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7 consejos para regañar de buenas maneras a los niños

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A veces, será necesario regañar y reprender a nuestros hijos cuando no se han comportado bien o han actuado de forma poco adecuada, pero lo normal es que pueda hacerse estando de buenas, y en ello va gran parte de su eficacia. ¿Te preocupa regañar a tus hijos? Aquí tienes 7 consejos para regañar de buenas maneras a los niños.

Regañar a los niños enfatizando en lo negativo no es una manera eficaz de hacerlo. La psicóloga Silvia Álava, directora del área infantil en el Centro de Psicología Álava Reyes y coautora de la enciclopedia ‘La psicología que nos ayuda a vivir’, nos da las claves en su libro ‘Queremos hijos felices’ para practicar el refuerzo positivo.

«Se trata de aprender a reforzarles cuando estén mostrando las conductas que queremos instaurar; es decir, estar con ellos y reforzar y premiar a los pequeños mientras se portan bien y no prestarles atención cuando están realizando las conductas disruptivas o las llamadas de atención que queremos que desaparezcan», afirma la psicóloga Silvia Álava.

7 claves para regañar de buenas maneras a los niños

Cuando tenemos que regañar a los niños, los padres debemos tener sensibilidad para:

1. Escoger el momento adecuado
2. Buscar unas circunstancias que no humillen
3. Procurar hablar a solas y estando de buen humor; esto a veces supone esperar. Es difícil que el chico reconozca su mala actitud o sus errores si lleva aparejada una confesión cuasi pública
4. Ponerse en su lugar y mostrar empatía tanto cuando nos habla como cuando queramos rebatir
5. Dejarle una salida airosa
6. Saber intercalar unas palabras de afecto que alejen cualquier impresión de que se corrige por disgusto personal
7. Mostrar al hijo la seguridad que se tiene de que va a mejorar y corregir la conducta inadecuada.

La inoportunidad y la falta de diplomacia son errores graves. Nada conseguirá un padre o una madre que reprenda a sus hijos a gritos, dejándose llevar por el mal genio, amedrentando, imponiendo castigos, haciendo enmiendas a la totalidad y descalificaciones personales, o sacando trapos sucios y antiguas listas de agravios. Todo ello puede convertirse en un caldo de cultivo espléndido para un hijo rebelde.

Así debe deber el clima en el hogar

Las normas en el hogar han de ser pocas, claras y bien entendidas por el niño. Necesita saber lo que debe y no debe hacer, pues él no puede darse a sí mismo una guía. Pero no hay que ahogarle ni asfixiarle.

Uno de los grandes enemigos es dejarse llevar por el nerviosismo del momento, pues podemos prohibir, regañar, decir cosas de un modo muy duro. La disciplina (que hay que usar) no se opone a las buenas maneras y a la tranquilidad.

Aunque creamos que no lo entiendan, hemos de explicar a nuestros hijos lo que les pedimos o exigimos. Argumentos de «porque lo digo yo», «yo soy tu padre», etc. no hacen más que contribuir a la formación de un rebelde.

Hay que dejar claro al niño que es su conducta inadecuada la que nos enfada y disgusta, pero que a él como persona e hijo, le seguimos queriendo lo mismo.

Librar a nuestros hijos de las dificultades, hacerles las cosas que ellos mismos, por su edad, deberían hacer, es una manera segura de hacerles débiles, indecisos, desconfiados de sí mismos y, en definitiva, frenar su desarrollo natural.

Repetir órdenes sin resultado, intervenir constantemente, mostrar aire dubitativo o falta de convicción y seguridad en lo que se dice, son las causas más habituales de pérdidas de autoridad.

Y por último, intentemos evitar ser padres policías. Hemos de estar sobre todo atentos a las buenas conductas de los hijos para reforzarlas y alabarlas. Propongámonos encontrar una buena acción (y se lo haremos saber así) por lo menos por cada desobediencia o travesura.

Marisol Nuevo Espín

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