Sabemos que no es bueno que los niños crean que es fácil conseguir todo lo que quieren. No hablamos de nada nuevo cuando decimos que la sociedad de hoy en día se rige por un consumismo exacerbado que nos ha hecho, sin darnos apenas cuenta, que nos dejemos llevar por este planteamiento o forma de ver la de vida.
La facilidad o la costumbre de tener recursos económicos para todo lo que queremos, ha hecho que, incluso en épocas de crisis, intentemos conseguir o buscar dinero donde sea para conseguir cosas totalmente prescindibles. Por otro lado, las posibilidades que tenemos actualmente de conseguir productos baratos y la cultura de usar y tirar ha hecho que sea demasiado sencillo comprar (ropa, objetos…) ante cualquier necesidad.
Así vivimos y así educamos a los niños en el consumismo. Ven que todo es posible, que pueden alcanzar todo lo que quieren y que se les antoja algo y lo consiguen. Están creciendo en este sistema de consumismo impulsivo y es a lo que les estamos acostumbrando.
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Se puede ser feliz con menos
Sin embargo, nosotros, los padres, sabemos lo que es aprovechar las cosas. ¿Quién no ha heredado ropa, calzado o material escolar de los hermanos mayores o de algún otro miembro de la familia? Sabemos dónde se hunden las raíces del consumismo.
A pesar de habernos dejado arrastrar por esta cultura del gasto sin control, de comprar por comprar, hemos vivido en primera persona la falta de medios, hemos sabido aprovechar los recursos y hemos sido muy felices teniendo muchísimo menos de lo que nuestros hijos tienen ahora.
En cambio, no estamos sabiendo ser fuertes ante el consumismo y, probablemente, en muchos casos, las familias llegan a crear estilos de vida familiares en los que lo material no es un problema, porque les llegan las cosas sin esfuerzo, con lo que sus hijos no conocen otra forma de vivir.
El consumismo impulsivo en la personalidad infantil
– Consiguen las cosas de forma más fácil: todo lo que quieren lo pueden conseguir sin esfuerzo.
– Vivimos en la inmediatez: tienen todo lo que quieren y en el momento que quieren.
– Tienen una falta de creatividad y de recursos para vivir con menos: en el momento que les faltan los materiales no son capaces de hacer nada. Les falta un juguete y no son capaces de jugar.
– Son niños caprichosos: lo tienen todo y quieren más, no entienden por qué no pueden tenerlo.
– Les falta ilusión: nada les sorprende porque lo tienen todo. (Puede ser interesante plantearnos por qué cuesta tanto pensar un regalo para los hijos, no sabemos cómo hacer para que algo les sorprenda.)
– Se desilusionan en el momento que no consiguen lo que quieren: el regalo o juguete que quieren.
– No valoran las pequeñas cosas.
– Tienen una falta de jerarquía de valores: lo material está, para ellos, por encima de lo humano. Este tipo de niños dan más importancia a tener su juguete preferido que a estar jugando con su mejor amigo.
Cómo valorar la cultura del esfuerzo
La Navidad es una época importante en la que el consumismo está cada vez más presente. El turrón y los juguetes llenan las tiendas y los escaparates casi antes de que lleguen las castañas. Es entonces cuando comienza la verdadera batalla por conseguir ese juguete de moda que, de no lograrlo, generará una gran frustración en los pequeños. Para ellos esto es la Navidad, la ansiada espera por la llegada de los regalos que han pedido en la carta a los Reyes Magos.
Sin embargo, podemos educar valorando lo más importante: estar juntos, en familia, disfrutando de estas fechas donde el tiempo que paséis va a ser lo realmente valioso, por encima de cualquier regalo: Juegos en familia, actividades de ocio…
Pero no sólo eso, aprovechando este periodo de buenos propósitos e intenciones, podéis hacer que los niños vean las necesidades de personas que no tienen los mismos recursos que nosotros para que entiendan y, mediante alguna actividad, aprendan, de manera práctica, a pensar y ayudar a los demás. De este modo, les enseñaremos a complacer a otras personas y lo gratificante que esto resulta.
Por lo tanto, tratad de haced de estas fiestas unos días inolvidables en los que tratéis de aprovechar el tiempo que permanezcáis juntos para cuidaros, mimaros y complaceros. Este será el mejor regalo para vuestros hijos y el que perdurará en su recuerdo para siempre.
Consejos para educar y frenar el consumismo impulsivo
– Tener todos los caprichos satisfechos no hace a nuestros hijos más felices, sino todo lo contrario.
– Educar su generosidad y sobriedad les ayudará a no estar en la diana del consumismo
– Los padres tenemos que ser fuertes a la hora de decir NO a determinadas peticiones de nuestros hijos, aunque nos cueste alguna que otra rabieta. Sólo así estaremos favoreciendo su educación.
– Llevar a cabo actividades que puedan divertir a los niños y en las que esté toda la familia implicada, organizar juegos en casa, concursos de disfraces, de cocina, manualidades… de este modo valorará el tiempo de ocio y con la familia, y no sólo sus juguetes.
Conchita Requero
Asesoramiento: María Campo. Directora de Centros Educativos Kimba.
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