Entramos en el cuarto de nuestros hijos y descubrimos que hay leoneras más ordenadas. Abrimos el armario y nos sorprende la capacidad que han empleado para cerrar la puerta antes de que se desmoronara la montaña de prendas arrugadas. En la mesa de estudio se mezclan sin ton ni son el material escolar, los cromos y un par de calcetines sucios. Aquí falta organización. Pero, ¿cómo les inculcamos un concepto tan abstracto como el orden?
5 ideas para categorizar y clasificar
A ser ordenado se aprende y para empezar conviene enseñar a los niños a esquematizar el orden. Categorizar, clasificar, colocar asignando sitios y lugares para cada cosa… es fundamental para saber en todo momento donde está todo, donde buscar algo en concreto y encontrarlo enseguida.
1. Autonomía para que entiendan el orden
Para interiorizar el concepto de organización es necesario que los niños lo experimenten por sí mismos. Es decir, tenemos que procurar los espacios adecuados para que sean ellos los que generen una organización de acuerdo con las pautas indicadas, no solo que coloquen los objetos donde hay otros iguales.
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2. Ejemplo de organización
Las virtudes que se adquieren con el hábito necesitan del ejemplo de los padres como base fundamental. Si los mayores en la casa son organizados, tanto con las cosas de la casa como con el tiempo dedicado a cada actividad, es mucho más fácil que los niños vayan aprendiendo el concepto de organización.
3. Tareas que requieren organización
Con niños a partir de los seis años, se pueden ir encargando tareas domésticas adecuadas a su edad que les permitirán ir comprendiendo el concepto abstracto del orden. Así, quitar el fregaplatos les permitirá clasificar cubiertos y la vajilla en función de diferentes criterios. Las tareas domésticas les ayudarán a seguir una prelación: primero las camas, después la limpieza…
4. Un espacio para cada cosa
Aunque en ocasiones parece tarea imposible, los niños necesitan que estén muy bien definidos los espacios para colocar los distintos objetos que manejan habitualmente: su ropa, sus libros, sus juguetes… Una buena labor pedagógica desde la más tierna infancia ayudará a nuestros hijos a adquirir el hábito de dejar todo en el sitio previsto. Cuando llega a la casa algún objeto nuevo que hay que guardar, por ejemplo, una equipación deportiva, entre los padres y los hijos debemos buscar una ubicación adecuada.
5. Un tiempo para cada cosa
Posiblemente esta es el área más complicada de desarrollar. Aplicado con niños de entre seis y ocho años, es difícil conseguir que, además, aprendan a organizar su tiempo, porque en ese momento están empezando a leer el reloj y su capacidad para valorar cuánto tardarán en una actividad concreta es aún muy limitada. Sin embargo, con ayuda de los padres irán interiorizando también esta organización temporal. Eso sí, no servirá de nada si los padres no sabemos organizar nuestros tiempos de modo que unos aspectos no invadan constantemente a los otros.
Alicia Gadea
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