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Colegios innovadores: así son las aulas del futuro

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¿Funcionaría mejor una escuela sin paredes? ¿Se concentrarían y trabajarían mejor los alumnos si no tuvieran que estar todo el día sentados en un pupitre? ¿Es necesario repensar los espacios educativos? ¿Cuál es el secreto de los colegios más innovadores del mundo? Estas son algunas de las preguntas que Rosan Bosch, arquitecta, diseñadora y uno de los rostros más visibles de la innovación en educación, ha respondido en el II Congreso Internacional de Innovación Educativa celebrado en Aragón. 

La pasión por cambiar los espacios dentro de la escuela comenzó para esta holandesa al notar la desmotivación con la que sus hijos llegaban de la escuela. Esto le llevo a descubrir que la fórmula de sentar a los niños en filas de pupitres no favorecía la creatividad ni el aprendizaje, sino el aburrimiento.

Entonces realizó un experimento en un colegio de Copenhague donde permitió a los niños sentarse en el suelo, colocar postit con sus ideas debajo de las mesas y trabajar a la luz de una lámpara… y ¡funcionó!. Al finalizar la jornada escolar, los niños no querían abandonar la clase.

Diseño de nuevos espacios para la escuela

Así fue como nació su impulso por cambiar los espacios educativos y utilizar su talento y su educación en técnicas de diseño para sentar las bases de un nuevo prototipo de escuelas sin paredes, con espacios pensados para la reflexión en solitario, para el trabajo en grupo, para aprender tumbado o para concentrarse a tope dentro de una cueva de terciopelo.

Rosan Bosch cree que «podemos crear un mundo mejor empezando por la escuela». En su ponencia del II CongresoInternacional de Innovación Educativa declaró: «metemos a nuestros niños en un entorno físico que apaga el aprendizaje. Sabemos que un entorno uniforme, un entorno que no permite la individualidad, la diversidad… desmotiva y hace abandonar la escuela a los chicos en Secundaria. Cambiar es dificil, pero hay que intentarlo».

El trabajo más conocido de Rosan Bosch es la escuela Vittra de Estocolmo. Terminada en 2011 todavía sorprende a quien la ve por primera vez, aunque ya han pasado 7 años. Las clases compartimentadas se transformaron en un espacio abierto donde no existen tabiques, pero sí numerosos espacios habilitados para desarrollar diferentes funciones que necesitan los profesores para la enseñanza y los alumnos para el aprendizaje.

El mobiliario vanguardista de la escuela del futuro

Sillon verde obra de Rosan Bosch, diseñadora y arquitecta

Esta división visual del espacio se consigue a través de las piezas de mobiliario que son de forma abstracta, y de tamaños distintos, ya que comprenden tanto estructuras gigantes que albergan por ejemplo una grada donde los alumnos pueden sentarse para escuchar la explicación de un profesor, como sillones y asientos cómodos para que los niños adopten la mejor postura para aprender, lejos de las sillas y escritorios tradicionales.

El mobiliario diseñado por Rosan Bosch pretende desarrollar las interacciones interpersonales porque alienta a los estudiantes a moverse, cambiar de posición y sentarse en el suelo como maneras de apoyar su proceso de aprendizaje.

La arquitecta Rosan Bosch prefiere hablar de paisajes de aprendizajes,, un término para que el que como ella misma reconoce «no tiene copyright, pero que he distribuido en seis espacios que son esenciales para fomentar la creatividad de los niños en la escuela y que todo el mundo que lo desee puede ponerlos en práctica». Y es que la holandesa Rosan Bosch concibe “el diseño como una herramienta para el cambio, para influir, ya que el entorno físico tiene un gran impacto en las personas. El entorno es el tercer profesor, después del propio alumno y de su profesor”. 

A lo largo de toda su ponencia Rosan Bosch ha realizado un llamamiento a potenciar la creatividad innata de los niños, porque como ella dice «todos somos creativos y hay que aprender a aprender, porque cada uno tenemos una manera de aprender”. Con esta convicción, esta diseñadora aboga por transformar todo aquello que pueda resultar obligatorio, aburrido o que produzca miedo en los niños. En su opinión, «debemos fomentar la curiosidad innata de los niños y niñas, sin preocuparnos demasiado por el fracaso, porque el fracaso también es en sí mismo motor de aprendizaje».

Marisol Nuevo Espín

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