Mantén la disciplina como disciplina. Es útil que los padres dejen claro que la disciplina es algo que está vigente y que se está aplicando en la familia. Es importante que el niño no se sienta confundido ni tenga dudas sobre las intenciones o las motivaciones de los padres a este respecto. Cuando un niño haga algo que haya que corregir, los padres de inmediato deberían mostrar un cambio de actitud claro y patente para así captar la atención del niño y hacerle ver que la disciplina se está poniendo en práctica.

Normalmente, este cambio de actitud incluye los siguientes elementos: utilizar el nombre del niño cuando nos dirijamos a él, contacto visual directo, una voz más baja de lo normal, cara seria, y una conversación clara y sincera (utilizando el tono y el vocabulario adecuado a su grado de madurez) en la que se le explique lo que ha hecho mal y cómo se ha de corregir. Después de eso, el padre o madre ha de volver a su actitud habitual para poner de manifiesto que el «momento de las enseñanzas» ha terminado.

Utilizar bromas o sarcasmo les puede confundir a los niños. Asimismo, el ayudarse de preguntas retóricas puede resultar igualmente confuso y poco claro. Es posible que los niños no sean capaces de saber cuándo los padres están imponiendo disciplina y cuándo están en plan gracioso. Definir un estándar claro de disciplina ayuda mucho a aclarar la situación y a evitar ambigüedades.

a. Ejemplo. Juan sabe que no puede jugar al balón dentro de casa. Juan ignora esta regla familiar y sin querer golpea un cuadro que está colgado en la pared y que cae al suelo. El padre escucha el ruido y llama a Juan por su nombre. Cuando Juan llega donde está su padre, éste dice en voz baja y con cara seria «Tú sabías que en nuestra familia una de las reglas es que no se puede jugar al balón en casa. No has obedecido esa regla y, como consecuencia de ello, has roto un cuadro. Estás castigado este fin de semana y, además, tendrás que hacer en casa alguna tarea más de las habituales. Dicho esto, ve y recoge el lío que has montado con el cuadro roto. Hablaremos más tarde de las tareas extra que tendrás que hacer.» Más tarde Juan y su padre hablan sobre la importancia de las reglas y de las normas familiares.

A algunos padres la disciplina puede parecerles un tema duro y arduo, pero cuando la disciplina se aplica partiendo del amor y del cariño se convierte en una herramienta para criar a niños felices y seguros de sí mismos. Todos nosotros estamos sometidos a algún tipo de disciplina en nuestras vidas; p. ej., la policía en nuestra ciudad, nuestro jefe en el trabajo o las agencias reguladoras (p. ej., Hacienda) a nivel estatal. Los niños necesitan aprender esta disciplina de sus padres para poder poner en práctica el autocontrol, lo que hará de ellos personas seguras de sí mismas y capacitadas para enfrentarse a sus errores o a problemas sin que eso mine su autoestima.

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