El uso del móvil se convierte a diario en una pesadilla para muchas familias con adolescentes. El gran protagonismo de este dispositivo en la cotidianeidad adolescente y la avalancha informativa sobre sus riesgos hace que muchas familias no sepan cuándo entregar el primer móvil y qué hacer para ayudar a sus adolescentes a usarlo adecuadamente.
¿A qué edad le doy el móvil? Esa es una de las preguntas que más me hacen las familias que acompaño. Mi respuesta suele dejarlas sorprendidas: «Dáselo lo antes posible». Ante la cantidad de información que corre por las redes anunciando los enormes riesgos del uso abusivo de las pantallas para el desarrollo de nuestro cerebro y los numerosos peligros que se esconden en las redes sociales, mi respuesta no las deja indiferentes. En mi experiencia, y a pesar de lo que pueda parecer a primera vista, permitir que las personas adolescentes entren en contacto con el dispositivo y aprendan a usarlo antes de poseer uno propio es la clave para reducir los riesgos de un uso inadecuado durante la adolescencia.
Dáselo cuanto antes, pero con condiciones
Ya ves que mi respuesta esconde un pequeño truco: «Dáselo lo antes posible, sí, pero con condiciones». Cuando planteamos en casa el momento de entregar un dispositivo móvil solemos hacerlo desde una perspectiva poco útil para que las personas adolescentes entiendan lo que supone su uso. Entregamos el dispositivo y después ponemos las normas de uso que esperamos que cumplan. Y ahí empiezan los problemas.
El origen de los conflictos que se producen tras la entrega del dispositivo está en que no las hemos preparado previamente para que aprendan a usarlo.
Y cuando lo entregamos les exigimos que hagan algo para lo que no están preparados/as aún por el momento de desarrollo en el que se encuentran.
El cerebro adolescente no se aplica a normas ni límites, cosa que, sumada a la necesidad de exploración de la autonomía que viene con la etapa y que se traduce en la necesidad de alejarse de la familia, pone difícil que acepten las normas que ponemos. Además, las personas adolescentes tienen grandes dificultades para controlar las conductas arriesgadas porque les producen una gran sensación de gratificación y porque no pueden anticipar las consecuencias de dichas conductas. El córtex prefrontal, que se encarga de ayudarnos a controlar lo que hacemos, lo tiene difícil en esta etapa para frenar los impulsos adolescentes porque está desarrollando la capacidad para hacerlo.
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Educación digital: ciertas cosas deben quedar claras
Así que, teniendo en cuenta lo anterior, cuando entregamos el dispositivo sin prepararlas para usarlo les estamos dando acceso a un mundo infinito de información, repleto de peligros, en un momento en el que no pueden controlar lo que hacen cuando sienten intensamente, en el que su autoestima es lábil, en el que están construyendo su identidad, en el que la socialización es lo más importante y en el que la relación con la familia suele ser complicada. El momento del ciclo vital en sí mismo dificulta mucho que las familias puedan hacer una supervisión adecuada, que las personas adolescentes pidan ayuda cuando la necesitan y que eviten los riesgos.
Es por todo eso que me sorprende que se diga que la mejor edad para entregarles el primer móvil es cuando están preparados. Cómo si eso se produjese de forma espontánea. Si hiciésemos eso no lo entregaríamos nunca y mucho menos en un momento tan complejo del desarrollo como es la adolescencia y mucho menos sin hacer nada para prepararlas.
No se pueden preparar solos para entender un dispositivo tecnológico de tal envergadura y utilizarlo de forma segura, y menos cuando las funciones cerebrales necesarias para entender y usar adecuadamente ese dispositivo todavía se están desarrollando. Por eso necesitan que las ayudemos. Como nunca entregaríamos un coche a una persona sin haberla enseñado a conducir y certificado que puede usarlo, no deberíamos entregar un móvil a una adolescente sin acreditar que hay ciertos conceptos relacionados con su uso que han quedado claros.
Hábitos de higiene digital para usar el móvil
Si queremos acompañarlas para que entiendan lo que supone utilizar un dispositivo con acceso a Internet y desarrollar hábitos de higiene digital, debemos introducir los dispositivos, la navegación por Internet y las redes sociales de forma paulatina y nunca entregar el dispositivo personal sin tener la seguridad de que ya se han desarrollado algunos hábitos de uso seguro del mismo. Para hacer todo eso tenemos que anticiparnos a la adolescencia y planificar la introducción de las tecnologías como planificamos el final de la lactancia, la retirada del pañal o la primera adaptación al centro educativo. Lo que hagamos al respecto durante la infancia va a ser muy importante.
Las palabras «seguridad», «verificación», «privacidad» y «contrastar» deberían empezar a formar parte del vocabulario familiar desde el primer momento en el que se las pone delante de un dispositivo de acceso a Internet.
Sin embargo, si no hemos tenido la posibilidad de hacerlo y nos enfrentamos próximamente a la entrega del dispositivo, sugiero que, antes de entregarlo, se dedique un extenso período de tiempo a aprender a usarlo con supervisión y a desarrollar los hábitos de uso básicos para la autoprotección, la navegación por internet de la forma más segura posible y la exposición moderada en redes sociales.
Prepararles para el uso consciente de la tecnología
En mi opinión, la mejor edad para iniciarse en el uso de los dispositivos y las redes sociales es cuanto antes y la mejor manera de iniciarse es con una persona adulta que les presente el mundo digital y las acompañe paso a paso en el proceso de aprender a moverse en él. Deberíamos haber introducido de forma progresiva durante su infancia los diferentes conceptos imprescindibles para usar la red y haber incidido en la importancia de realizar ciertas acciones cuando buscamos información o utilizamos las redes sociales. Prepararlas para el uso consciente de la tecnología es básico teniendo en cuenta que la tecnología va a formar parte de nuestras vidas y va a estar cada vez más presente.
Si no hemos podido hacer este trabajo previo puede ser más complicado acompañar el uso del dispositivo cuando ya lo tienen en su poder, aunque no imposible. Vamos a tener que llegar a acuerdos y usar toda nuestra fuerza y creatividad para mantenernos firmes cuando se nieguen a cumplirlos. Vamos a tener que usar aplicaciones de supervisión. No es una tarea inalcanzable, pero sí laboriosa y, en mi experiencia, deja a las familias exhaustas porque: ¿cómo controlas lo que hace una persona adolescente con un dispositivo que has entregado dando por sentada la responsabilidad sobre su uso? Un dispositivo que has dicho que es suyo, personal y que, además, lleva encima todo el día.
El móvil es un dispositivo muy útil, pero para el uso personal del cual necesitamos un período de preparación. El móvil no es un derecho, es un privilegio y se gana mostrando que podemos hacer un buen uso de él. Acompañar la vida digital de las personas adolescentes es imprescindible. Lo que viven en Internet puede provocarles emociones intensas e impactar en su autoestima, en su desarrollo, en la construcción de su identidad y causar grandes estragos en sus vidas adultas. No podemos entregar el dispositivo hasta que hayamos comprobado que han desarrollado ciertos hábitos de uso responsable y eso debemos procurarlo mucho antes de regalárselo. El móvil no es un regalo cualquiera y supone una gran responsabilidad, no lo banalicemos.
Sara Desirée Ruiz. Educadora social especializada en adolescencia. Instagram: @adolescencia.sara.desiree.ruiz Twitter: @SaraDesireeRuiz www.saradesireeruiz.com
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