Nadie nace sabiendo. Desde que un niño pone un pie en el colegio hasta que saca el contrario el día de su graduación universitaria (o de máster) pasan numerosos años en los que va superando distintas etapas educativas, adquiriendo distintos conocimientos y educándose. Una labora que le toca afrontar al él, aunque no lo hace solo, sino que cuenta con la compañía de muchos en esta labor.
Profesores, amigos, compañeros de clase y, por supuesto, padres. Los progenitores juegan un papel fundamental en la educación de los hijos, empezando porque muchas de sus actitudes serán adaptadas por el pequeño estudiante y porque su motivación puede suponer la diferencia entre dar un objetivo académico por perdido o pelearlo hasta su obtención.
Padres, agentes de educación
Cuando se habla de educación y enseñanza se tiende a pensar que toda esta responsabilidad recae en profesores y en colegios. Sin embargo la realidad es muy distinta. Si bien no se puede negar la importancia de ambos agentes en el proceso de aprendizaje de los niños, tampoco debe ignorarse la importancia que tiene el hogar y los padres en este camino.
Es básico que padres y colegio unan sus esfuerzos con el fin de sacar el mejor provecho al proceso de enseñanza en los más pequeños. Una afirmación que mantiene Antonio Bolívar en su trabajo Familia y escuela: dos mundos llamados a trabajar en común. Un estas páginas afirma que el escenario educativo es amplio y que no solo se reduce a las aulas, sino que también alcanza a las paredes del hogar.
Hay que recordar que la familia es el primer ámbito en donde se desarrolla la educación del niño. En el seno de este núcleo los más pequeños aprenden valores, formas de ver la vida y normas que posteriormente aplicarán en su día a día, lo que también afectará a la forma en la que afrontará sus estudios. Éstos son algunos ejemplos:
– Responsabilidad. Enseñar a los niños que ellos deben hacerse cargo de sus responsabilidades desde edades muy tempranas, hará que llegada la hora sean quienes por iniciativa propia hagan sus tareas y trabajos escolares.
– Compañerismo. Muchos trabajos escolares deben realizarse en grupo. La dinámica de trabajo con otras personas también puede inculcarse en casa. El esfuerzo de muchos puede dar lugar a un gran resultado común.
– Esfuerzo y dedicación. Los padres son el espejo en el que se miran los hijos y uno de los valores que deben ver para reflejarlo en su día a día debe ser el esfuerzo en su trabajo y el compromiso con las funciones que debe ejercer.
¿Qué pueden hacer?
Pero, en concreto, ¿qué pueden hacer los padres en el día a día de los más pequeños para ayudarlos en su proceso de aprendizaje? Desde la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la cultura se dan los siguientes consejos:
– Elaborar un horario conjunto donde el niño vea al detalle las horas de estudio, ocio y otras tareas. Ayudarlo en su organización, aunque no darle todo hecho. El pequeño debe organizarse de motu propio.
– Vigilar que el estudio comience a la hora prevista y nunca permitir excepciones salvo casos especiales como cansancio extremo tras varias jornadas de trabajo intensivo.
– Adecuar la casa para convertirlo en un santuario de concentración y un lugar de estudio.
– Proporcionar el material necesario para el estudio, para esto nada mejor que una reunión previa con los profesores del colegio o centros de formación donde se realicen extraescolares.
– Animarlos a hacer otras actividades que los ayuden a desconectar, una vez hayan cumplido con el horario de estudio.
– No interrumpir sus horas de estudio salvo que sea totalmente necesario.
– Hacerles ver al estudio como un medio de alcanzar las metas y no como una obligación tediosa. Que comprendan el valor del esfuerzo.
Damián Montero
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