Empezar el curso escolar es todo un reto para cualquier alumno. Retomar las rutinas después de un verano de desconexión y enfrentarse a conocimientos que hasta ahora eran desconocidos pueden hacerse cuesta arriba en algunos casos. La adaptación al nuevo año académico puede ser más lenta para ciertos estudiantes y, de no detectarse, puede hacer que los meses dentro de las aulas sean muy difíciles para los mismos.
Con el fin de poder detectar el estancamiento escolar, desde la Academia Americana de Pediatría, AAP, se brindan varios consejos para apoyar a estos niños. Una lista para evitar que estos problemas vayan a más y puedan ponerse en marcha mecanismos encaminados a paliar esta situación y salvar el curso académico sin demasiados apuros. Porque en ocasiones si bien las intenciones son las necesarias, hay problemas ajenos que hacen de piedras en este camino estudiantil.
Pérdida de confianza
Tal y como indican desde AAP en esta revisión el primer efecto que tiene este estancamiento en los niños es una pérdida de confianza. Al ver que sus resultados decaen y no están a la altura del resto de compañeros, la imagen que tienen de sí mismos empieza a ser muy mala. Ellos creen estar haciendo algo mal, o que no están dando todo lo que pueden, ya que los resultados no son los esperados.
Poco a poco esta falta de confianza termina por afectar también a los niños, haciendo aparecer mayores problemas en su educación y vida académica. Por ello, hay que poner en marcha los mecanismos necesarios para una detección temprana. Pero, tal y como indica la neuropsicóloga infantil Celiana Rey-Casserly, cada niño es un caso complejo y no es posible detectar qué efectos tendrá este estancamiento académico.
El primer paso debe ser el de detectar problemas físicos como, por ejemplo, una alteración visual como la miopía. También pueden atenderse otro tipo de situaciones que les impidan llevar una vida normal: asma, diabetes, etc. Los trastornos del lenguaje u otros del tipo autista también pueden estar detrás de los malos resultados académico. Tampoco hay que olvidarse de otras posibles consecuencias a nivel social.
El acoso escolar puede causar un miedo en los niños que los haga tener miedo a todo lo relacionado con el centro. De esta forma, sus atenciones se centran en el terror que les causa enfrentarse a estas agresiones, impidiendo concentrarse al máximo en sus estudios. En este caso, la mejor opción es la de entrevistarse con los responsables del centro para conocer mejor el día a día del alumno.
Consejos para evitar el atraso escolar
¿Cómo evitar estas estos problemas si finalmente se detectan? Desde la Asociación Española de Pediatría se brinda el siguiente plan de acción para actuar en las tres esferas relacionadas con el estancamiento escolar:
– Familia: la familia debe coordinarse con la escuela y comprometerse a acudir al centro para mantener entrevistas con los profesores de sus hijos. Si existen, se puede utilizar la «intranet educativa» o la página web del centro para comunicarse con el profesorado.
La familia debe controlar los tiempos y las tareas escolares asegurando un lugar fijo para el estudio (sin ruidos y sin conexión a teléfono móvil, ordenador, televisión…), garantizando períodos de concentración y supervisando las tareas sin ejercer el control absoluto (ya que el niño debe aprender a corregir sus errores en el colegio).
– Niños: los niños deben saber que tienen responsabilidades que asumir para aprender y formarse. Una adecuada autoestima y unas buenas relaciones con los compañeros y con el profesorado son necesarias para mantener alerta una buena disposición para el estudio. Los alumnos deben ser conscientes de sus posibilidades y deben ser evaluados por su esfuerzo y por los objetivos curriculares.
– Profesorado: los profesores han dar la voz de alarma a la familia ante los primeros síntomas de retraso o falta de adecuación al contexto escolar. Un niño al que hay que reprender continuamente, dirigirle la atención sucesivamente, que no lleva los deberes hechos, o que no comprende los contenidos de clase es candidato a un posible retraso, que de no ser detectado a tiempo o de no implicarse cada uno de los factores mencionados, puede desencadenar en el fracaso escolar.
Damián Montero
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