La capacidad de argumentación es una competencia altamente demandada en el entorno laboral y especialmente necesaria en los procesos de selección. Enseñar a los niños a argumentar ayuda a que aprendan a ser dialogantes y respetuosos con los demás, y también a tener éxito tanto en su vida personal como profesional.
¿Alguna vez te han hecho una pregunta complicada en una entrevista de trabajo? La capacidad argumentativa es una competencia básica para afrontar los retos de la vida diaria. Preparar a los más pequeños en el arte de la retórica y la argumentación no solo les hará brillar en su vida personal, sino que también les ayuda a desarrollar habilidades de gran valor para su futura vida profesional.
«Algunos niños muestran desde pequeños un gran dominio de la palabra de la misma forma que otros demuestran una mayor competencia en otras actividades como el dibujo. No obstante, la capacidad de argumentación es una materia al alcance de todos, que con trabajo y esfuerzo se puede reforzar y mejorar» apunta Cristina Hernández, psicóloga de Secundaria y Bachillerato en Brains International School La Moraleja.
7 claves para una buena argumentación
Saber argumentar ayuda a huir de los populares «porque lo digo yo» o «porque sí» y a resolver los conflictos pacíficamente a través del diálogo y el respeto. Un desacuerdo en el patio del colegio o una conversación para negociar un incremento de sueldo son dos ejemplos de lo útil y beneficioso que resulta desarrollar estas habilidades desde la infancia y para el resto de nuestras vidas.
En el arte de la persuasión, saber cómo convencer a los demás stas son las 7 claves para desarrollar una buena argumentación:
1. Tener clara nuestra postura: aunque parezca evidente, no lo es. Y es que saber qué queremos comunicar es el primer paso para una buena argumentación.
2. Pensar los mensajes clave: diseñar por adelantado los mensajes clave que van a articular nuestro discurso, teniendo en cuenta cuál es el objetivo del debate, es fundamental. Pensar antes que hablar evitará la necesidad de improvisar.
3. Ponerlos por escrito: escribir las ideas fundamentales que queremos transmitir nos ayudará a ordenarlas y priorizarlas. El resultado será un discurso más coherente, sin contradicciones y más sólido. Así, evitaremos olvidar alguna idea o argumento clave en nuestra exposición.
4. Escuchar con atención: para poder replicar y dar respuesta a las cuestiones planteadas, lo más importante es escuchar primero a nuestros interlocutores. Solo de esa manera podremos comprender su postura y elegir los argumentos más adecuados.
5. Apoyar los argumentos en datos y ejemplos: las cifras y los ejemplos nos aportan credibilidad, sobre todo si son extraídos de fuentes reconocidas y/o fiables.
6. Utilizar un lenguaje respetuoso: hablar con irritación y palabras impositivas solo provoca reacciones defensivas y no consigue que nuestros mensajes calen en la otra parte. Nuestros interlocutores estarán más dispuestos a escuchar nuestro punto de vista si utilizamos un lenguaje afable, claro, sencillo y respetuoso.
7. Acompañarnos de un lenguaje no verbal adecuado: además de los mensajes, cómo los comunicamos y qué somos capaces de expresar con nuestros gestos, postura corporal y expresiones faciales, resulta fundamental. Debemos intentar ser empáticos, estar cómodos y acompañarnos de herramientas y gestos que en todo caso puedan ayudar a la comprensión por parte del interlocutor.
Cristina Hernández, psicóloga de Secundaria y Bachillerato en Brains International School La Moraleja
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