¿Podemos cambiar nuestro cerebro para vivir una vida más plena? David Bueno, doctor en Biología, profesor e investigador de la sección de Genética Biomédica, Evolutiva y del Desarrollo de la Universidad de Barcelona explica en su último libro, Educa tu cerebro (Editorial Grijalbo), que la mente es un órgano cambiante y siempre puede seguir creciendo y ampliando horizontes.
De manera que el interés por aprender cosas nuevas, junto con una mentalidad positiva que nos haga ser optimistas nos hará avanzar en el camino de la inteligencia, algo que va a influir en nuestro bienestar y en la forma en que vamos a experimentar la felicidad de manera cotidiana.
Aprender con optimismo
Tras el éxito de El cerebro del adolescente con más de 40.000 ejemplares vendidos, ¿qué te inspiró a escribir Educa tu cerebro?
Transmitir la idea de que no todo termina en la adolescencia, de que la vida sigue, de que nuestro cerebro sigue teniendo plasticidad, sigue siendo maleable. No pensemos que todo queda ya escrito en la adolescencia. Los adultos también podemos educar nuestro cerebro y podemos seguir creciendo, aprendiendo cosas nuevas, perfeccionando nuestras habilidades y nuestros talentos.
¿Qué significa ser inteligente?
Para mí, ser inteligente es tener la capacidad de aplicar lo que hemos adquirido en el momento presente a situaciones nuevas, pero pensando también en cómo esto nos está influyendo en nuestro futuro.
¿Somos cada vez más inteligentes?
Sí, la educación nos ayuda, precisamente, a aplicar estos conocimientos y nos está haciendo más inteligentes. Si nosotros mismos nos hacemos el propósito de aplicar lo que sabemos a las nuevas situaciones y de adquirir conocimientos nuevos, nos estaremos haciendo más inteligentes.
¿De qué manera influye la genética en nuestra inteligencia?
En nuestra inteligencia, de hecho, en todas nuestras capacidades mentales y cognitivas, para no restringirlo solo a la inteligencia, influye nuestra genética y el desarrollo que tenemos. Todos tenemos todos los genes, pero tenemos distintas variantes para estos genes que introducen pequeñas sutilezas en el mensaje que contienen. Y estas variantes influyen, que no determinan, pero sí influyen, en cómo se forma y en cómo funciona todo nuestro cuerpo, incluido nuestro cerebro. Hay personas que genéticamente tienen más predisposición a cualquier aspecto mental que nos podamos imaginar, a la empatía, a la metacognición, a la inteligencia, a la creatividad, pero es una predisposición, no es un determinismo. Y aquí viene el segundo factor, y es cómo nos educamos.
Una educación que nos estimule a ser creativos hará que seamos más inteligentes, independientemente de cómo sea nuestra genética.
Por ejemplo, una persona con pocas predisposiciones genéticas a la creatividad, pero estimulada durante la etapa educativa, terminará siendo más creativa que una persona con mejor predisposición genética, pero mutilada durante su etapa educativa. Al final, es la suma de la interacción entre genética y educación entendida en sentido amplio. De ahí el título del libro, Educa tu cerebro. La genética no la podemos cambiar, pero sí podemos educarnos a nosotros mismos para continuar avanzando en cualquier aspecto que nos propongamos.
¿Qué consejos nos puedes dar para estimular nuestro cerebro?
Uno de los principales consejos que puedo dar para optimizar nuestro cerebro y disfrutar de una vida más plena es que seamos conscientes de que siempre podemos ir un paso más allá de donde estamos, siempre podemos aprender un poquito más de algo, siempre podemos perfeccionar un poquito más cualquier habilidad o desarrollar un nuevo talento, aunque solo sea un poquito, algo que nos haga sentir satisfechos. Lo importante es tener objetivos y propósitos vitales, pero no con la intención de alcanzarlos sí o sí, porque si no los alcanzamos puede ser muy frustrante. Lo importante es tener estos objetivos y propósitos vitales disfrutando de cada pasito que vamos dando para acercarnos a estos objetivos. Que los alcanzamos, perfecto. Que no los alcanzamos, no pasa nada, porque ya hemos ido disfrutando de cada pasito y ya hemos ido viendo que íbamos aprendiendo, que íbamos creciendo, que íbamos perfeccionando.
¿Qué aspectos del funcionamiento del cerebro influyen en nuestro bienestar y felicidad de forma cotidiana?
Se ha visto que los aspectos que influyen más en nuestro bienestar es el optimismo, sentirnos optimistas en cuanto a nuestras posibilidades, saber encontrar nuestras propias motivaciones intrínsecas, no ir haciendo las cosas que nuestro entorno nos impulsa a hacer, sino hacer las cosas porque creemos que eso es lo que debemos hacer, y el propio esfuerzo. Se ha visto que una persona que se esfuerza y que percibe ese esfuerzo como útil y realizable, incrementa su sensación interna de bienestar. Todo esto, se resume en una sola idea o en dos palabras, se llama mentalidad de crecimiento. Es esta sensación de que podemos seguir aprendiendo, por lo que somos más optimistas en cuanto a nuestro futuro, nos es más fácil encontrar motivaciones porque sabemos que podemos seguir avanzando, y eso nos lleva a esforzarnos porque vemos futuro en ese esfuerzo que estamos haciendo. Y, en conjunto, todo esto mejora nuestra sensación de bienestar. El fundamento neurológico celular de todo esto es la plasticidad neuronal, la neuroplasticidad.
¿Qué es la neuroplasticidad?
Es la capacidad que tienen las neuronas de nuestro cerebro de ir haciendo conexiones neuronales nuevas que, precisamente, sirven para ir almacenando aprendizajes nuevos, para ir almacenando experiencias nuevas, y para también ir almacenando todo aquello que vamos pensando, los propósitos que nos hacemos. De ahí que sea tan importante también cómo pensamos. Una persona que piense en negativo, en pesimismo, su cerebro hará conexiones neuronales negativas y después será muy difícil o más difícil cambiarlo.
¿Qué relación tiene la racionalidad del cerebro con la inteligencia emocional? Racionalidad e inteligencia emocional son dos caras de una misma moneda, son dos aspectos que van ligados. La racionalidad es la capacidad que tenemos de pensar conscientemente sobre nosotros mismos y la inteligencia emocional es la capacidad que tenemos de conocer nuestro estado emocional y gestionarlo. Las emociones son impulsivas, pero una vez se han desencadenado las podemos reconducir a través de esta racionalidad. Al final, una vida equilibrada es la que mantiene una proporción entre racionalidad y emociones a través precisamente de esta gestión o inteligencia emocional.
¿Cuál crees que es el mayor mito o malentendido sobre el cerebro que sigue circulando hoy en día?
Uno es el de las inteligencias múltiples. No tenemos muchas inteligencias, tenemos una sola inteligencia. Lo que sucede es que es mucho más compleja de lo que tradicionalmente se había pensado. Si en vez de hablar de inteligencias múltiples hablásemos de facetas múltiples de esta única inteligencia funcionaría mucho mejor todo lo que sabemos o todo lo que aplicamos en el conocimiento de nuestro cerebro. Otro de los mitos es el de que sólo usamos el 10% del cerebro. Lo usamos todo. Lo podemos usar mejor, pero ya lo usamos todo. Lo que sucede es que no lo usamos todo simultáneamente. Usamos cada parte del cerebro cuando lo necesitamos según qué tarea estemos haciendo. Pero si estamos convencidos de que podemos aprender, de que podemos desarrollar habilidades y talentos nuevos, perfeccionarlos, que ya tenemos, si nos sentimos optimistas respecto a nuestro futuro, somos capaces de encontrar nuestras motivaciones intrínsecas que nos llevan a esforzarnos. Todo esto activa nuestro cerebro. Si conseguimos todo esto, estos mitos ya no tienen ningún sentido. Tenemos una inteligencia y la vamos a usar para cualquier cosa y usamos todo el cerebro y lo vamos a usar mejor porque estaremos activándolo.
Marisol Nuevo Espín
Te puede interesar:
– Inteligencia parental, ¿educas con la cabeza o con el corazón?
– Neuroplasticidad, cómo favorecer el desarrollo de los niños dejando huella
– Inteligencia de vida, una actitud para ser más felices