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Cómo convertir la lectura en un placer para los niños

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Queremos que lean, convertir la lectura en un placer para los niños, pero muchas veces se nos olvida que lo impuesto, no genera interés en absoluto. Podemos poner en práctica distintas técnicas que les motivarán para desarrollar su hábito lector.

La lectura es uno de los aprendizajes de mayor complejidad cognitiva y que implica un gran esfuerzo para los niños. Además, ese esfuerzo debe mantenerse en el tiempo puesto que no es un proceso que se adquiera rápidamente, sino que implica tiempo y mucha práctica.

Según como se lleve a cabo este proceso de aprendizaje de la lectoescritura, el gusto por la lectura puede ser mayor o, en ocasiones, puede llegar a generar cierto rechazo.Teniendo en cuenta que no es un aprendizaje fácil, es fundamental hacerlo lo más atractivo posible para lograr un hábito positivo del mismo.

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5 pasos para que la lectura sea un placer para los niños

Para que la lectura se convierta en un placer para los niños, se pueden tener en cuenta las siguientes pautas:

1. Elección del tema a leer

Es muy importante que el tema a leer sea de interés para la persona que realiza la lectura. Todo aquello que se lleva a cabo con motivación genera mejor resultado y favorece el hábito lector.

Es muy habitual obligar a los niños a lecturas ya pautadas que generan desinterés y, por lo tanto, los alejan de la lectura. En cambio, si se les da la posibilidad de que puedan elegir el tema y descubrir cosas interesantes sobre él, gracias a los libros, desarrollarán interés por volver a leer y querer averiguar más sobre aquello que es de su interés.

Una vez que ya han desarrollado el hábito lector y han podido descubrir el placer por la lectura, es interesante poder ofrecerles lecturas variadas en cuanto géneros, estilos y temas, de tal modo, que puedan enriquecer su vocabulario y estructuras lingüísticas con estas. Es decir, no se trata solo de leer siempre aquello que genere interés en la persona, sino, aprovechar esa motivación para generar una predilección y, posteriormente, hábito. Una vez generado el hábito será factible introducir variedad en las lecturas.

2. Selección del material de lectura

Resulta habitual, e incluso tradicional, asociar la lectura a los libros. Y a un buen lector se le vincula a libros con letra pequeña, pocas ilustraciones y un gran número de páginas. Por lo tanto, la aspiración de muchos profesores, incluso de padres, es que los niños sean buenos lectores y esto implique leer libros extensos, con mucho contenido y gran número de palabras. Este objetivo produce, en muchos niños principiantes en la materia, cierto grado de vértigo al parecerles muy complicado lograrlo.

Dicha complejidad produce desmotivación y, según la presión que reciban, puede llegar a generarse un rechazo. Esta situación se puede llegar, incluso, a mantenerse en la edad adulta, llegando a escuchar a muchos adultos: «yo es que no suelo leer…». En cambio, cuando se analizan muchas circunstancias de adultos y sus hábitos lectores, se puede comprobar que leen mucho más de lo que pueden pensar, pero lo que, igual, no leen son libros.

Leer no significa necesariamente libros. Leer también se refiere a artículos, noticias, entrevistas, blogs, reseñas, etc. Utilizar esta variedad de recursos para los niños que están acercándose a la lectura puede ser de gran utilizad y genera resultados muy significativos en cuanto a la creación del hábito lector. Lo importante es leer, descubrir el sentido de la lectura, vivirla como algo vital para poder aprender, investigar y conocer para introducirla como parte importante en las vidas de las personas.

3. Plantear preguntas de interés acerca de la lectura

Encontramos positivo que el adulto, bien sea padre o profesor, genere preguntas al niño sobre la lectura que está realizando. No cuestiones comprensivas en las que pueda sentirse examinado, si ha entendido o no el texto, sino preguntas de interés, de reflexión, de pensar, o incluso de crear posibles soluciones, caminos, etc. Estas preguntas desarrollan interés, curiosidad y favorecen la motivación y actitud positiva hacia la lectura.

4. Favorecer entornos y espacios cómodos de lectura

Durante muchos años se ha asociado la lectura a estar sentados en una mesa y silla, especialmente en los colegios. Cada vez más, se defiende que el espacio de lectura sea agradable en cuanto a clima, luz, sonidos, temperatura y cuente con mobiliario cómodo que permita relajarse y adentrarse en la lectura de un modo sencillo y con un gran disfrute. Estos espacios pueden contar con sofás, pufs, alfombras, e incluso permitir el estar con ropa o calzado más cómodo.

Cada vez se cuenta con espacios más preparados, en este sentido, en colegios e incluso bibliotecas y han generado un mayor acercamiento de los niños y también adultos a la lectura y han favorecido el hábito lector.

5. Leerse unos a otros

Tanto adulto a niños, como niños a adultos o adultos a adultos. Es una técnica muy poco usada, pero que tiene grandes resultados puesto que invita a la lectura, crea hábito lector, favorece el descubrir el sentido de la lectura y aporta riqueza de vocabulario y estímulo lingüístico.

6. Contar con un modelo a seguir

Todo esto es mucho más sencillo si se cuenta con ejemplos cercanos, padres, hermanos o amigos que sirvan de referente para ellos.Así pues, lo importante es presentar la lectura no como algo obligado, sino algo voluntario y elegido. Será más positivo y generará mayor interés. El objetivo es el favorecer un placer por la lectura y no un deber y que disfruten de ella como algo importante de su día a día.

María Campo. Directora Pedagógica Eduka&Nature

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