El estilo de crianza que se elige es el que determinará el desarrollo del niño. Si bien numerosos factores influyen en el resultado final, lo que sucede dentro de casa sienta las bases en la educación de los hijos. Existen distintas visiones sobre cómo debe producirse esta instrucción para conseguir los mejores resultados, una vez que los más pequeños crezcan.
Un ejemplo es la crianza intensiva, una propuesta que, si bien está siendo ahora analizada por expertos en la materia, lleva mucho tiempo instalada en los hogares. ¿Qué es lo que aporta a los más pequeños de la casa? El sociólogo Patrick Ishizuka ha sido uno de los primeros en profundizar en ella y en detectar varias características de este modelo que se enfoca en el futuro académica y laboral de los más pequeños.
Tiempo y dedicación
El término crianza intensiva no deja lugar a dudas, se trata de un modelo en el que los padres invierten gran cantidad de su tiempo para ayudar a que, en el futuro, los hijos alcancen sus metas. Búsqueda de actividades extraescolares, participación activa en el juego de los más pequeños, diálogos con los que se fomenta la empatía y la inteligencia emocional, etc.
Estos son solo algunos de los rasgos de la crianza intensiva. En definitiva, lo que se pretende es descubrir el talento de los hijos y encontrar la manera de potenciarlos a través de actividades, tanto dentro de casa como fuera. Una fórmula que requiere de tiempo por los padres y que también supone una fuerte inversión económica para la preparación curricular de los niños.
Y esta es una de las primeras críticas que se realiza a este modelo de crianza, la presión que se genera sobre los padres. Aquellos que no pueden alcanzar este nivel, bien por problemas de conciliación, o bien porque no cuentan con los fondos suficientes para ello, sienten que se quedan rezagados.
Por otro lado, cabe destacar el punto más positivo de este tipo de crianza: hace que padres e hijos pasen más tiempo juntos. Un valor que permite que no solo los niños vayan descubriendo sus talentos a través del diálogo y otras actividades, sino que los mismos progenitores tendrán una oportunidad única de conocer a sus pequeños y estrechar el vínculo.
¿Demasiada presión?
Otra de las críticas que ha recibido este modelo de crianza es que también genera presión en los niños. Estos pueden verse abrumados entre tanta actividad y puede que no participan en otros puntos importantes para su desarrollo. En cualquier caso, los padres deben recordar lo valioso que supone que sus hijos también lleven a cabo prácticas como la socialización con otros pequeños o el ocio.
También hay que recordar que las actividades y otras prácticas para desarrollar el talento de los niños debe ir siempre de la mano con sus gustos y talentos. Nunca debe imponerse el criterio de los padres. De hecho, cabe destacar que muchos de los padres que han sido analizados por Ishizuka afirmaron que cambiaron de extraescolares a sus hijos cuando estos manifestaron aburrimiento o escaso interés.
Tener en cuenta el punto de vista del niño dentro del proceso de la crianza intensiva es muy importante. De esta forma, se evitarán errores de otros estilos como el de los padres helicóptero, que cortan toda autonomía en los hijos y siempre se antepone el criterio de los progenitores.
Damián Montero
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