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En el cole se porta bien, ¿por qué en casa no es así?

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¿Por qué se porta mejor en el cole que en casa? En muchas ocasiones, desde la familia se trabaja justo lo contrario a lo que se está haciendo en la escuela y las consecuencias no solamente son que el niño percibe incoherencias y, por tanto, elige la conducta que más le interesa, sino que, además, perdemos autoridad ante ellos.

Una de las diferencias mayores existentes entre la escuela y la familia es que la profesora que trabaja con nuestros hijos se plantea unos objetivos determinados y una metodología específica de cómo los va a lograr. En la familia, la mayoría de las veces, no se hace esta reflexión de qué quiero lograr con mis hijos y cómo lo vamos a hacer, sino que se tiende a trabajar sobre la marcha, en función de las necesidad que surjan en el día a día.

Es importante la temporalización, es decir, pensar cuándo vamos a trabajar cada tema con cada uno de ellos. En este punto reside el éxito de su educación. No podemos pretender trabajar todo a la vez. Desde casa deberíamos seguir la misma pauta.

Los niños en el centro tienen muy interiorizado dónde tienen que ir en cada momento, cómo comportarse o qué hacer. Es una cuestión trabajada convertida ya en hábito. En casa, a pesar de que a los padres les gustaría que existieran también esas rutinas, carecen de ellas.

¿Cómo lo hacen en la escuela infantil?

En las escuelas infantiles se trabaja por objetivos y se logran excelentes resultados con estos sencillos presupuestos:

– Explicar a los niños el objetivo que queremos lograr para que tengan claro cómo lo tienen que hacer, qué esperamos de ellos y, a la vez, motivarles en su consecución.

– No caer en la repetición constante de lo que esperamos de ellos. Hay que educarles para que en el momento en que pidamos una acción, respondan de forma inmediata. El niño tiene que entender que no existe otra opción. Para lograr esto tendremos que centrarnos y esperar a que respondan sin despistarnos en hacer otras cosas diferentes a lo que queremos lograr, es decir, que no podemos dar una orden y mientras esperamos a que los niños respondan nos vayamos a hacer otra tarea. Tenemos que estar pendientes de su actitud, que vean que no es posible que den otra respuesta. Es exigir pero siempre estando a su lado para que sientan el apoyo y la confianza que tenemos en ellos.

– Dotarles de autonomía. Este es uno de los aspectos en los que más solemos fallar los padres porque, a diferencia del centro educativo, siempre se les ve pequeños para hacer ciertas cosas. Consideramos que son pequeños para meter las cosas en el lavavajillas o recoger su ropa y guardarla. Por su parte, en la escuela infantil, desde un primer momento, los educadores saben de qué son capaces y se les da la oportunidad.

Otro problema que hace que disminuya su autonomía es la falta de tiempo. Dejarles hacer las cosas solos supone que al principio les va a costar más tiempo que hacerlas nosotros. Como vamos escasos de tiempo, tendemos a sustituirles dando importancia a hacer más cosas en menos tiempo en vez de centrarnos en que sean ellos los que lo hagan. Pero solo tenemos que pensar que si es capaz de hacerlo en la escuela infantil en casa también lo es.

Todas estas pautas nos pueden servir para que los niños se comporten mejor, no solamente en la escuela infantil, sino también en casa y, a pesar de que al principio nos puede suponer tiempo y esfuerzo, una vez que se haya logrado, las consecuencias pueden ser muy positivas y nos compensarán, puesto que lograremos que sean mejores personas y les proporcionaremos un clima familiar más agradable.

María Campo. Directora de NClic

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