Es innegable que la sociedad va cambiando con el paso de los años, pero de un tiempo reciente a esta parte lo viene haciendo a una velocidad vertiginosa. Es por ello que no debemos olvidarnos de lo verdaderamente importante en los más pequeños: no podemos dejar a un lado nuestra tarea como educadores porque en la infancia se sientan las bases de la educación y los valores para el resto de la vida.
El tiempo vuela, y no podemos dejar para más tarde algo tan importante como el respeto, aprender a compartir, la paciencia, aprender a obedecer a padres y profesores, hacer las cosas cuando nos las piden… Los primeros años de vida de nuestros hijos son determinantes para que la integración de los niños y niñas en la sociedad sea adecuada a las normas, costumbres y valores morales, y debemos aprovecharlos para crecer con valores.
Los padres no deben delegar en el colegio toda la educación de sus hijos.
Al contrario, la educación de los hijos debe empezar en casa y desde que los niños son pequeños. Desde temprana edad debemos esforzarnos en darles una educación que les ayude a desarrollarse adecuadamente y a convertirse en personas empáticas, coherentes y con principios.
Educar no quiere decir solo obtener los mejores resultados. Para una buena educación se necesitan unos buenos valores, porque solo así se forma a las personas, solo de esta manera se podrán entender los comportamientos y las conductas de los pequeños y, además, a ellos les servirá como una guía que dirigirá sus actos.
Educación en valores y educación emocional
La educación en valores en nuestros días es tan importante como la educación emocional de la que tanto se habla, porque solo así podremos formar personas íntegras y no solo hábiles académicamente. Los niños necesitan principios que les ayuden a reflexionar de forma crítica y a saber elegir, de toda la información que reciben de la sociedad, con cual se quedan, y con cual no, de acuerdo con unos principios y valores que desde pequeños deben aprender.
Hemos de tener en cuenta que hoy en día existen muchas influencias negativas en nuestra sociedad y, por este motivo, debemos darle la importancia que se merece a que los niños reciban una educación adecuada en valores. De esta forma serán capaces de tomar sus propias decisiones con criterio propio pudiendo convivir en sociedad con una personalidad firme y madura.
Cuando son muy pequeños no saben de forma clara lo que es correcto y lo que no lo es, y por esta razón se dejan llevar por las emociones. En este punto es de vital importancia que los padres les señalen el camino que deben seguir y los valores que deben implementar para ser personas de éxito.
Es imprescindible que los niños vean que hay una conexión permanente entre familia y escuela.
Ellos pasan gran parte del día en el colegio y se convierte en uno de sus lugares de referencia, por lo que es muy importante que la familia se involucre al máximo para conseguir los mejores resultados. Lo mismo podemos decir de la relación con los profesores, porque si los padres respetan a los profesionales con los que comparten la educación de sus hijos, los niños lo harán también y aprenderán una gran lección sobre respeto.
El valor del ejemplo de los padres
Para educar a los niños en valores resulta fundamental el ejemplo. Un padre le puede decir a los niños que no sean egoístas, pero si los pequeños ven que los padres lo son, van a adoptar el comportamiento que ven. Las personas estamos aprendiendo por imitación durante toda la vida. El niño, desde su nacimiento, empieza a observar todo cuanto lo rodea: los objetos, las personas que tiene a su alrededor… Entonces comienza a imitar algunas de las conductas, y aprende sus primeros comportamientos, y este será el procedimiento de aprendizaje a lo largo de su vida.
A medida que avanzan en edad, los niños seleccionan las conductas a imitar y se centran en aquellos comportamientos que ocasionan consecuencias positivas en el modelo que los realiza; y aprenden a no hacer aquellos actos por los que el modelo obtiene consecuencias negativas. Los modelos que los niños eligen suelen ser personas cercanas, admiradas o valoradas por ellos y por los demás, por esto es necesario que los hijos tengan confianza en los padres con el objetivo de que cuando no sepan cómo reaccionar ante alguna situación, acudan a los adultos para recibir la ayuda y ejemplos deseados.
Debemos tener en cuenta, por último, que la noción de respeto se transmite en el entorno infantil cuando el adulto es capaz de admirar y querer al niño. El respeto se aprende en el hogar familiar desde los primeros años; por tanto, si deseamos que nuestros hijos manifiesten conductas respetuosas debemos respetarlos y quererlos desde el primer momento.
Alejandro Saurina. Director del Colegio NClic
Más información en el libro: La educación temprana de 0 a 3 años. Autora Ana Sánchez, profesora de Educación Infantil
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